Sólo un viaje más
A Juan Pablo II
Cuánto tendrás que decir,
y ya no puedes hablar,
tu voz se empezó a apagar en tu garganta afligida.
Se te está yendo la vida, como un ocaso de invierno,
tu semblante dulce y tierno,
se va apagando enseguida.
Parece que es tu partida,
a los confines del cielo,
un viaje más de consuelo, como tantos en la tierra.
Esta despedida encierra, llanto y dolor en tu grey,
luto en la sagrada ley,
en tu Iglesia que hoy se aterra.
Tu cuerpo sufre y se aferra,
como Jesús en la cruz,
Tú entre tu blanco capuz, te extingues ya lentamente.
Un mundo entero de gente, se desgarra en el dolor,
los brazos de tu señor,
te reciben dulcemente.
Ya vas en viaje ascendente,
donde no existe el dolor,
a un paraíso de amor, donde no hay enfermedad.
Allá no verás maldad, dolo, traición ni perfidia,
allí no hay celo ni envidia,
tan sólo felicidad.
Hasta siempre Santidad,
ve al cielo que te merece,
deja que el mundo te rece, pidiendo resignación.
Llévate mi corazón, mi poema y mi simpleza,
mi fe, mi amor y promesa,
con la más límpida unción.
¿Dónde está la paz?
Que fácil nos resulta pronunciarla,
hasta podemos por doquier gritarla.
Que difícil resulta hallar la paz,
por el favor de Dios ¿A dónde estás?
En la entraña del hombre montaraz,
el no quiere entender ¡Sangre, no más!
La paz se ha convertido en una estrella.
Inalcanzable, por ser la más bella.
Vamos hasta los cielos a buscarla,
nuestra pluma es el arma más audaz,
contra el que irresponsable la atropella.
Mi vida… para amarte
Doy gracias a mi Dios por colocarte,
como tea en lo oscuro de mi senda.
Ángel del cielo, mi amor, mi cara prenda
aquí estoy con mi vida…, para amarte.
El cielo te ubicó para encontrarte,
bendigo agradecido aquella fecha.
Desde entonces con mi alma satisfecha,
aquí estoy, con mi vida…, para amarte.
Permíteme vivir para adorarte,
con la fuerza de todos mis sentidos.
dispuesto, con mi vida…, para amarte.
Mis arrestos serán para cantarte
son tuyos mis poemas más queridos.
Escritos, con mi vida…, para amarte.
Mujer
Sabia inspiración de Dios,
la mujer, sagrado nombre,
para acompañar al hombre, y hacer la vida entre dos.
Solo, hubiese sido atroz, frente a la naturaleza,
sin su amor, sin su belleza
y el arrullo de su voz.
Mujer inicio de vida,
hacedora del vivir,
mujer razón de existir, valiosa prenda querida.
Adorada, consentida, calor y luz de la hoguera,
insufrible compañera
al dar su amor sin medida.
Obra del gran Creador,
por darnos fe y alegría,
mujer la Virgen María, madre de nuestro Señor,
de alma dulce, fe y valor, ofrendando a su hijo amado,
por el precio del pecado,
de un mundo lleno de horror.
Amorosa madre buena,
tierna esposa diligente,
fiel amiga, confidente, cuando la duda nos llena.
Nos arenga, nos serena, con su cariño sincero,
señalando el derrotero
que mejor vale la pena.
Mujer causa del desvelo
de mi pecho enamorado.
Eres tú el lucero ansiado, mi sueño, mi caro anhelo,
tus besos me dan consuelo, tu aliento me hace vivir,
duermo tranquilo al sentir
el aroma de tu pelo.
Madre adolescente
Madre arrastrando a tu hijo de la mano
por la senda lodosa de la vida.
tu faz adolescente y escondida,
es muesca y huella de un amor temprano.
Todo a tu alrededor es un pantano,
la gente va diciendo «la perdida»
Tira su piedra la mano escondida
del vecino, severo y puritano.
Cárgate de valor, y échale ganas,
mira ese sol que alumbra las mañanas
y enfrenta tu batalla con denuedo
Cometerás seguro mil errores
más si vuelve el amor, ya sin temores,
como un buen matador…, tírate al ruedo.
No me sueltes madre mía
Solloza mi corazón entristecido,
al recordarte como eras madre mía,
no he dejado de pensarte un solo día,
eres mi ángel en los años que he vivido.
Mas pareciera que el tiempo se ha dormido,
te veo infausto en la paz de tu agonía,
creo puedo hasta escribir tu letanía,
más el encargo le hiciste a tu engreído.
Sólo Tú puedes llenar mi alma vacía,
cuando errante por el mundo voy perdido
y apelo a ti…, mi entrañable compañía.
Sigue viviendo en mi sangre y su latido,
no me sueltes de tu mano madre mía,
te precisa mucho más…, tu hijo querido.
Madre… sé que eres tú
Madre que sales
cuando aún yo duermo,
dándome un beso que lo siento apenas,
sé que eres tú, porque ese es tu perfume,
lo llevo aquí en lo más profundo de mis venas.
Tengo que trabajar
siempre me dices,
cuando pregunto si estarás mañana,
lo que sí…, no comprendo madre mía,
¿Por qué no alcanza, lo que papá gana?.
Ya no hay televisión,
cine, ni radio,
sólo reloj en tu apresuramiento,
te ves delgada pero estás contenta,
hablabas con papá de un gran aumento.
¿Sabes mamá?
Muy pronto seré grande,
entonces cumpliré con mi promesa,
de verte en casa como siempre quise,
y no explotada…, por ninguna empresa.
La madre lo es todo
Madre es la que con amor
nos concibe enamorada,
va acariciando callada
la pasión de su interior.
La que pare con dolor entre gemidos y risa,
la que en su mente eterniza, a su hijo en dulce candor.
Madre es la que con valor
con su niño en el regazo,
burla al mundo y se abre paso,
entre la espina y la flor.
Madre es el buen sembrador cultivando su semilla,
hasta obtener la gavilla con sacrificio y sudor.
Madre es el mejor doctor
en nuestras noches de fiebre,
madre es el eximio orfebre,
esturgando nuestro error.
Es madre el nato escultor moldeando con sus manos,
hijos útiles y sanos para un futuro mejor.
Madre es el buen confesor
que nos escucha y nos guía,
madre es la que da alegría
con su cariño y calor.
La madre es un defensor luchando cual fiera herida,
pudiendo ofrendar su vida, por sus hijos sin temor.
Es el hombro apañador
en la duda y la tristeza,
es garantía en la mesa,
asegurando el sabor.
La madre pone el dulzor a la amargura y la pena,
nunca culpa ni condena, siempre quiere lo mejor.
Madre es el fiel guardador
el ángel más sacrosanto,
que nos vela en el quebranto
dándonos paz y vigor.
Cual divino intercesor es puente que va hacia Dios,
como la madre no hay dos ¡Querámoslo con fervor!
Madre soltera
Tierna, accesible y casta
caíste en la celada
creyendo enamorada en el ángel de tu mente.
Entraste en la maraña de una selva emboscada
quedándote atrapada
en la oscura pendiente.
Con la nívea asechanza
del mundo adolescente
tropezaste inocente embriagada de amor.
Lo diste sin reserva confiando ciegamente
tu cuerpo pubescente
con todo su candor.
Con tus escasos años
cargada de valor
soportaste el dolor de parir con cariño.
Demostraste así a todos con entraña y ardor
que nunca es deshonor
la presencia de un niño.
Sin malicia ni nada
mostraste tu corpiño,
tu rostro en desaliño pálido y muy sentido.
Amamantando a tu hijo con sonrisa y un guiño,
blanco como el armiño…,
tu retoño querido.
Llorosa y sonriente
piensas en el olvido,
suspiras lo vivido meciendo en tu regazo.
Más luego te conformas todo no lo has perdido,
de aquel hombre bandido…,
tienes ahí un pedazo.
El cielo no perdona
todo tiene su plazo
seguimos por un trazo que ha delineado Dios.
Tu hijo será tu fuerza y un poderoso lazo
hasta que un nuevo abrazo
los estreche a los dos.
Desnuda… para mí
Estás desnuda y en quietud silente
como el arpa de Becker…, solitaria.
Tal vez soñando una mano imaginaria
que acaricie tu cuerpo
totalmente.
La imagen que concibes con ternura,
también desnudo ahí…, junto a tu lado,
corre a ti cual caballo desbocado
sin rienda, sin bozal
y sin montura.
Al ver tu desnudez mi sed apura,
mas no quiero beberte en un segundo.
Desnuda he de sacarte de este mundo
al cielo, para amarnos
con locura.
Llegué casi hasta ti sin que me vieres,
estás justo al alcance de mi garra,
miro ansioso tu espalda de guitarra
te puedo ya tocar…,
si lo prefieres.
Ven a mis brazos si también te mueres
de la misma ansiedad que me enloquece.
Seremos de los dos, si te parece
sellando que te quiero
y tú me quieres.
Eres tú de mi Dios, bello presente
sin envolturas, cintas ni etiqueta.
Justo eres lo que indica mi receta,
desnuda para mí…,
absolutamente.
Qué noche
Fue la noche más oscura
que había tenido mi vida,
solo, empuñando la herida
de mi trágica amargura.
Allí supe cuánto apura,
dentro del pecho una pena,
y el alma mustia se llena,
de lágrimas y tristeza,
desgranando la vileza,
del que impone la condena.
Para otra tristeza ajena
la mía no tiene igual,
se desborda en un caudal
y en mi corazón se llena.
La mujer que creí buena,
donde cifré mis anhelos,
pérfida, me alzó a los cielos,
con falsos besos de fuego,
su entrega me volvió ciego,
con sólo Ella en mis desvelos.
En un infierno de celos
intento dormir en vano,
paso la noche de plano
en suspiros y pañuelos.
Mi alma rueda por los suelos,
ya no está más a mi lado,
yo todo le había dado,
con entero y puro amor.
No le importó mi dolor,
por vivir en su pecado.
¿Seré poeta?
Niño en mi fascinación
al urdir una cuarteta,
esto que hago ¿Es ser poeta?
pregunté a mi corazón.
Me inquieté con más razón
frente a Vallejo y Chocano,
los renglones de mi mano
eran sólo una ilusión.
Necesité aclaración
de mi madre y mi maestro,
ella sabía y él un diestro
para verter su opinión.
Hablaron de inspiración
más cosas sobre mi edad,
de responsabilidad,
de futuro y vocación.
Entendí la explicación
dada con tanto cariño,
se aferró mi alma de niño
a las letras con pasión.
Me volqué con más tesón
huérfano, triste y sombrío,
le escribí a mi madre, al río
a la luna y al panteón.
Mi fuente de inspiración
fue la gran naturaleza,
la pradera y su belleza
incentivó mi emoción.
El cielo fue mi razón
mi dolor, mi angustia y pena,
sobre las piedras y arena
escribí mi ensoñación.
Despertó mi corazón
adolescente y travieso,
buscando el abrazo y beso
como un águila o halcón.
Explosionó mi afición,
al vaivén del gran amor,
un mundo de otro color
acaparó mi atención.
Tocado en el corazón
por el alma de mi amada,
brotó como una cascada
mi novicia aspiración.
Despertó más mi afición
con una ansia inusitada,
mi noche se hizo alborada
y mis letras un embrión.
Al mundo pido perdón
por mi canto y mi trompeta,
no sé… si seré poeta,
halcón o simple gorrión.
No sigo ningún guion,
ni requiero una etiqueta,
puedo ser anacoreta,
cóndor, o simple pichón.
El agua de la vida
Desde que la vida es vida, fue el agua su gran razón,
no hay ninguna otra opinión, que encuentre mejor cabida.
Es origen y guarida,
de todo lo que se mueve,
es sangre, nivel, relieve,
y salud como bebida.
El agua es en gran medida, el más valioso argumento,
afirma el convencimiento, que hay un Dios de gran poder.
Agua es el reverdecer,
del páramo moribundo,
agua es el valle fecundo,
que el hombre hace florecer.
En lluvia va por doquier, embelleciendo los prados,
bendita, ahuyenta pecados, sólida forma el glaciar.
Hace el insondable mar,
los ríos y hermosos lagos,
en nuestra pena y estragos,
es líquido lacrimal.
La caída de un caudal, es fuerza, luz y energía,
el agua es más todavía, confianza del sembrador.
Hierba verde del pastor,
baño de la selva umbría,
esperanza y alegría,
del gañán trabajador.
El agua aplaca el calor, del soldado en la batalla,
del náufrago cuando encalla, viendo la muerte venir.
Fue el vinagre que al morir,
Cristo ensalivó sediento,
es bautismo y juramento,
que a Dios nos hace admitir.
Sin agua no hay más vivir, sin agua todo es inerte,
sed, enfermedad y muerte, en el mundo se vería,
Polvo y desierto sería,
todo mustio y sepulcral,
la tierra sin manantial,
agrietada de sequía.
No aceptemos la avería, del que lo quiera ensuciar,
o pretenda utilizar, para otro protervo fin,
como aquel minero ruin,
que sin piedad ni decoro,
separa con agua el oro,
inconsciente y malandrín.
Tentación
Exótica belleza, piel bronceada
cual esfinge romana o parisién,
Ondina de fructíferas quebradas,
Eva hermosa…, escapada del Edén.
Las delicias que acoges en tus brazos
que mortal no quisiera ya tomarlas,
quedarse eternamente en tu regazo,
y hasta la última gota disfrutarlas.
Tu mirada de Gioconda, picaresca,
tu atuendo generoso en cual reflejas,
como quieres que al verla no apetezca,
por tu fruta…, moriría entre las rejas.
Me ganó la tentación de tu presencia,
lo que llevas en tus manos primorosas,
el color de tus senos me sentencia,
sólo espero…, las gélidas esposas.
El niño provinciano
Como las aves más bellas
llega al mundo el provinciano,
con su “cachanga” en la mano
a la luz de las estrellas.
O en una noche de aquellas
de tormentoso aguacero,
entre Diciembre y Enero
de neblina en la lomada,
el tronar de la quebrada,
agua turbia, invierno fiero.
En la choza de un potrero
junto el verde pastizal,
allí nace cual zorzal
como gorrión o jilguero.
Disputándole al ternero
su madre y su leche fresca,
antes que bien amanezca
sentado frente al bracero
va mirando el gallinero
y el huevo que le apetezca.
Aunque raro nos parezca
va creciendo el campesino,
imprimiendo a su destino
el campo como una muesca.
Por más que sufra y padezca
allí entre el maíz y el trigo,
es el verdadero amigo
que hallamos bajo un sombrero,
puro…, corazón entero,
su tierra y Dios de testigo.
El orgullo de ser maestro
Podrán haber en el mundo
las mil y una profesiones,
que exacerben las pasiones
del hombre sabio y fecundo.
Más en mi sentir rotundo, hay una, como no hay dos,
la que está cerca de Dios, por su entrega y sacrificio,
salvando del precipicio, con su acreditada voz.
Tu buen trato se ha grabado
como un eco en la caverna,
tu palmada se hace eterna
junto al recuerdo sagrado.
Con sapiencia haz burilado la disciplina y constancia,
sacudiendo la ignorancia, de los pueblos en atraso,
fijando así el primer paso, de la niñez y su infancia.
Puedes sentirte orgulloso
por ser ejemplo y guion,
de entregarte con pasión
sacrificado y virtuoso.
Sabio maestro celoso, de la conducta derecha,
te regalo en esta fecha, mis lágrimas, mi alegría,
pases el más lindo día, contemplando tu cosecha.
Adiós maestra querida
Nos vamos maestra,
maestra querida
el tiempo a su lado
fue como un rosal,
hemos aprendido
que es así la vida,
también lo más bello…
tiene su final.
Llevamos tatuada
muy dentro del alma
su imagen amiga
de madre y hermana.
Puede estar segura
que lleva la palma
y un recuerdo dulce
en nuestra mañana.
Su sabia enseñanza
se queda esculpida
en nuestra conciencia
de inocuo candor.
Cuando estemos grandes
la historia vivida,
será reseñada
con grandioso amor.
A partir de ahora
nos dispersaremos,
como hacen los ríos
en su recorrer.
Querida maestra
hoy te prometemos,
no dejarte nunca…,
nunca de querer.
Quien sabe la vida
nos lleve muy lejos
y a pesar de todo
no nos veamos más.
Su luz de maestra
será como espejos,
irradiando todo
de amor y de paz.
Yo quería
Yo quería ver cerca solamente,
el agua limpia de la hermosa fuente.
Pregunté al santo de los imposibles
postrado entre las voces inaudibles
de las rocas y helechos apacibles.
¿Por qué dos almas son incompatibles?
A pesar de estar fuera de los lodos
yo quería saber de todos modos.
Dijo mi santo: Espera, sabiamente,
el amor tiene lados muy terribles,
pero es dulce, en sus últimos recodos.
El encanto del amor
Cientos de grandes poetas
nos pintan con galanura,
el amor y su dulzura, el embrujo y la pasión.
Escriben con emoción sobre el dichoso momento,
cuando aflora el sentimiento
de adentro del corazón.
Yo sólo en esta ocasión
intentaré ser preciso,
sobre el encanto y hechizo que en la vida nos asalta.
Cuando nuestro pecho salta rompiendo el frágil cristal,
de nuestra alma virginal
por “ese algo” que nos falta.
Su desplante nos exalta
su “no sé qué” nos cautiva,
su bella mirada esquiva o ese coqueto mohín.
Su locura de arlequín, suaves frases de cariño,
tierna sonrisa de niño
o de blanco querubín.
Nos trasporta a otro confín
con sólo su cercanía,
resplandece la alegría en los ojos y el andar.
Nuestro ser es un vibrar de emociones contenidas,
cuántas caricias dormidas
esperando despertar.
Nos da ganas de llorar
en la dicha y embeleso,
después de ese primer beso imposible de borrar.
Con afición de juglar tarareamos mil canciones,
con hermosas sensaciones
que quisiéramos cantar.
Que bonito despertar
después de haberlo soñado,
jurando a mi ser amado ¡¡Yo sólo te quiero a ti!!
No sabes lo que sentí dentro de mi mente loca,
ensalívate la boca
que ahí está el sabor a mí.
Amores y amores
Amor de quince años, cielos de ilusión,
que agitan el alma, la fe y la razón.
Ensayos de un beso,
perfume… canción,
latidos ardientes
de un buen corazón.
Amor de una noche, mentira y verdad,
trastoca… nos hiere nuestra realidad.
Nos mira, nos toca,
nos besa y se va,
fingiendo cariño,
mintiendo amistad.
Amor en silencio, distante y vacío,
incurable insomnio, loco desvarío.
Amor como noches,
de lluvia, de hastío,
soledad helada…
corazón umbrío.
Amor de la calle, esquivo y prohibido,
raudo, impetuoso, calor de otro nido.
mujer diferente,
o extraño marido,
vida pasajera…,
un tiempo perdido.
Amor verdadero, limpio sentimiento,
nos lleva y nos trae cual velas al viento.
Nos tiene felices
en todo momento,
con besos, caricias,
voluntad y aliento
Siempre, siempre
Cuántas veces como hoy me he preguntado
si siempre me has amado y me amarás.
Mi corazón me responde enamorado:
Ella te ama a lo lejos… más y más.
Termino casi siempre desgastado,
te llamo; pero siempre tú no estás,
cómo ansío tenerte aquí a mi lado,
más llegas… como un ángel y te vas.
¿Siempre serán así nuestras dos vidas,
soñar el uno al otro imaginando,
con nuestros labios abiertos para un beso?
De mi parte siempre sigo aquí esperando,
y siempre te amaré, más no me pidas
que me olvide de ti…, yo no puedo eso.
Los mendigos
Mendigos, no sólo son
los que vagan mal vestidos,
entre las calles perdidos
suscitando compasión.
Los que habitan un rincón temblando de sed y frío,
con su estómago vacío, limosneando por doquier,
esperando un pan de ayer, en su oscuro desvarío.
En la misma situación
ricos de terno y corbata,
en su soledad que mata
con nada en su corazón.
Mascullan con desazón, teniendo techo y dinero,
buscan en su desespero, de amor, un sólo pedazo,
una palmada, un abrazo, tan igual que un limosnero.
Unos sufren por un pan,
los otros claman cariño,
tan frágiles como un niño
ambos por el mundo van.
Al fin los dos caerán, en el fango de su suerte,
igualados por la muerte, que no distingue en su paso,
cuando se ha cumplido el plazo, se va el débil y más fuerte.
Madres imploran llorando
de sus hijos atención,
abuelos que sin razón
mueren de pena esperando.
Niños que crecen gozando, de todo, menos ternura,
igual a la vida obscura, de un mendigo en su arrabal,
o esa vida de cristal, que ni el dinero lo cura.