Ujamaa

(para Julius Nyerere)

El sudor es levadura para la tierra
no su tributo. La tierra henchida
no desea homenaje por sus labores.
El sudor es levadura para la tierra
no un homenaje para un dios en su fortaleza.
Tu manos de tierra negra desencadenan
la esperanza de mensajeros de la muerte, de
caninomanoides endogámicos que resultan
más macabros que La Parca, insaciables
predadores de la humanidad, su carne.
El sudor es levadura, pan, Ujamaa
pan de la tierra, por la tierra
para la tierra. La tierra es la gente.

 

De “Poemas del pan y la tierra”
(Lanzadera en una cripta, Wole soyinka)
Traducción de LUIS INGELMO

Après la guerre

No ocultes las cicatrices
en la rápida destilería de la sangre
he olido
efluvios de narcóticos conocidos
no ocultes las cicatrices

El tubérculo de nuestra carne común
pisoteado hasta lo hondo de la tierra combate
la muerte, recién cinchado arremete contra el sol
mas temiendo que resulte ser una concha hueca
o que los pies de las vidas recién nacidas
se hundan en el vacío de la falsedad
no hinches la piel ajada de la tierra
para glasear las grietas del tambor

No te cubras de costras
ni hagas del dolor el lamento
de un farsante con mala lengua
su rostro una máscara de velos pintada
el aliento reseco por su propia bilis
un corazón de retazos y una sonrisa de calavera
para burlar los rigores del
exorcismo.

Grietas en la pintura. Legad
los solos latidos del duramen
a los seguidores del velatorio
recién nacidos.

 

De “Poemas del pan y la tierra”
(Lanzadera en una cripta, Wole soyinka)
Traducción de LUIS INGELMO

Muerte a la aurora

Viajero, debes partir
A la aurora, enjuga tus pies sobre
La humedad de nariz perruna de la tierra
Deja que la aurora sosiegue tus lámparas. Y mira
Languidecer el ataque de las espinas ante la luz
Pies algodonosos para disolver en el azadón
Las lombrices tempranas
Ahora las sombras se extienden con debilidad
Ni muerte de la aurora ni triste postración
Esta suave charamusca, suaves engendros que desisten
Rápidos goces y recelos para un
Día desnudo. Barcos cargados se
Someten a la asamblea sin rostro de la niebla
Para despertar los mercados silenciosos -Veloces, mudas
Procesiones por grises desvíos… Sobre este
Cobertor, hubo
Súbito invierno a la muerte
Del solitario trompetero de la aurora. Cascadas
De blancos pedazos de pluma… pero ello decidió
Un rito banal. Conciliación salvajemente
Exitosa, primero
El pie derecho para el júbilo, el izquierdo para el pavor
Y la madre suplicaba, Hijo
Jamás camines
Cuando el camino aguarda, hambriento.
Viajero, debes proseguir
Al alba.
Te prometo prodigios de la santa hora
Presagios como el aleteo del gallo blanco
Perverso empalamiento -Como quien desafiara
Las iracundas alas del progreso del hombre…
Más, ¡semejante espectro! Hermano
Mudo en el sobresaltado abrazo de
Tu invención -Esta mueca de burla
Esta contorsión cerrada – ¿Soy yo?

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934
Viaje

Aunque llegué al final del viaje,
Jamás sentí que hubiera llegado.
Tomé la carretera
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
Incluso a descender a la tierra que conduce a casa. Yo sé
Que mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
Para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta
Y así también con el pan y el vino
Necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi ruta
Jamás sentí que hubiera llegado
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
Los usurpadores pasan mi copa en cada
Banquete como en una última cena

 

Traducción de Rafael Patiño

Conversación telefónica

El precio parecía razonable, el lugar
indiferente. La casera juró vivir
sin prejuicios. Nada quedaba salvo
la auto-confesión. “Madame”, advertí,
“Detesto perder un viaje- Soy Africano”
silencio. Transmisión silenciada de
fingida buena educación. Voz que llega
como larga boquilla dorada y tubular, impregnada de lápiz labial
Fui sorprendido por su vileza.
“Qué tan oscuro?”… no había escuchado mal… ”
¿Es usted claro o muy oscuro?
Hedor a rancio vaho de refugio público para telefonear.
Cabina roja, buzón rojo, rojo autobús doble
aplastando el alquitrán. ¡Era real! Avergonzada
por el silencio enfermizo, llevé al límite su
turbación para suplicar explicación
ella, considerada, cambió el tono
“¿Es usted oscuro? ¿o muy claro?” advino la revelación
“Quiere usted decir, cómo chocolate puro, o con leche? ”
Su asentimiento fue clínico, rayando en la frialdad de la luz
Rápidamente, una vez ajustada la longitud de onda,
escogí Sepia Oeste- Africano- tras reflexionar dije:
“lo certifica mi pasaporte” Silencio para un espectroscópico
vuelo de ilusión, hasta que el acento de su sinceridad retumbó
con fuerza en la bocina. ¿Cómo así? dijo condescendiente
“No sé lo qué es”. “No del todo”
Facialmente, soy moreno, pero madame, debería ver usted
el resto de mí. Las palmas de mis manos, las plantas de mis pies
son de un rubio oxigenado. la fricción lo ha causado-
torpemente madame – por sentarme, mi trasero se ha tornado
Negro Cuervo- ¡Un momento madame! sintiendo
su auricular elevarse al sonido del trueno
en cuanto a mis orejas- “madame”, sugerí,
¿no preferiría verlas usted misma?

 

Traducción de Carlos Ciro y Raúl Jaime

Civil y soldado

Mi espectro se levantó de entre la lluvia de plomo,
Y declaró “soy un civil” logrando tan sólo
Acrecentar tu miedo. ¡Mas cómo habría
De levantarme yo, un ser de esta tierra, en aquella hora
De muerte impasible! entonces pensé:
tu batalla no es de este mundo.
Inmóvil permaneciste
Por ambas eternidades, y yo aprendí, sin duda, la lección
En tus prácticas de combate sigiloso.
No dejes que un indeciso neutral vaya en la retaguardia,
Pues tras de ti se abrasará la tierra. Mi dilema civil,
Que aparece de nuevo atrincherando la tierra,
Bajo el ritual de plomo de tus más ávidos amigos,
Te abismó aún más en la confusión y cuando
Me prestaste el arma para protegerme y la
Muerte me guiñó el ojo, tu promesa
Y todo tú se esclarecieron ante mí.
En el curso de mi vida
Espero encontrarme algún día
De nuevo con tu espectro en la trinchera,
Anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
Y te habré de disparar certero y justo
Con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
Solitaria pregunta, ¿sabes amigo, incluso ahora,
El por qué de todo esto?

 

Traducción de Raúl Jaime y Carlos Ciro

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934
Fondo y frisos

Mil variantes distintas
le dieron a la Muerte, de súbita
a paulatina. Vírgenes sangrantes
en orgías de leprosos
las calles, adoquinadas con muertos innúmeros
Jacques d’Odan
ángel sabio por no precipitarse
donde no osan pisar los héroes
susurra: ¡Alto!
Esta carnicería es un descontrol (y un descabello)
Se aclara
los dedos limpios en una palangana
de sangre, y con humildad se añade
estrellas y galones
a las hombreras, el contrapeso del general
Soy un hombre
de palabra. A quien concedo
el salvoconducto prometido
le garantizo
un recorrido seguro por la calle de sentido único
Los músicos callejeros
entonan mi canción: soy
el instrumento elegido por Dios
¿Qué oigo?
¿Me tocan unos dedos gordos e impíos?
¿Botas? ¿Culatas?
Tan sólo un pequeño reproche
y vive, este reptil de barro
¡Atended a las sirenas!
¡Echaos al mar cuando me acerque!
Humano
mi código de conducta, credo
de buenas intenciones, compañero de armas
al estilo de Cromwell
algún día le enseñaremos a leer a la soldadesca
¡Fuera las manos!
Esto es un asunto interno
espera mi escudilla de mendigo
pues cuando esté saciado
yo seré llamas, tú darás auxilio puro y eterno
Una playa
oculta el guijarro. Forma
aun con lejía (o cal)
mojones
de huesos para esconder el esqueleto del odio
fútil escudo
previo a los sacrificios rituales
madre e hijo, infructuosas
plegarias
una vieja escena, que entren los actores
Semana setenta y cinco:
bienvenidos los observadores. Las visitas
guiadas con mal gusto, ¡atención!
Tenemos limpias las manos.
Dos veces ha llovido y honda es la tierra.

Planes futuros

Se convoca la reunión
del odio: Falsificadores, farsantes
Falseadores Internacionales.
El presidente, un caballo negro,
un jamelgo de circo hecho esprínter con anteojeras
Mach 3
lo calificamos: uno por el Cuchillo
dos por Maquiavelo, tres…
Velocidad que rompe
la barrera de la verdad con decreto de arrestos en picado
Proyectos en perspectiva:
Mao Tse Tung confabulado
con Chiang Kai. Nkrumah
firma un pacto
secreto en Verwoerd, que Hastings Banda jura.
Comprobado: Arafat
en flagrante con
Golda Meir. Castro borracho
con Richard Nixon
parva de anticonceptivos bajo la litera papal…
… y más por venir

Temporada

El moho es la madurez, el moho.
Y el marchito maíz-pluma.

El polen es el apareado-tiempo cuando tragamos
Tejiendo una danza.
De emplumadas flechas
La hebra del maíz- tallo en aladas
Líneas de luz. Y nos encantaba oír
Empalmadas frases del viento, oír
Raspaduras en el campo, donde el maíz-hoja
Perforaba como astilla de bambú.
Ahora, cosechadores nosotros,
En espera del moho de borlas, dibujando
Largas sombras del crepúsculo, enroscando
La paja en la madera-humo. Tallos cargados
Llevando el germen de la decadencia-esperamos
La promesa del moho.

Abiku

«Niño errante. Es el niño que ha muerto y regresa,
una y otra vez, para atormentar a su madre».
Creencia Yoruba

 

En vano su sonar de ajorcas
Encantados círculos a mis pies;
Yo soy Abiku, llamando una
Y otra vez.

¿Debo llorar por las cabras y las conchas valiosas
Por el aceite de palma y los ruegos esparcidos?
Ñames no retoñando amuletos
en la tierra de las ramas de Abiku

Así que cuando se quema el caracol en su concha
Afilado el fragmento caliente, me marca
Profundamente en el pecho-debes reconocerlo
Cuando Abiku llame de nuevo.

Yo soy el diente de la ardilla, craquelado
La criba de la palma; recuerda
Esto, y cava aún más profundo en mí
Al dios de los pies hinchados.

Una vez y otra vez, sin edad
Sin embargo vomitando, y en el momento de
Las libaciones, cada dedo me acerca a
La forma en que vine, donde

La tierra es húmeda con luto
Blanco rocío chupa-carne de pájaros
El atardecer se hace amigo de la araña, atrapa

Moscas en el vino-espumoso;

Noche, y Abiku chupa el aceite
De las lámparas. ¡Madres! Seré la
Suplicante serpiente enroscada en el umbral
Su llanto de muerte.

La fruta madura fue la más triste
Donde me arrastré, el ardor se sacia.
En el silencio de las redes, Abiku gemidos, formando
Montículos desde la yema.

Cuentas bancarias siempre abiertas

Las cuentas bancarias siempre abiertas
Siempre sus saldos en rojo
El efectivo puede asentarse en el papel, todo cuanto dice
Es ¡Pan Pan Pan! Entre un millar de dedos
Asiendo con fuerza en la abundancia, los brazos
Amontonaron tantas lonas de pan que no pueden
Abrazar la humanidad. Cuentas bancarias siempre abiertas
Nunca comprendidas donde
Los niños aplastan cucarachas para merendar
Mientras esperan el regreso del padre forrajero
Los pensamientos de una inocencia hambrienta pueden devenir
Una cocina extraña, brochetas de moscas
En la punta de una escoba; escarabajos asados en su caparazón
Las babosas son reservas comprobadas de alta proteína –
Me han dicho. Nunca lo he probado.
Esperando el regreso del padre forrajero con el saco vacío
De esta forma, él fue y volvió, los dos años anteriores
Mañana él…

Recogí el extracto doblado
Que se había deslizado bajo la reja. Discretamente. Bajo el solemne
Brillo ensombrecido de mi buen amigo y enemigo
El dependiente bancario, guardián de cuello blanco de las bóvedas
Del papel, signos místicos, aquellos círculos y cruces
Que yo cargo. El lenguaje de su extracto establece:
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
La forma de vida de un hombre. Y así como la tinta
En que está impreso, me hago rojo bajo
Mi fraude negro, mi audaz y consabido
Maldita sea se han retardado nuevamente con ese cheque piel
Ustedes saben, mis derechos, una vez más me doy cuenta
tarde que todo está bien, preséntenlo a fin de mes
Maldiciendo la última extorsión de la que fui culpable
Por ser presa fácil. Lo he observado
El último cáliz de unas manos suplicantes es siempre
Más seco que el anterior. Y las ratas, son más ágiles ahora
Cuando sus ojos rasgados contemplan las batallas
Provocadas por mendrugos con sus recién incubadas bocas de avidez…

Ahora que fue hace tiempos, y ayer, y Ahora
Entre más larga sea la tirilla del extracto, más larga es la barra
Del pan, y ahora, nuevamente, el triste extracto
Arruinado por escépticas miradas pero Él, sabemos,
Devenga el cielo, domina una fortuna cuando pee
Y todo cuanto se lee es ésta única línea, listado de una transacción –
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
La forma de vida de un hombre Su balance señor
Su balance es esa figura trazada en rojo…
Una página, listo para enrojecer la cuenta, un débito cae abierto en
El crédito a siete años para alturas de siete pisos
De la séptima maravilla de un mundo de bolsillo
La séptima maravilla del plan de mentiras a siete años
Siete veces más grande que el último gran fraude.

Justificar el crédito a siete años para alturas de siete pisos:
Viviría allí, si pudiera. Yo erigí ese
Modesto monstruo de siete pisos por casa
Pero las obligaciones del plan a siete años exigen
Mi ausencia de allí, ¿y cómo semillas de siete años
No pueden cultivar un simple retorno verde de siete hojas?

Una hoja de balance ondea, bandera sobre alturas robadas
¿Y quién se hace rojo invisiblemente entre su fraude negro?
Una hoja de balance cuelga en jirones sobre yermos árboles
¿Y quién enrojece invisiblemente entre su negra desesperanza?
¿Y quién enrojece por quien enrojece, y quién da la vuelta cuando

A la luz, a través de esa vía deshecha, un fuego crepitante
Surge de los leños cuyo peso aún arquea
Dolorosamente la espalda de la bisabuela-
y una pregunta marca su peso?

 

Traducción de Rafael Patiño y Carlos Ciro

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934
Muerte a la aurora

Viajero, debes partir
A la aurora, enjuga tus pies sobre
La humedad de nariz perruna de la tierra

Deja que la aurora sosiegue tus lámparas. Y mira
Languidecer el ataque de las espinas ante la luz
Pies algodonosos para disolver en el azadón
Las lombrices tempranas

Ahora las sombras se extienden con debilidad
Ni muerte de la aurora ni triste postración
Esta suave charamusca, suaves engendros que desisten
Rápidos goces y recelos para un
Día desnudo. Barcos cargados se
Someten a la asamblea sin rostro de la niebla
Para despertar los mercados silenciosos -Veloces, mudas
Procesiones por grises desvíos… Sobre este
Cobertor, hubo
Súbito invierno a la muerte
Del solitario trompetero de la aurora. Cascadas
De blancos pedazos de pluma… pero ello decidió
Un rito banal. Conciliación salvajemente
Exitosa, primero
El pie derecho para el júbilo, el izquierdo para el pavor
Y la madre suplicaba, Hijo
Jamás camines
Cuando el camino aguarda, hambriento.
Viajero, debes proseguir
Al alba.
Te prometo prodigios de la santa hora
Presagios como el aleteo del gallo blanco
Perverso empalamiento -Como quien desafiara
Las iracundas alas del progreso del hombre…

Más, ¡semejante espectro! Hermano
Mudo en el sobresaltado abrazo de
Tu invención -Esta mueca de burla
Esta contorsión cerrada – ¿Soy yo?

Capital

No puede ser
que el germen que ha nutrido la tierra
lo haya atendido el hombre. Una vez vi una cascada
de germen, una abundante lluvia de grano
que escupían vertedores de boca ancha
y saciedad satisfecha; juro que los granos
cantaban.
No puede ser
que la política, las deliberaciones
tornen las brasas de mi vida
en cenizas, y en mares contaminados
descansen tristes lechos de levadura que esponjan
la pasta
del mercado mundial.

En el curso de mi vida

Espero encontrarme algún día
de nuevo con tu espectro en la trinchera,
anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
y te habré de disparar certero y justo
con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
solitaria pregunta, ¿sabes amigo, incluso ahora,
el porqué de todo esto?

¡Ah, Demóstenes!

Me llenaré la boca de piedritas,
Demóstenes.
No para ahogarme, sino mitad delfín, mitad
pez martillo de aguas profundas
cabalgar en las olas, embestir contra los rompientes
que erigen,
machacar los impedimentos del poder e inundar
sus torres corrompidas:
Me llenaré la boca de piedritas.

Pondré ortigas en mi lengua
Demóstenes
Y luego frustraré su retracción punzante. Ah,
que me queme de los pies a la cabeza
que en cada poro tenga sarpullidos
para que marchite el poder del tirano
con una descarga
Pondré ortigas en mi lengua.

¿Pero ha oído hablar del werepe
Demóstenes?
Ni siquiera toda su estoica calma puede apagar
los abrasadores pelos de esa vaina infernal.
Hace que una reina corra desnuda por el mundo
una comezón que le dice al mundo que su carne
está putamente enferma:
Pondré werepe en todas las lenguas.

Pondré un poco de veneno de ratas en mi lengua
Demóstenes
Para picar a los roedores con el beso de la muerte.
Decidiré su destino en túneles oscuros y húmedos
como habitaciones de sus rehenes
privados de aire, privados de esa misma luz

¡Oh, raíces!

Raíces, sed un ancla para mi quilla
estibadme contra los vientos rebeldes
sondead tierras y hondas aguas nutrientes
energía que calme mi sed eterna
cegados los arroyos, cieno a vosotras
os ahoga, maldiciones os estancan
y viajeros con mapas junto a las charcas
buscan alivio. Sus tazas en las aguas
elevan burbujas de corrupción, fangos
de maldad, tumbas sin lágrimas ni endechas
Raíces, alejaos de los riachuelos
que se filtran y manchan, que yo esos crímenes
no comparta, comunión infecta tierra
en cenizas de un mismo hogar esparcidas
¡Raíces!: lejos de la traición oscura
de fosas que aceptan, de estacas con gueldo
no seáis la imagen del nido de víboras
cual cebo, de horribles prodigios airados
no, el vigor altivo horada el más hondo
secreto, asoma junto al temor culpable
la garra usurera, las babas que asolan
canillas temblosas y decepcionadas.
Oh, raíces, sed el ancla de mi quilla
suturadme el pensar con tensos carretes
buscad en la tierra agua fresca y nutriente
cavad con vara aguda pozos eternos
baldead horas rancias hacia el desagüe
sin fin de la muerte. El aliento cautivo
de arroyos y lagos despertad, sus aguas
llevad a la simiente, a las lindes de eras
Raíces, sed la malla que mi diseño
conforma, fieles a vuestra orden secreta.
¡firme edificio elevado con que sanan
desgarros y llantos desnudos, emblema
en dioses bajeles, probado ariete
granito en testa oh demoledor de diques
mortero en térreo hormigón, campaneros
en torres rocosas, dadme las Guirnaldas
del Tiempo, a vuestra eternidad someted
los podios que elevo contra la locura
contra el sombrío instante del engaño
contra los truenos del meridiano!
Explorador hacia el averno, conduce
mis pasos al corazón, a la semilla
arrástrame a los crisoles de la alquimia
terrestre, donde nacen metal y roca
a las vibraciones de tu diapasón.
Cógeme las manos, que se unan en charlas,
recuerdos, vistas que cieguen al viajero
que mareas de vino al festín arrastran,
que mis manos se entrelacen a las suyas
savia clara, carne oscura, espectral cabello,
grilletes cual hojas y ramas, la vena
de rama y roca, ojos en matriz del grano
con un filtro de impulsos teje sus huesos
que los peines de mis tuétanos en roca
reciban raíces de rayos celestes
y almacenen la luz de su ojo difunto
entierra todo pulso letal, que en el cáliz
de mis manos vibre ardiente armonía, y cena
en las bodas de cielo y tierra. Mis manos
engarza a un rito vernal, a las verdes de los muertos.
Oh, raíces, raíces. ¡Si no aguantara!
¡Si el viento lo hundiese y ahogaran arenas
del páramo, si lo abrasara un destello
de la hambrienta espera, los lazos soltad
sobre los diques, defensa final! Guían
la proa los arrastres de la resaca
un baño gris en lagos silentes, esa
paz de viajeros de antaño, este paso mudable.
Puros, esperan a que el rastreador llegue
al centro reseco, al resbalón subiendo
a que el corazón se rinda a extrañas fuentes
que a lo lejos juran saciar la sed perpetua.

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934
Recogí el extracto doblado

Que se había deslizado bajo la reja. Discretamente. Bajo el solemne
Brillo ensombrecido de mi buen amigo y enemigo
El dependiente bancario, guardián de cuello blanco de las bóvedas
Del papel, signos místicos, aquellos círculos y cruces
Que yo cargo. El lenguaje de su extracto establece:
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
La forma de vida de un hombre. Y así como la tinta
En que está impreso, me hago rojo bajo
Mi fraude negro, mi audaz y consabido
“Maldita–sea–se–han–retardado–nuevamente–con–ese–cheque piel–
Ustedes saben, mis derechos, una vez más me doy cuenta
tarde que todo está bien, preséntenlo a fin de mes”
Maldiciendo la última extorsión de la que fui culpable
Por ser presa fácil. Lo he observado–
El último cáliz de unas manos suplicantes es siempre
Más seco que el anterior. Y las ratas, son más ágiles ahora
Cuando sus ojos rasgados contemplan las batallas
Provocadas por mendrugos con sus recién incubadas bocas de avidez…

Ahora que fue hace tiempos, y ayer, y Ahora
Entre más larga sea la tirilla del extracto, más larga es la barra
Del pan, y ahora, nuevamente, el triste extracto
Arruinado por escépticas miradas – pero Él, sabemos,
Devenga el cielo, domina una fortuna cuando pee
Y todo cuanto se lee es ésta única línea, listado de una transacción –
La caridad debe ser calle de una sola vía, no,
La forma de vida de un hombre – Su balance señor
Su balance es esa figura trazada en rojo…
Una página, listo para enrojecer la cuenta, un débito cae abierto en
El crédito a siete años para alturas de siete pisos
De la séptima maravilla de un mundo de bolsillo
La séptima maravilla del plan de mentiras a siete años
Siete veces más grande que el último gran fraude.

Justificar el crédito a siete años para alturas de siete pisos:
“Viviría allí, si pudiera. Yo erigí ese
Modesto monstruo de siete pisos por casa
Pero las obligaciones del plan a siete años exigen
Mi ausencia de allí, ¿y cómo semillas de siete años
No pueden cultivar un simple retorno verde de siete hojas?”

Una hoja de balance ondea, bandera sobre alturas robadas
¿Y quién se hace rojo invisiblemente entre su fraude negro?
Una hoja de balance cuelga en jirones sobre yermos árboles
¿Y quién enrojece invisiblemente entre su negra desesperanza?
¿Y quién enrojece por quien enrojece, y quién da la vuelta cuando

A la luz, a través de esa vía deshecha, un fuego crepitante
Surge de los leños cuyo peso aún arquea
Dolorosamente la espalda de la bisabuela –
y una pregunta marca su peso?

Dedicatoria

para Moremi, 1963

 

La tierra no comparte la viga de la envidia; suelos de estiércol

Cortado, no la ligera piel de la salamandra, sino su caída
Sabor de este suelo a plomo y muerte en su vida profunda

Como este ñame, totalmente enterrado, aún vivo tubérculo

En la calidez de las aguas, enterrado como los manantiales
Como las raíces del baobab, como el corazón.

El aire no te lo negará. Como un alto

Girar sobre el ombligo de la tormenta, por el azadón,

Las raíces de los arados bosques son una vereda para las ardillas.

Ser eterno como la turba oscura, pero que sólo lluevan

Dedos, no los pies de los hombres, por más que estén lavados.
Largo ropaje de la sombra del sol, correr desnudo hacia la noche.

Pimiento verde y rojo – mi niño- su lengua arco
Su cola de escorpión, volver a escupir directamente las acechanzas del peligro
Aún, con el arrullo de la oscura paloma, zarcillo de rocío entre tus labios.

Escudo que te gusta la carne de la palma de la mano, hacia el cielo dirigida
Colmillos en nido de espinas, sin cáscara como el corazón de la semilla
La carne de la mujer es aceite – mi niño, aceite de palma en tu lengua

Flexibilidad para vivir, y el vino de esta calabaza
Desde su propia prisa corriendo arroyos como repuestos
Sus esfuerzos, mi niño, son el destete con que nos abrazan

Tierra de enmielada leche, el vino de la única costilla.
Ahora enrollo su lengua en miel hasta que sus mejillas son

Enjambres, panales -su mundo necesita dulcificarse-, mi niño.

Irosun, el árbol rojo, ronda el corazón, tiza para el vuelo
De la mancha -¿puedes verlo mi niño? ¡Ya amanece!-bajo el antimonio

De las axilas, como una diosa, nos deja este largo sabor

De sus labios, de sal, que tú puedes buscar

Nunca en las lágrimas. Esto, agua de lluvia, es el regalo

De los dioses-bebida de su pureza, frutos de estación.

Frutas luego a sus labios: apresurado por recompensar

La deuda del nacimiento. Pleamar en el hombre-marea como en el océano
Y su reflujo, dejando un sentido de fósiles arenas.

Ahora las sombras se extienden con debilidad

Ni muerte de la aurora ni triste postración.
Esta suave charamusca, suaves engendros que desisten.
Rápidos goces y recelos para un
día desnudo. Barcos cargados se
someten a la asamblea sin rostro de la niebla
para despertar los mercados silenciosos -Veloces, mudas
procesiones por grises desvíos… Sobre este
cobertor, hubo
súbito invierno a la muerte
del solitario trompetero de la aurora. Cascadas
de blancos pedazos de pluma… pero ello decidió
un rito banal. Conciliación salvajemente
exitosa, primero
el pie derecho para el júbilo, el izquierdo para el pavor.
Y la madre suplicaba, Hijo
Jamás camines
cuando el camino aguarda, hambriento.
Viajero, debes proseguiral alba.
Te prometo prodigios de la santa hora
Presagios como el aleteo del gallo blanco
Perverso empalamiento -Como quien desafiara
las iracundas alas del progreso del hombre…
Más, ¡semejante espectro! Hermano
Mudo en el sobresaltado abrazo de
tu invención -Esta mueca de burla
esta contorsión cerrada – ¿Soy yo?

 

Traducción de Rafael Patiño

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934
A los locos subidos al muro

Aullad, aullad
que el corazón tenéis cuajado y estadizo,
con vosotros no puedo partir
compañeros de la boya hendida
no puedo ir en busca
del puerto de vuestra orilla a la deriva.

Vuestro prudente aislamiento
¿quién osará reprobar? Agazapados
en vuestro alféizar, ¿observáis
las cenizas de la realidad, su extraño discurrir?
Me temo
que os habéis aventurado en el infinito
para regresar
hablando en lenguas extranjeras.

Aunque los muros
desgarren las costuras raídas
del manto mágico que compartimos, ya
más no puedo acercarme
y aunque le cierre los oídos
a la melodía de la partida, aullad
en la hora del sueño, decidles a estos muros
que hay un colmo para la aflicción
en el corazón del hombre.

 

Traducción: Luis Ingelmo

El roce de una telaraña en la oscuridad

Roces de mariposa nocturna en los dedos, estelas
oscuros vapores terrígenos que se elevan

Se oye
la voz de los muertos entre hojas que su presencia
ha nutrido, en más que del follaje las esencias

Piel
cuyo vello peinan los vientos que dan sombra
a espacios donde yertos los recuerdos reposan

Hebra
descansa su valor en la carne, el hielo
de lo pasado, un roce al paso del tiempo

Cae
contra la línea baja, oscura, radial
al corazón de la telaraña ancestral.

 

Traducción: Luis Ingelmo

José

(para la Sra. de Putifar)

 

Oh, Sra. de Putifar, sus principios
que no puedo aceptar usted los juró
yo quise violarlos; veo que agita cual trofeo
los pedazos de su desbaratada farsa
de virtud, y los llamo míos.

No era yo José, desde luego, un mártir maldiciente
ni un santo: ¿no se conmueven los santos lo
indecible, no está en sintonía su valor pasivo con el
lento transcurrir del tiempo? La hora del mal exige
que se abjure de las visiones piadosas
reclama a las manos fieles que en el acto rasguen
toda máscara, así puedan las manchas ponzoñosas
ventear y unirse a las secretas resacas de las olas
en cloacas de intrigas. Estimada Sra. de Putifar
busca usted con el caos enterrar muy hondo
su plato de lentejas mundano, su estiércol macabro
cual hierbajos de retorcida ambición.

Los esclavos del tiempo
eunucos de la voluntad la esperan: húndase
hasta el fondo en un sofá de blancos huesos, yazga
hoy sobre los huecos cráneos del mañana. Nosotros,
todos ésos cuyos sueños de fuego se hacen luz
esperamos al viejo antepasado rastreador
de verdades para interpretar los sueños.

 

Traducción: Luis Ingelmo

Wole Soyinka, poeta, Abeokuta (Nigeria), 1934

Entrevista realizada en el año 2012, durante el Hay Festival en la ciudad de Xalapa

Aunque su nombre completo es Akinwande Oluwole Soyinka, siempre ha firmado sus obras como Wole Soyinka. Nació en Abeokuta, Nigeria, el 13 de julio de 1934, y escribe en inglés.

Vivió algunos años en Londres, en donde escribió, dirigió y participó en obras teatrales con el Royal Court Theatre. Después regresó a su tierra natal.

Preso político durante 22 meses, en los turbulentos años de 1967 a 69, cuando se libraba la cruenta guerra civil en Nigeria, sabe de lo que habla cuando dice que la libertad es un derecho inalienable del hombre.

Profesor de literatura comparada, editor, dramaturgo, novelista, poeta, Wole Soyinka fue el primer africano en ganar el Premio Nobel de Literatura, en 1986.

Es alto, delgado y una nube de blanco cabello encrespado corona su figura. Sonríe discretamente, y parece estar siempre tranquilo, en paz. Viste una camisa blanca larga, suelta, y encima un chaleco azul marino.

A pesar de que había aterrizado la noche anterior, después de un viaje de varias horas, Soyinka se presenta puntual a la cita para esta entrevista. No deja de advertir que será breve, pues se siente muy cansado. Pero conforme la conversación avanza, parece más animado.

¿Se puede crear conciencia a través de la literatura?, ¿las palabras pueden cambiar una sociedad, una realidad?
Creo que uno no debería de esforzarse mucho para ello. La literatura, que como sabemos es un producto del ambiente, que determinará quién será un escritor, un intérprete o lo que sea, viene del ambiente, y de lo que un individuo en particular le regresa a ese ambiente: su percepción, su representación de esa realidad. Permite a aquellos que ocupan ese ambiente darle una segunda mirada. No al mismo tiempo en que ocurre, sino que es un proceso gradual.
Pero los libros, seamos prácticos, pueden ser muy caros, y algunas veces la literatura se convierte en un negocio. Los publicistas están más preocupados acerca de lo que vende que de lo que le dice algo a la gente. Entonces, hago una pregunta en términos prácticos: ¿será por medio de insistir en la accesibilidad de la palabra escrita a la gente, al desarrollar todo tipo de medios para hacer que esa recompensa sea accesible, por medio de las escuelas, por medio de las ferias públicas, utilizando a la cultura pop, si así lo queremos? Lo que quiero decir, e insisto absolutamente, es que la palabra no debe de ser restringida sólo a algunos.
Creo que esa es la única manera en la que podemos promover prácticamente el proceso de integrar la literatura en la conciencia de la gente.
Fuera de eso, los promotores seguirán haciendo lo que hacen ahora y nunca sabrán hasta dónde puede llegar la palabra.
Yo viajo mucho y he experimentado qué tan lejos puede viajar la palabra.
Uno de sus libros más conocidos en Occidente es Aké, una autobiografía de su infancia. Con una sorprendente voz poética, Soyinka se explaya en las descripciones de los paisajes en donde creció, narra cómo su familia se involucró con el movimiento nacionalista nigeriano, así como sus aventuras en la escuela y en las calles de su pueblo natal. Los críticos lo han llamado “una celebración de la maravilla que es la infancia”.
Queda claro que esta etapa de la vida marcó definitivamente la vocación y las preocupaciones futuras de este hombre alto, de manos largas.

¿Cuando usted era un niño cómo se encontró con la literatura, los libros, y qué cambió en usted?
Ése es un buen ejemplo: mi propio desarrollo, de lo que he estado hablando. A mí me interesaron los libros cuando era muy pequeño. Tenía dos años de edad. Mi padre era maestro, y me fascinaba descubrir qué hacía en su escritorio todo el tiempo. Estaba en comunicación con los libros, literalmente en una especie de comunión con los libros todo el tiempo. Y yo me interesé: ¿qué había entre ellos?

Así que (me lo han contado, porque yo no lo recuerdo) empecé a cargar libros, y he visto a otros chicos hacer lo mismo, por cierto, no creo que yo fuera excepcional: tomar los libros y fingir que te puedes comunicar con ellos, ya sea boca arriba, boca abajo, como sea.

En mi caso yo era un niño muy curioso, y realmente quería saber, así que comencé a leer a una edad verdaderamente increíble. De acuerdo con el testimonio de mi primera maestra, ya era capaz de deletrear palabras de un libro a los dos años y medio de edad.
Esa fue la razón por la cual quedé fascinado con la palabra escrita, y entonces, por supuesto, leía cuentos, así que dije: bueno, yo tengo mis propias historias, y se las contaba a mis compañeros y a mis amigos. Algunas veces estaban basadas en libros que había leído y otras en mi propia imaginación.

Y creo que esto afecta a mucha gente. Es como alguien que ve los edificios y luego quiere convertirse en un arquitecto porque está fascinado con la estructura, los aspectos prácticos y los aspectos estéticos de los edificios. La literatura no es diferente de eso.
Presidente del hoy desparecido Parlamento Internacional de Escritores (PIE) de 1997 al año 2000, se ha dedicado a establecer casas refugio para escritores exiliados. Como él mismo dice: “para escritores que necesitaran un descanso de la persecución, acoso y otros motivos políticos”. En abril de 2003 asistió a la inauguración de la Casa del Escritor Refugiado de Puebla, proyecto que el entonces Secretario de Cultura del estado (durante el sexenio de Melquiades Morales Flores) el escritor Pedro Ángel Palou, gestionó ante el PIE.

Sin embargo, la indiferencia del siguiente gobernador, Mario Marín, a la causa de los escritores perseguidos, casi llevó al abandono total del proyecto menos de tres años después. Soyinka se reunió con el gobernador para que la casa mantuviera su misión, ahora como parte de Cities of Refuge North America, organismo creado cuando se disolvió el PIE, pero tampoco consiguió nada.

En cambio, la Casa Refugio Citlaltépetl en la Ciudad de México, que dirige Phillipe Ollé Laprune, permanece como un ejemplo de que este esfuerzo de Soyinka y otros escritores como Salman Rushdie, no fue del todo en vano en nuestro país.

¿Cómo se involucró en ayudar a los escritores perseguidos a exiliarse en otros países?
Aquí hay otro tema: solamente me involucré con todo el concepto de libertad, me involucré con ese principio casi como una religión.

Creo que tiene que ver con haber visto ejemplos de la negación de la libertad; sentir, intuitivamente, que eso no estaba bien.

Creo que la gente se ve reducida cuando tiene miedo. La humanidad se ve disminuida; ya no son seres humanos completos, y quizá yo prefiero vivir completamente y con seres humanos completos. Por eso encuentro intolerable que alguien, porque se quiere sentir más grande, más rico, más poderoso, despoje a otros seres humanos de su propia naturaleza humana.

En el libro Clima de miedo (Tusquets, 2007), el Premio Nobel advierte sobre el peligro de los fundamentalismos. Imposible no preguntarle, entonces, sobre sus tendencias ideológicas en la actualidad.

¿Usted se inclina más por un pensamiento de izquierda?, ¿qué piensa de los extremismos?
Acabas de poner el dedo en el tema: básicamente mi orientación es socialista. Creo mucho en la erradicación de las clases sociales, la no distinción entre un ser humano de otro sobre las bases de género, raza, origen étnico o posición en la sociedad. Creo que estas distinciones de grupo deberían ser eliminadas tanto como se pueda… Es imposible, es puramente romántico pensar que se podrían eliminar completamente, pero deberíamos reducirlas a un nivel que se conviertan en virtualmente imperceptibles.

Además, creo con firmeza que todas las funciones de la sociedad deben ser socializadas de modo que contengan elementos de comunidad. Que las cosas se atribuyan a un individuo en particular por un talento o una inclinación especial que éste tenga, no por la posición que ocupe en la sociedad.

Hasta ahí puede llegar el socialismo. Podríamos hablar todo el día, y elaborar teorías, pero tenemos marxistas extremistas, como aquellos que teníamos antes de que cayera el muro de Berlín y todas esas descalificaciones del marxismo, que eran tan extremistas como los fundamentalistas religiosos. Ejercitan el poder de manera que no puedes cuestionar un pequeño artículo del libro sagrado, así se trate de un libro críptico o del libro secular. La gente ya no puede pensar por sí misma, eso es un crimen. Y llevará, eventualmente a la reducción del pensamiento socialista. Los fundamentalistas religiosos y los marxistas extremistas están cometiendo exactamente el mismo error.

Entonces, ¿qué le queda a la humanidad?
El humanismo. Creer en los atributos irreductibles de todo ser humano y luchar por esos elementos irreductibles. Y una de esas propiedades irreductibles es la libertad.

Durante su estancia en la ciudad veracruzana ese 2012 para participar en el Hay Festival, el único momento en el que a Wole Soyinka se le vio francamente molesto fue un día después de esta entrevista. Aunque se cuidó de hablar en voz baja, sus palabras llegaron hasta la mesa del comedor en donde esta reportera cenaba con un par de colegas periodistas, un editor español y dos jóvenes escritores. El Premio Nobel le preguntó a una persona de la organización que en dónde podía encontrar a Cristina Fuentes La Roche, directora del Festival para España y América Latina, porque lo llevaron a una reunión con el gobernador (Javier Duarte) sin decirle a dónde iba.

“Si lo hubiera sabido”, dijo Soyinka, “no habría aceptado”.

Fuente | Esta entrevista se realizó en el año 2012, durante el Hay Festival en la ciudad de Xalapa. Texto: Irma Gallo.