A mi hermano
Un día, si no fuera siempre huyendo,
me sentaré en tu tumba con agudo
dolor, ¡oh hermano de mi amor!, gimiendo
que tan joven hallaras fin tan crudo.
Sola hoy la Madre, lágrimas vertiendo,
habla de mí con tu cadáver mudo;
mas yo ambos brazos vanamente os tiendo
y de lejos mi dulce hogar saludo.
Siento tus mismos males torticeros,
y al puerto pido paz do te acogiste,
ya fatigado de estos mares fieros.
Es la última esperanza que me asiste;
¡siquiera mis huesos, píos extranjeros,
volved al pecho de la madre triste!
Los sepulcros
Poema italiano de Hugo Fóscolo a Hipólito Pindemonte
¿Del ciprés a la sombra, en rica urna
bañada por el llanto, es menos duro
el sueño de la muerte? Cuando yazga
yo de la tumba en el helado seno,
y no contemple más del sol la lumbre
dorar las mieses, fecundar la tierra,
y de yerbas cubrirla y de animales,
y cuando bellas, de ilusión henchidas,
no pasen ya mis fugitivas horas,
ni, dulce amigo, tu cantar escuche
que en armonía lúgubre resuena;
ni en mi pecho el amor, ni arda en mi mente
el puro aliento de las sacras Musas,
¿bastará a consolarme yerto mármol
que mis huesos distinga entre infinitos
que en la tierra y el mar siembra la Muerte?
En Zakynthos
Nunca pisaré tierra y sentiré tu playa
como lo sentí como un niño descalzo,
o verte vacilar al alcance del viento
del mar portador de la diosa. Tu eras la isla
Venus hizo con su primera sonrisa
Zakynthos, el momento en que nació.
Ninguna canción abrazó tu cielo frondoso
ni siquiera el que cantó la tormenta fatal
y cómo Ulises, sus desgracias pasadas
y hermosa con fama, navegó a casa por fin.
Algunos no volverán: yo también
ofender a los poderes fácticos, estoy prohibido
desde casa. Oh tierra materna
mis palabras son todo lo que tengo que enviarte
——————————————————————————————————————————–
En Zakynthos
Nunca más volveré a tocar las costas sagradas
donde yace el cuerpo de mi pequeño hijo,
Zakynthos my, que te refleja en
las olas del mar griego del que nació la virgen.
Venus, y festejó esas islas fructíferas
con su primera sonrisa, por lo que no se calló
sus nubes límpidas y sus ramas se
inclinaran hacia quien la riega
cantó fatal, y el exilio diferente
por el cual bello de fama y desgracia
besó a su tacaño Itaca Ulisse.
No eres más que la canción que tendrás del hijo
o de mi madre tierra; a nosotros nos prescribió el
destino entierro roto.
A la amada
Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frío el aire y de sombras ya cubierto,
donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.
Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allí donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.
Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?
A la noche
Quizás por la fatal quietud
eres la imagen, eres querido para mí
o Tarde! Y cuando te enamoras feliz
las nubes veraniegas y los serenos zephyrs,
Quizás porque eres la imagen de ese silencio fatal
tan querido para mí, tienes como,
¡Oh, tarde! Y cuando felices nubes de verano
y el suave viento del oeste es tu escolta,
y cuando está inquieto por el aire nevado
oscuridad y mucho menos al universo,
siempre baja invocado, y en secreto
caminos de mi corazón guardan dulcemente.
y cuando desde nevadas alturas inquietas
envías sombras y oscuridad al mundo,
desciendes convocado siempre, y sostienes suavemente
Los caminos secretos de mi corazón.
Vagar me haces con mis pensamientos en la noche
que van a la nada eterna; y mientras tanto huye
este tiempo culpable, y con él las multitudes
Haces que mis pensamientos vaguen formas
que se desvanecen en nada eterno; mientras tanto
este tiempo maldito huye, y con él, la multitud
del cuidado con el que se derrite;
y mientras miro tu paz, él duerme
ese guerrero enérgico que entra me ruge.
de preocupaciones con las que me destruye;
y mientras miro tu paz, ese espíritu guerrero
duerme, que aún ruge dentro de mí.
Traducido por Nick Benson.
En tiempos de las bárbaras naciones
En tiempos de las bárbaras naciones
de las cruces colgaban los ladrones
hoy en en el siglo de las luces
del cuello del ladrón cuelgan las cruces.
Autorretrato
Surco Tengo frente, ojos huecos atentos;
Crin leonado, mejillas emanadas, aspecto atrevido;
Un tumid labio iluminado y dientes apretados,
cabeza inclinada, un hermoso cuello y un amplio cofre;
Solo miembros, vestido simplemente elegido;
Pasos de ratas, pensamientos, hechos, acentos,
sobrios, humanos, leales, pródigos, francos;
Contra el mundo, me opongo a los acontecimientos.
Talor de lenguaje, y a menudo de hombre valiente;
Lamento la mayoría de los días y solo, todo pensativo,
listo, imprudente, inquieto, tenaz:
De ricos vicios y virtudes, elogio el
trapo de Alla, pero corro donde le gusta al cor:
solo la muerte me dará fama y descanso.
Una musa
Sin embargo, me copias una canción de inmediato
en mis labios, Aonia Diva,
cuando mis años florecientes escaparon de
la temporada anterior, y mientras tanto detrás de ella
esto, que conmigo por el camino de las lágrimas,
desciende de Lethever a la orilla silenciosa:
no escuché tu llamada; ay! Solo
una chispa de tu espíritu está viva.
¡Y huyes en compañía de la hora,
oh Diosa! Pero me dejas en el pensamiento
membranas , y al futuro al miedo ciego.
Pero me doy cuenta, y amo de nuevo,
que el dolor que debe habitar conmigo
es difícil de dar rienda suelta a rimas dispersas y laboriosas.
Por la tarde
Quizás por la fatal calma
eres la imagen, eres querido para mí, ¡ven por la
noche! Y cuando
cortejas las nubes de verano y los serenos zephyrs,
y cuando está inquieto por el aire nevado
oscuridad y mucho tiempo al universo menos,
siempre se invoca, y las
formas secretas de mi corazón guardan dulcemente.
Vagar me haces con mis pensamientos en la noche
que van a la nada eterna; y mientras tanto huye de
este tiempo culpable, y con él pulula con él
del cuidado con el que se derrite;
y mientras miro tu paz, él duerme
el espíritu guerrero que ruge .
I
Porque tal vez de la fatal quietud
eres la imagen, soy feliz al verte,
oh noche, cuando alegres te cortejan
suaves brisas y nubes estivales;
y cuando traes con la tempestad
las tinieblas profundas e inquietantes,
te invoco siempre, y las secretas vías
del corazón con suavidad gobiernas.
Haces que el pensamiento se extravíe
por la senda que va a la eterna nada,
y huye este tiempo inicuo y con él marchan
las preocupaciones que me oprimen.
Miro tu paz y en mi interior se calma
el insaciable espíritu guerrero.
II
No soy quien fui; murió de mí gran parte,
y lo que queda es languidez y llanto.
Las hojas de laurel, las esperanzas
de mis jóvenes cantos, se han secado.
Desde que Marte y su licencia impía
con su sangriento manto me vistieron,
está ciega la mente y muerta el alma,
y las desgracias son mi arte y mi orgullo.
Y aunque el deseo de morir me viene,
a mi fiera razón cierran las puertas
ansia de gloria y caridad de hijo.
De la suerte, de mí y de otros, esclavo,
conozco lo mejor y no lo escojo
y sé invocar la muerte y no matarme.
III
Ya nunca tocaré la sacra orilla
donde de niño recosté mi cuerpo,
Zante mía, en las olas reflejada
del griego mar en que nació doncella
Venus, que hizo fecundas esas islas
con su sonrisa; así callar no pudo
ni tus límpidas nubes ni tus frondas
el verso célebre de quien las aguas
cantó fatales y el diverso exilio
por el que rico en fama y desventura
besó su pedregosa Itaca Ulises.
Solamente tendrás de tu hijo el canto,
materna tierra mía: nos prescribe
el hado no llorada sepultura.
IV
Un día, si no sigo siempre huyendo
de gente en gente, me verás, hermano,
llorar, sentado al pie de tu sepulcro,
la muerta flor de tus gentiles años.
Ahora, sólo nuestra anciana madre
habla de mí con tu ceniza muda:
sin ilusión os tiendo yo mis manos,
pues aunque vea nuestro hogar de lejos,
siento el numen adverso y los temores
que fueron tempestad para tu vida,
y pido yo también paz en tu puerto.
Hoy, de tanta esperanza, esto me queda,
gentes extrañas, que pongáis mis huesos
en el regazo de la madre triste.
Frases
01.
¡Dios! Tú ves mi miseria y sabrás ponerle fin.
02.
Me dejaré arrastrar por el brazo prepotente de mi destino.
03.
El recurso final del hombre destruido es el delito.
04.
[Sobre el ser humano] No veo más que un monstruo eternamente devorando, eternamente rumiando.
05.
El uso de las facultades que me concedió la naturaleza es el único placer que no depende de la ayuda de la opinión ajena.
06.
En la fama de los héroes se encuentra un cuarto de audacia, dos cuartos de destino, y el otro cuarto de sus crímenes.
07.
¿Más no vive el mortal, cuando ya muda es para él del mundo la armonía, si puede alimentar dulces recuerdos en los pechos amantes?
08.
Mas las iras del mundo y del destino olvidando por ti, por ti suspiro luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?
09.
El hombre no se da cuenta de cuánto puede hacer, más que cuando realiza intentos, medita y desea.
10.
Del mismo modo que la naturaleza tiende hacia el otoño, se va haciendo otoño en mí y en cuanto me rodea.
11.
Muchas veces me acuesto con el deseo, y a menudo con la esperanza, de no volver a despertar.
12.
El odio es la cadena más abominable con la que una persona puede obligar a otras.
13.
Corta es la vida y larga el arte. ¿De qué lado está usted?
14.
El arte no consiste en representar cosas nuevas, sino en representar con novedad.
15.
¿Tengo que decirte esto a ti que tantas veces has tenido que sobrellevar el peso de verme pasar de la tristeza a la loca extravagancia, de la dulce melancolía a la depravada pasión?
16.
Ella es sagrada para mí. En su presencia desaparecen todas las penas, confusiones, fantasías.
17.
¡Yo, que no conozco otra cosa, ni sé, ni tengo más que a ella!
18.
No veo más final para esta desdicha que la tumba.
19.
Un hombre tiene muchas vías de salvación, y como último remedio la tumba.
20.
La celeste correspondencia de amoroso afecto don es a los humanos otorgado.
21.
Toda lágrima enseña a los mortales una verdad.
22.
Los hábitos son la corrupción de nuestra naturaleza.
23.
Amor entre las sombras y el infierno, seguirá inmortal, omnipotente.
24.
Cuando Catón se suicidó, un pobre patricio llamado Cocio, le imitó. Al primero le admiraron, porque antes había buscado todas las salidas posibles; del otro se burlaron, pues por amor a la libertad sólo supo quitarse la vida.
25.
No sé para qué vine al mundo, ni cómo, ni qué hay en él, ni quién soy yo. Y si corro a investigarlo, vuelvo confundido por una ignorancia aún más espantosa. No sé qué es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma; y esta parte de mí, que piensa lo que escribo y reflexiona sobre todo y sobre sí misma, no puede conocerse jamás.
26.
Cuentan que hay una raza noble de caballos que, cuando se sienten muy sofocados y batidos, se muerden ellos mismos, por instinto, una vena para poder recobrar el aliento. Lo mismo me ocurre a mí muchas veces: quisiera abrirme una vena que me procurase libertad eterna.