Orfeo
Gozaba juvenil el Trace Orfeo
De libre edad la primavera ociosa,
Dando á sus afios regalado empleo
La lira dulcemente numerosa:
No al vinculo legal del Himeneo
Afectos cede , ni á ia Cipria Diosa,
Qual si anteviera el ánimo presago
Ya por su medio el venidero estrago.
Ama su voz, que en dulce melodía
de otro amor le divierte, i le enagena;
bien que la misma voz, con tirania,
toda hermosura libre a amar condena:
assi que en unas armas poseía
propria defensa, con ofensa agena,
siendo el sonoro canto (mientras pudo)
del Amor flecha, i a su flecha escudo.
Mas entre las beldades que atropella.
De inquieta llama causador y esento.
Fué la excepción Eurídice mas bella.
Que impuso apremios á su libre intento:
Ama vencido el que imperava, i ella
Juzga felicidad el vencimiento.
¡Ay quántas veces aduló engañosa
La desdicha , con máscara dichosa!
En la Ninfa gentil toda belleza
Su imperio ostenta, explica su tesoro,
Cielos cifra su rostro, su cabeza
Vierte sobre los hombros lluvias de oro:
Allí el halago, y virginal terneza
Gozo prometen y originan lloro:
Allí entre flores de vivaz semblante
Acónito mortal gustó el amante.
A Euridice, ya Numen de hermosura,
Cintia i Venus beldades inferiores
postran como a la luz del Sol mas pura
plebeyos astros ceden esplendores,
o a la rosa, que el murice pupura
cetro oloroso las silvestres flores.
Su docil genio, su pureza onesta
reciben culto de Minerva i Vesta.
Emulo varonil, hermoso opuesto
Fué el joven de la Ninfa generosa.
Donde el mérito pudo, contrapuesto,
Solicitar la unión mas amorosa:
Un pecho y otro á dominar dispuesto
Emprendió la victoria presurosa,
Mas á un tiempo, en amar, no precedidos
Se hallaron vencedores y vencidos.
A indisolubles vinculos estrechos
ya reduzen alternas aficiones,
i en la especie de Dicha satisfechos
se consienten reciprocas prisiones:
ya alverga un coraçon en ambos pechos,
o bien un alma en ambos coraçones:
fin que otorgassen al consorcio dino
piedad las amenazas del Destino
Cautelar pudo al advertido esposo
(Mas al amor la providencia implica)
De azares el concurso temeroso,
Que ya en su boda breve llanto indica.
No asiste Juno; no loquaz i airoso
El Dios nupcial su ceremonia esplica;
De obscura antorcha, con desorden ciego
Arde en su mano, reluchando el fuego.
1624
Soneto amoroso
Burla y blasona la corcilla o gama,
bien guarecida entre su bosque espeso,
del gran lebrel y acosador sabueso
cuyo ladrido la amenaza y llama.
Mas si, engañada de la hierba y grama,
al raso campo extiende el pie travieso,
muriendo paga su ligero exceso
y en vano el gremio de las selvas ama.
Así, mientras cerrado en mi aspereza
viví, burlaba, Amor, de tus rigores;
más engañóme un rostro lisonjero.
Salí de mí, siguiendo la belleza
de un paraíso con perpetuas flores,
donde a tus manos rigurosas muero.
Un amante abrasando las prendas de su amada
Pasó la primavera y el verano
de mi esperanza, y el agravio mío
en la estéril sazón del seco estío
entrega estos despojos a Vulcano.
Bien que el sagaz amor intenta en vano
oponer al incendio un hielo frío,
donde el turbado pecho pierde el brío
y se entorpece la cobarde mano.
Mas la razón, que mi derecho ampara,
quiero fomente el fuego merecido:
reliquias mueran de memorias mías.
Y el desengaño (como fénix rara),
que estuvo de mi llama consumido,
vivo renazca entre cenizas frías.
Afecto amoroso comunicado al silencio (fragmento)
Deja tu albergue oculto,
mudo silencio; que en el margen frío
deste sagrado río
y en este valle solitario inculto,
te aguarda el pecho mío.
Entra en mi pecho, y te diré medroso
lo que a ninguno digo,
de que es amor testigo,
y aun a ti revelarlo apenas oso.
Ven, ¡oh silencio fiel!, y escucha atento
tú sólo. y mi callado pensamiento.
Sabrás (mas no querría
me oyese el blando céfiro, y al eco
en algún tronco hueco
comunícase la palabra mía,
o que en el agua fría
el Betis escondido me escuchase);
sabrás que el cielo ordena
que con alegre pena
en dulces llamas de amor me abrase,
y que en su fuego, el corazón deshecho,
de sus tormentos viva satisfecho…
(…)
No quiera el cielo que a la dulce calma
de tu beldad serena
turbe una breve pena,
aunque mil siglos la padezca el alma;
dile, silencio, tú, con señas mudas
lo que ha ignorado siempre y tu no dudas.
Mas ¡ay! No se lo digas
que es forzoso decirlo en mi presencia,
y bien que la decencia
de tu recato advierto, al fin me obligas
que espere su sentencia,
y el temor ya me dice en voz expresa:
“No has sido poco osado
sólo en haberla amado:
no te abalances a mayor empresa;
basta que sepan tu amorosa historia
el secreto silencio y tu memoria”.
Vida y virtudes del venerable varón el P. M. Fray Luis de Granada, de la orden de Santo Domingo
En ti la sacra erudición y el celo,
elocuente piedad, afecto puro,
contra el poder fatal erigen muro,
sobre el tiempo veloz levantan vuelo.
De lo mortal viviente el frágil velo
halla en tu efigie lo inmortal seguro,
y en débil carta y lineamiento oscuro,
más duración y luz que el sol y el cielo.
¡Oh en voz divina, oráculo no humano!
Poco te ofrece en el trasunto el arte,
bien que animar pretenda tus cenizas.
El interés mayor logra mi mano,
que en sus líneas presume eternizarte
y, en ti mismo, eres tú quien la eternizas.
Cuarteto de Juan de Jáuregui dedicado a Lorenzo Ramírez de Prado
Mi estilo figuró tu rostro mudo
Sin que tu ingenio figurar presuma:
Mas píntelo tu voz y diestra pluma,
Pues ni mi estilo ni mi lengua pudo.
Al retrato de Baltasar del Alcáçar debuxado por Francisco Pacheco
Aquí tu animado aliento,
Y en él tu ingenio sutil
¡oh Alcázar, por siglos mil
Vive en sutil lineamiento;
tanto puede dar de aumento
a la vida un corregido
trasunto, más parecido
que a la misma voz el eco:
así, en líneas de Pacheco
vemos tu ser repetido.
Con recíproco favor
consigues, noble andaluz,
aplauso de inmortal luz,
y en ti le alcanza el pintor;
ambos de tan alto honor
es bien gocéis igual parte,
y que por blasón del arte,
con recompensas felices,
en tu imagen le eternices,
pues él pudo eternizarte.
Nota: Se desconoce cuál fue la fecha exacta de composición de las dos décimas, pero pudo ser antes de 1606, fecha en la que murió Baltasar del Alcázar, ya que las dos piezas parecen haberse redactado en vida del poeta hispalense.
Cuatro octavas al retrato de Arias Montano
En la que ya esculpió la mano tuya
estatua, ¡oh Fidias!, a Minerva argiva
graban tu nombre los sinceles, cuya
seña guarda inmortal la peña viva;
pues sólo cuando su labor destruya
la injuria de los siglos sucesiva,
podrán, postrados los fragmentos bellos,
confundir los carácteres en ellos.
Mayor imagen de la sabia diosa
fabricar vemos por el gran Montano,
pues, más coloso, labra en su estudiosa
oficina el ingenio, que la mano;
Minerva en estas aras más gloriosa
ostenta preferido al docto hispano,
que en relievos de espíritu sutiles
mármores vence y cortes de buriles.
Y en labor tanta, con sincel divino
su nombre esculpe, superior trofeo,
donde el carácter patrio y peregrino
le consagra al católico liceo.
Honra a Montano el ático y latino,
mosaico y siro, el árabe y caldeo;
ni algún dialecto construcción contiene
donde igual nombre redunde y suene.
Vivirás, ¡oh Montano!, en cuanto el labio
humano explique voz, y en coro alterno
viva de Palas ínclita lo sabio,
y de la sacra página lo eterno.
Llore el sepulcro su segundo agravio,
pues niegan líneas de pincel moderno,
que aún las cenizas póstumas ultrajen
tu inmortal ser, y vives en su imagen.
A una estatua del rey Filipo III, esculpida por insigne artífice toscano
Lisipo, a solas, el trasunto vero
pudo esculpir del macedonio Marte,
do, reguladas fortaleza y arte,
fue el escultor igual a su guerrero.
Pues tú que agora juntas, Marte ibero,
al mundo antiguo tu segunda parte,
bien debe, quien intenta figurarte,
sobrar la industria del buril primero.
Mas como de Alejandro el soberano
reino te aumenta el cielo, gran Filipo,
así te da escultor que al suyo excede.
Ya ves docta labor en tosca mano,
que, oscureciendo el arte de Lisipo,
tu espíritu infundir al mármol puede.
A una medalla esculpida en oro, con el retrato del rey Felipo III, y una empresa del mismo
Esta imperial efigie, en oro impresa,
cuya labor a su materia excede,
demuestra en voz expresa
cuánto el ingenio con el arte puede.
Filipo, aquí, por generosa empresa,
el ínclito león describe hispano,
que su derecha mano
empuña regia lanza, y amenaza
crudo rigor, y la siniestra abraza
de oliva un ramo tierno
y la sagrada cruz (blasón eterno).
Así denota que la paz y amparo
ofrece al más humilde y observante
de la cristiana fe; y al arrogante
de errada seta, observador avaro,
promete rigurosa
guerra, con mano acerba y poderosa:
tanto a los unos áspero y airado,
cuanto a los otros plácido y clemente.
Esto dijera mismo el figurado
generoso león, que denodado
respira, vive y siente;
mas rehusó el artífice prudente
el dar a su viveza
la voz que le negó naturaleza.
A don Pedro de Castro, conde de Lemos y presidente de las Indias, en muerte de su hermano don Fernando de Castro, conde de Gelves
¿Qué ingenio ya de Zeuxis o Lisipo
a figurar bastara, o qué Timante,
nuevo dolor, que a todos anticipo?
Nota: El poeta alude a célebres artistas como Zeuxis, pintor griego del siglo V a. C., Lisipo, escultor del siglo IV a. C., y Timantes, pintor griego del siglo IV a. C.