Sargento

El fundamentalista mata sin otra finalidad que la de demostrar que no se volverá atrás y al tiempo, para poder no volverse atrás, para suplir la falta de convicción haciendo inevitable toda alternativa y así, a su vez, poder autoconvencerse de dicha inevitabilidad. Para ello precisa convencer a los no fundamentalistas de que su desafío es real. El fundamentalista, para existir como tal, precisa de la convicción de los que no lo son porque en lugar de convicción lo único que tiene es puro miedo, miedo a cualquier otra alternativa, a cualquier otra posibilidad, miedo a la diferencia y a la indiferencia. El fundamentalista odia las alternativas porque tiene miedo de ser algo diferente de lo que es, miedo a cambiar y miedo también a los que le recuerdan con su presencia que hay otras formas de convivencia, miedo a esas otras formas y miedo a las personas que forman parte de esas otras formas.