Discurso "Una lengua propia para la India" pronunciado en la inauguración de la Universidad India en Benarés el 4 de Febrero de 1916
¿Hay aquí, entre nosotros, algún hombre que sueñe con que algún día el inglés sea la lengua oficial de la India? ¡Por qué esta subestimación de nuestra nación? Consideremos, sólo por un momento la carrera desigual que tiene que emprender un joven indio respecto de un joven inglés. Tuve el privilegio de tener una larga conversación con varios maestros de Poona.
Ellos me aseguraron que cada joven indio al adquirir sus conocimientos a través del inglés pierde seis años de su preciosa vida. Multipliquen esto por el número de estudiantes que sale de nuestras escuelas y comprueben cuántos miles de años se han perdido para nuestra nación.
El cargo que se nos suele hacer es que a nosotros nos falta iniciativa. ¿Cómo vamos a tener iniciativa si malgastamos nuestros mejores años adquiriendo conocimientos a través de una lengua extraña?
La única educación que recibimos es la educación inglesa. Seguramente esto ha tenido una influencia beneficiosa en nosotros, pero imaginemos que hubiéramos recibido durante los últimos cincuenta años una educación vernácula… ¿Qué tendríamos hoy? Tendríamos una India libre, tendríamos a nuestros hombres educados no como si fueran extranjeros en su propia tierra, sino hijos del corazón de la nación; estarían trabajando por los más pobres entre los pobres y lo que se habría ganado en esos cincuenta años sería una herencia para la nación.
Su excelencia, el Maharajá que presidió nuestras deliberaciones de ayer se refirió a la pobreza de la India… Pero ¿qué presenciamos nosotros en la residencia en la que se llevó a cabo la ceremonia? El espectáculo lujoso, una fiesta para los ojos hecha de joyas relucientes venidas de París. Yo comparo la riqueza de estos señores con los millones de pobres, y les digo: no hay salvación para la India mientras ustedes se adornen con estas joyas y acumulen riquezas.
Señor, cada vez que me entero de que se está construyendo algún palacio en algún lugar de la India, siento resentimiento, y digo. ¡Oh! Se está construyendo con el dinero de nuestros agricultores. Y más del 75% de nuestra población está compuesta por agricultores. Mr. Higginbotham nos dijo anoche en correcto lenguaje, que esos hombres son capaces de hacer crecer el doble de lo que siembran.
Pero poco espíritu de autogobierno pueden tener si les quitamos o permitimos que les quiten el resultado de su trabajo. Nuestra salvación viene del campo. Ni de los abogados, ni de los doctores, ni de los ricos terratenientes».
Discurso pronunciado como alegato ante el tribunal británico el 23 de marzo de 1922 (extracto)
«(…). La no violencia es el primer precepto de mi fe. Y es el último precepto de mi fe. Pese a ello, tenía que tomar una decisión: o bien me sometía a un sistema que en mi opinión había causado un daño irreparable a mi país o bien me arriesgaba a que la furia de mi pueblo se desatara cuando entendiera la verdad que salía de mis labios.
Sé que mi pueblo ha enloquecido en algunas ocasiones. Lo siento muchísimo, y por ello estoy aquí, para someterme no a un castigo menor, sino a un castigo en toda la regla.
No pido clemencia, no apelo a ninguna circunstancia atenuante. Así pues, estoy aquí para prestarme a cumplir la pena más alta que pueda serme infligida por lo que según la ley es un delito deliberado y por lo que a mí me parece el deber civil supremo.
Lo único que puede hacer, Señoría, es, como diré a continuación en mi declaración, o renunciar a su cargo o infligirme la pena más dura si cree que el sistema y la ley que usted contribuye a aplicar son buenos para el pueblo. No espero que se produzca esa clase de conversión.
Sin embargo, puede que cuando haya acabado con mi declaración, usted se haya hecho una idea de lo que arde en mi pecho y ha dado alas al más loco riesgo que un hombre en su sano juicio puede correr.
(A continuación, Gandhi lee su declaración ante el Tribunal.)
Pocos son los habitantes de la ciudad conscientes de cómo las multitudes prácticamente desahuciadas por la hambruna en la India se están consumiendo hasta la inexistencia. Pocos son conscientes de que su miserable bienestar es fruto de la comisión que reciben a cambio del trabajo realizado para el explotador extranjero, y que los beneficios y la comisión se obtienen de las masas.
Pocos se dan cuenta de que el gobierno establecido por ley en la India británica sigue en vigencia gracias a esa explotación de las masas. No hay sofisticación ni malabarismo con las cifras que sirva de explicación convincente para la obviedad, para los esqueletos que se ven a simple vista en muchas aldeas.
No me cabe ninguna duda de que tanto Inglaterra como los habitantes de las ciudades indias tendrán que responder, si es que hay un Dios en las alturas, por este crimen contra la humanidad que tal vez no tenga precedentes en la Historia.
En este país, la misma ley se ha puesto al servicio del explotador extranjero. Mi experiencia en casos políticos en la India me lleva a la conclusión de que en nueve de cada diez ocasiones los condenados eran totalmente inocentes. Su delito fue amar a su país.
En los tribunales de la India, en noventa y nueve casos de cada cien, a los indios se les ha negado la justicia en favor de los europeos.
No se trata de una visión exagerada. Esta ha sido la experiencia de casi todos los indios que han tenido algo que ver con esos casos. En mi opinión, la aplicación de la ley se ha prostituido, por tanto, de forma consciente o inconsciente en beneficio del explotador. La mayor desgracia es que los ingleses y sus socios indios de la administración del país no saben que están involucrados en el delito que he intentado describir.
Me siento satisfecho de que muchos funcionarios ingleses e indios crean sinceramente que aplican uno de los sistemas mejor ideados del mundo y que la India avanza a un ritmo constante aunque lento. No saben que un sistema sutil aunque efectivo de terrorismo y un despliegue organizado de fuerza, por una parte, y la privación de todo poder de represalia o de autodefensa, por otra, han mutilado al pueblo y lo ha hecho incurrir en el hábito de la simulación. Este horrible hábito se ha sumado a la ignorancia y al autoengaño de los administradores.
El artículo 124-A en virtud del cual felizmente se me acusa, tal vez sea el rey de los artículos políticos del Código Penal indio, ideado para suprimir la libertad del ciudadano. El afecto no puede ser manipulado ni regulado por la ley. Si uno no siente afecto por una persona o cosa, debería ser libre para transmitir la total expresión de su desafecto siempre que no contemple ni fomente la violencia ni incite a ella.
No obstante, el artículo en virtud del cual se nos acusa al señor Banker y a mí establece que el mero fomento del desafecto constituye un delito.
Estudié algunos casos juzgados por este artículo y sé que algunos de los más apreciados patriotas indios han sido condenados en virtud del mismo. Por lo tanto, considero un privilegio que se me acuse del mismo delito. He intentado por todos los medios comunicarles de la forma más breve posible la razón de mis desafectos. No siento animadversión personal por ningún administrador en concreto ni mucho menos puedo sentir desafecto por Su Majestad el Rey.
Sin embargo, considero una virtud sentir desafecto por un gobierno que en su totalidad ha hecho más daño a la India que cualquier sistema anterior. La India es menos valerosa bajo el mandato británico de lo que había sido jamás. Con esta creencia, considero un pecado sentir afecto por el sistema.
Y ha sido un precioso privilegio para mí poder escribir lo que escribí en los diversos artículos presentados como pruebas en mi contra. En realidad, creo que he prestado un servicio a la India y a Inglaterra al demostrar que la desobediencia es la forma de abandonar el estado antinatural en el que ambas naciones viven. En mi modesta opinión, la desobediencia al mal es un deber tanto como lo es la obediencia al bien. No obstante, en el pasado, la desobediencia ha sido expresada, con deliberación, en forma de violencia contra el perpetrador del mal. Mi cometido es el de demostrar a mis compatriotas que la desobediencia violenta sólo multiplica el mal y, puesto que el mal sólo puede sobrevivir gracias a la violencia, negarse a apoyar el mal requiere el abandono incondicional de la violencia.
La no violencia implica la sumisión voluntaria al castigo por la desobediencia al mal. Por tanto, estoy aquí para dar la bienvenida y someterme de buen grado al cumplimiento de la pena más alta que pueda serme infligida por lo que, según la ley, es un delito deliberado y por lo que a mí me parece es el deber civil supremo.
Lo único que pueden hacer, Señoría y señores asesores, es o bien dimitir de su cargo y así distanciarse del mal si sienten que la justicia que deben administrar es un mal y que en realidad soy inocente, o bien infligirme la pena más severa si creen que el sistema y la ley que consienten en administrar son buenos para las personas de este país y que mi actividad es, por tanto, perjudicial para el bien común».
Discurso "La marcha de la sal" pronunciado el 11 de marzo de 1930
«Con toda probabilidad éste será el último discurso que os dirija. Aun en el caso de que el Gobierno me permitiera emprender la marcha mañana por la mañana, éste será mi último discurso en las orillas sagradas del Sabarmati. Puede que aquí éstas sean las últimas palabras de mi vida.
Ayer ya os dije lo que tenía que decir. Hoy me limitaré a deciros qué debéis hacer después de que mis compañeros y yo seamos arrestados. El programa de la marcha a Jalalpur debe cumplirse tal como fue establecido en un principio. La incorporación de nuevos voluntarios para esta acción debería limitarse sólo a Gujarat. Por lo que he visto y oído durante los últimos 15 días, me inclino a creer que el río de resistentes civiles seguirá creciendo de forma ininterrumpida.
Pero que no haya ni asomo de alteración del orden público después de que todos nosotros hayamos sido arrestados. Hemos resuelto emplear todos nuestros recursos en la prosecución de una lucha exclusivamente no-violenta. Que nadie cometa una irresponsabilidad en un momento de ira.
Ésta es mi esperanza y mi plegaria.
Quisiera que estas palabras llegaran a todos los rincones de la tierra. Que si perezco y si perecen mis compañeros, que mi tarea sea terminada. Entonces será el Comité de Trabajo del Partido del Congreso quien os indicará el camino y a vosotros os corresponderá seguir su ejemplo. En tanto llego a Jalapur, no permitáis que se haga nada que contravenga la autoridad que me ha conferido el Partido del Congreso. Pero una vez me arresten, toda la responsabilidad pasará al Partido del Congreso.
Nadie que crea en la no violencia como un credo, tiene por qué quedarse quieto. Mi acuerdo con el Partido del Congreso termina en cuanto me arresten. En ese caso, ofreceos voluntarios. Siempre que sea posible debería empezar la desobediencia civil de la sal. Hay tres modos de infringir estas leyes. Es una infracción fabricar la sal allí donde haya instalaciones para hacerlo.
La tenencia y la venta de sal de contrabando, tanto de sal marina como de sal de roca, es también una infracción. Quienes compren esa sal comete también delito. Llevarse sal marina de los depósitos que hay en la orilla del mar es asimismo un modo de infringir la ley. Al igual que lo es la venta ambulante de esa sal. En resumen, podéis escoger todos estos recursos o cualquiera de ellos para romper el monopolio de la sal.
Sin embargo, no debemos conformarnos sólo con esto. El Partido del Congreso no ha impuesto ninguna prohibición y allí donde los trabajadores locales confíen en sí mismos se pueden adoptar otras medidas adecuadas. Sólo hago hincapié en una condición, a saber, que se cumpla fielmente nuestro compromiso con la verdad y la no violencia como los únicos medios para la consecución de Swaraj. En cuanto al resto, todos tenéis carta blanca.
Pero, eso no os autoriza a todos sin excepción a seguir adelante bajo vuestra propia responsabilidad. En cualquier lugar donde haya dirigentes locales, el pueblo debe obedecer sus órdenes. Allí donde no los haya y sólo se encuentre un puñado de hombres que tienen fe en el programa, pueden hacer lo que esté en su mano, si tienen la suficiente fe en sí mismos.
Tienen el derecho, mejor dicho, es su deber hacerlo así. La historia de la India está llena de hombres que se alzan hasta el liderazgo, por la pura fuerza de la confianza que tienen en sí mismos, la valentía y la tenacidad. Nosotros también, si sinceramente aspiramos a la Swaraj y nos sentimos impacientes por alcanzarla, deberíamos tener una confianza similar en nosotros mismos. Nuestras filas se engrosarán y nuestros corazones se fortalecerán a medida que aumente el número de los nuestros que son arrestados por el Gobierno.
Mucho es lo que cabe hacerse de otras maneras además de éstas. Los licores y los vestidos extranjeros pueden ser objeto de la acción de piquetes. Podemos negarnos a pagar impuestos si tenemos la fuerza necesaria. Los abogados pueden darnos asistencia jurídica. El público puede boicotear los tribunales de justicia absteniéndose de entablar pleito.
Los funcionarios del Gobierno pueden renunciar a sus puestos. En medio de la desesperación que impera por todas partes, hay quienes aún tiemblan de miedo por si pierden su empleo. Estos hombres no son aptos para la Swaraj. ¿Pero por qué tanta desesperación? El número de funcionarios gubernamentales en el país no pasa de unos pocos cientos de miles. ¿Y el resto? ¿Adonde van?
Ni tan sólo una India libre podrá dar cabida a un número mayor de funcionarios públicos. Un recaudador de impuestos, por ejemplo, no va a necesitar de toda la serie de criados que hoy tiene. Él será su propio siervo.
Nuestros millones de compatriotas que mueren de hambre no se pueden permitir de ningún modo este enorme gasto. Si, por tanto, somos lo bastante sensibles, despidámonos del empleo del Gobierno sin que importe si se trata de un puesto de juez o de peón.
Que todos los que cooperan de un modo u otro con el Gobierno, sea pagando impuestos o enviando a sus hijos a las escuelas oficiales, etc., que todos pongan fin a su cooperación con toda la intensidad y energía como les sea posible. Luego están las mujeres que pueden ir hombro con hombro junto a los hombres en esta lucha.
Podéis considerarlo como mi voluntad. Éste era el mensaje que quería transmitiros antes de empezar la marcha o el camino hacia la prisión.
Quiero que no se suspenda ni se abandone el combate que empezará mañana a primera hora o quizá más temprano aún, en el caso de que me arresten antes de ese momento. En cuanto mi grupo sea arrestado, aguardaré con entusiasmo la noticia de que diez grupos están ya preparados.
Creo que hay hombres en la India que pueden terminar esta tarea nuestra que he empezado. Tengo fe en la justicia de nuestra causa y en la pureza de nuestras armas. Y allí donde los medios son limpios, allí está sin duda Dios con su bendición. Y allí donde estas tres cosas se combinan, la derrota es algo imposible.
Un Satyagrahi, esté libre o en prisión, siempre se alza victorioso. Sólo se le vence cuando renuncia a la verdad y a la no violencia, y hace oídos sordos a la voz de su interior. Si, por tanto, aun para un Satyagrahi existe algo como la derrota, sólo él tiene la culpa.
Que Dios os bendiga a todos y que aparte los obstáculos y los escollos del camino en la lucha que comienza mañana».
Carta a Hitler redactada por Gandhi en 1939
Esta muy claro que es usted hoy la única persona en el mundo que puede impedir una guerra que puede reducir a la humanidad al estado salvaje. ¿Tiene usted que pagar ese precio por un objetivo, por muy digno que pueda parecerle? ¿Querrá escuchar el llamamiento de una persona que ha evitado deliberadamente el método de la guerra, no sin considerable éxito? De todos modos, cuento de antemano con su perdón si he cometido un error al escribirle.
Yo no tengo enemigos. Mi ocupación en la vida durante los últimos treinta y tres años ha sido ganarme la amistad de toda la humanidad fraternizando con los seres humanos, sin tener en cuenta la raza, el color o la religión.
Espero que tenga usted el tiempo y el deseo de saber cómo considera sus actos una buena parte de la humanidad que vive bajo la influencia de esa doctrina de la amistad universal.
Sus escritos y pronunciamientos y los de sus amigos y admiradores no dejan lugar a dudas de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana, especialmente en la estimación de personas que, como yo, creen en la amistad universal. Me refiero a actos como la humillación de Checoslovaquia, la violación de Polonia y el hundimiento de Dinamarca.
Soy consciente de que su visión de la vida considera virtuosos tales actos de expoliación. Pero desde la infancia se nos ha enseñado a verlos como actos degradantes para la humanidad. Por eso no podemos desear el éxito de sus armas. Pero la nuestra es una posición única. Resistimos al imperialismo británico no menos que al nazismo.
Si hay alguna diferencia, será muy pequeña. Una quinta parte de la raza humana ha sido aplastada bajo la bota británica empleando medios que no superan el menor examen. Ahora bien, nuestra resistencia no significa daño para el pueblo británico. Tratamos de convertir-los, no de derrotarlos en el campo de batalla.
La nuestra es una rebelión no armada contra el gobierno británico. Pero los convirtamos o no, estamos totalmente decididos a conseguir que su gobierno sea imposible mediante la no colaboración no violenta. Es un método invencible por naturaleza.
Se basa en el conocimiento de que ningún expoliador puede lograr sus fines sin un cierto grado de colaboración, voluntaria u obligatoria, por parte de la víctima. Nuestros gobernantes pueden poseer nuestra tierra y nuestros cuerpos, pero no nuestras almas. Pueden tener lo primero sólo si destruyen por completo a todos los indios: hombres, mujeres y niños.
Es cierto que no todos podrán llegar a tal grado de heroísmo, y que una buena dosis de temor puede doblegar la revolución; pero eso es irrelevante. Pues si en la India hay un número suficiente de hombres y mujeres que están dispuestos, sin ninguna mala voluntad contra los expoliadores, a entregar sus vidas antes que doblar la rodilla ante ellos, habrán mostrado el camino hacia la libertad de la tiranía de la violencia.
Le pido que me crea cuando digo que encontrará usted un inesperado número de tales hombres y mujeres en la India. Durante los últimos veinte años han estado formándose para ello. Durante el último medio siglo hemos estado intentando liberarnos del gobierno británico. El movimiento por la independencia no ha sido nunca tan fuerte como ahora.
El Congreso Nacional Indio, que es la organización política más poderosa, está tratando de conseguir este fin. Hemos logrado un éxito muy apreciable por medio del esfuerzo no violento. Estamos bus-cando los medios correctos para combatir la violencia más organizada en el mundo, representada por el poder británico. Usted le ha desafiado.
Ahora queda por ver cuál es el mejor organizado: el alemán o el británico. Sabemos lo que la bota británica significa para nosotros y las razas no europeas del mundo. Pero nunca desearíamos poner fin al gobierno británico con la ayuda de Alemania. En la no violencia hemos encontrado una fuerza que, si está organizada, sin duda alguna puede enfrentarse a una combinación de todas las fuerzas más violentas del mundo. En la técnica no violenta, como he dicho, no existe la derrota.
Todo es “Vencer o morir” sin matar ni hacer daño. Se puede usar prácticamente sin dinero y, claro está, sin la ayuda de la ciencia de la destrucción que tanto han perfeccionado ustedes.
Me asombra que no perciba usted que esa ciencia no es monopolio de nadie. Si no son los ingleses, será otra potencia la que ciertamente mejorará el método y le vencerá con sus propias armas. Además, no está dejando a su pueblo un legado del que pueda sentirse orgulloso, pues no podrá sentirse orgulloso de recitar una larga lista de crueldades, por muy hábilmente que hayan sido planeadas.
Por consiguiente, apelo a usted, en nombre de la humanidad, para que detenga la guerra. No perderá nada si pone todos los asuntos en litigio entre usted y Gran Bretaña en manos de un tribunal internacional elegido de común acuerdo. Si tiene éxito en la guerra, ello no probará que usted tenía razón. Sólo probará que su poder de destrucción era mayor. Por el contrario, una sentencia de un tribunal imparcial mostrará, en la medida en que es humanamente posible, cuál de las partes tenía razón.
Sabe que, no hace mucho tiempo, hice un llamamiento a todos los ingleses para que aceptaran mi método de resistencia no violenta. Lo hice porque los ingleses saben que soy un amigo, pese a ser un rebelde. Soy un desconocido para usted y para su pueblo. No tengo coraje suficiente para hacerle el llamamiento que hice a todos los ingleses, aunque se aplica con la misma fuerza a usted que a los británicos.
Durante esta estación, cuando los corazones de los pueblos de Europa ansían la paz, hemos suspendido incluso nuestra pacífica lucha. ¿Es demasiado pedir que haga un esfuerzo por la paz en un tiempo que tal vez no signifique nada para usted personalmente, pero que tiene que significar mucho para los millones de europeos cuyo mudo grito de paz oigo, pues mis oídos pueden escuchar la voz de millones de personas mudas?».
Discurso pronunciado en el Congreso Nacional Indio (fragmento) el 7 de Agosto de 1942
«Hay gente que tiene odio en sus corazones hacia los británicos. Yo he oído a gente decir que estaban disgustados con ellos. La mente de la gente común no diferencia entre un británico y la forma imperialista de su gobierno. Para ellos ambos son lo mismo. Hay gente a la que no le importa la llegada de los japoneses. Para ellos, quizá, significaría un cambio de amos.
Pero esta es una cosa peligrosa. Ustedes deben removerla de sus mentes. Esta es una hora crucial. Si permanecemos quietos y no jugamos nuestra parte, no estaremos en lo cierto.
Si son solamente Gran Bretaña y Estados Unidos quienes luchan en esta guerra, y si nuestro papel es solamente dar ayuda momentánea, sea que la demos voluntariamente o nos la tomen en contra de nuestros deseos, no será una posición muy feliz. Pero podemos mostrar nuestra firmeza y valor solamente cuando esta sea nuestra propia lucha. Entonces cada niño será un valiente. Lograremos nuestra libertad luchando. No caerá del cielo.
Yo sé muy bien que los británicos nos tendrán que dar nuestra libertad cuando hayamos hecho suficientes sacrificios y probado nuestra fuerza. Debemos remover el odio a los británicos de nuestros corazones. Al menos, en mi corazón no hay tal odio. De hecho, yo soy ahora un amigo más grande de los británicos de lo que lo fui nunca.
La razón para esto es que en este momento ellos están en apuros. Mi amistad demanda que yo debo ponerlos al tanto de sus equivocaciones. Como yo no estoy en la posición en que ellos se encuentran, yo estoy en condiciones de señalarles sus equivocaciones.
Yo sé que ellos están al borde del abismo, y que están casi por caer en él. Sin embargo, aún si ellos quieren cortarme las manos, mi amistad demanda que yo debo tratar de empujarlos lejos de tal abismo. Esta es mi pretensión, ante la cual mucha gente puede reír, pero no me importa, yo digo que esta es la verdad.
En el momento en que estoy por lanzar la mayor campaña de mi vida, no puede haber odio hacia los británicos en mi corazón. El pensamiento que, porque ellos están en dificultades, yo debo darles un empujón está totalmente ausente de mi mente. Nunca ha estado allí. Puede ser que, en un momento de enojo, ellos puedan hacer cosas que puedan provocarlos. Sin embargo, ustedes no deber recurrir a la violencia; eso pondría a la no-violencia en la deshonra.
Cuando ocurren tales cosas, ustedes deben asumir que no me encontrarán vivo, doquiera pueda estar. Su sangre estará sobre vuestra cabeza. Si ustedes no entienden esto, será mejor si rechazan esta resolución. Redundará en vuestro crédito.
¿Cómo puedo culparlos por las cosas que ustedes no son capaces de comprender? Hay un principio en una lucha, que ustedes deben adoptar. No creer nunca, como yo nunca he creído, que los británicos van a caer. Yo no los considero como una nación de cobardes. Yo se que antes de que ellos acepten la derrota cada alma en Gran Bretaña será sacrificada.
Ellos pueden ser derrotados y pueden dejarlos a ustedes como dejaron a los pueblos de Birmania, Malasia y otros lugares, con la idea de recapturar cuando puedan el territorio perdido. Esa puede se su estrategia militar. Pero suponiendo que nos dejen, ¿qué nos ocurrirá? En tal caso Japón vendrá aquí.
La llegada de Japón implicará el fin de China y quizá también de Rusia. En estas cuestiones, el Pandit Jawarharlal Nehru es mi gurú. Yo no quiero ser el instrumento de la derrota de Rusia ni de China. Si tal cosa ocurre me odiaré a mi mismo.
Ustedes saben que me gusta ir a gran velocidad. Pero puede ser que yo no esté yendo tan rápidamente como ustedes quisieran. Sardar Patel es relatado como habiendo dicho que la campaña debe estar finalizada en una semana. Yo no quiero ser apresurado. Si finaliza en una semana será un milagro, y si esto ocurre significará el ablandamiento del corazón británico.
Puede ser que la sabiduría descienda sobre los británicos y que ellos entiendan que es equivocado poner en prisión al mismo pueblo que quiere luchar por ellos. Puede ser que sobrevenga un cambio en la mente de Jinnah, también.
La no-violencia es un arma incomparable, que puede ayudar a todos. Yo sé que no hemos hecho mucho por el camino de la no-violencia y sin embargo, si tales cambios sobrevienen, asumiré que es el resultado de nuestro trabajo durante los últimos veintidós años y que Dios nos ha ayudado a alcanzarlo.
Cuando yo levanté el lema “Dejen India” el pueblo de la India, que estaba entonces abatido, sintió que yo había puesto ante él una cosa nueva. Si ustedes quieren la libertad verdadera, habrán de unirse, y tal unión creará verdadera democracia –igual a la que no hace mucho fue intentada o presenciada.
Yo tengo mucho leído acerca de la Revolución Francesa. Mientras estuve en la cárcel leí el trabajo de Carlyle. Tengo una gran admiración por el pueblo francés, y Jawarharlal me ha dicho todo sobre la Revolución Rusa.
Pero yo sostengo a pesar que ellas eran luchas por el pueblo no eran luchas por la verdadera democracia, que yo visualizo. Mi democracia significa que cada uno es su propio amo. He leído suficiente historia, y no he visto tal experimento a tan gran escala por el establecimiento de la democracia mediante la no-violencia. Una vez que ustedes entiendan estas cosas olvidarán las diferencias entre hindúes y musulmanes.
La resolución que es puesta ante ustedes dice:
“No queremos permanecer como ranas en una charca. Estamos alentando una federación mundial. Ésta solamente vendrá a través de la no-violencia. El desarme es posible sólo si ustedes utilizan la incomparable arma de la no-violencia.”
Hay gente que puede llamarme un visionario, pero yo soy un verdadero bania y mi negocio es obtener swaraj.
Si ustedes no aceptan esta resolución no estaré apenado. Por el contrario, danzaré con alegría, porque entonces ustedes de relevarán de una tremenda responsabilidad, que ustedes están ahora poniendo sobre mí.
Les pido que adopten la no-violencia como una cuestión de estrategia. Conmigo es un credo, pero en tanto ustedes están implicados les pido que la acepten como una estrategia. Como soldados disciplinados ustedes deben aceptarla totalmente, y adherirse a ella cuando se unan a la lucha.
La gente me pregunta hasta qué punto soy el mismo hombre que era en 1920. La única diferencia es que soy mucho más fuerte en ciertas cosas ahora que en 1920″.
Discurso "¡Salgan de la India!" pronunciado el 8 de Agosto de 1942
Es sólo el báculo con el que me ayudo para caminar. Un tullido como yo no se siente eufórico cuando ha sido invitado a llevar la carga más pesada. Podéis compartir esa carga sólo si ante vosotros me presento no como vuestro comandante, sino como un humilde servidor.
Y aquel que mejor sirve es el primero entre los iguales.
De ahí que me sienta obligado a compartir con vosotros estos pensamientos que invaden mi pecho y deciros, de forma tan breve como me sea posible, lo que espero que hagáis como primer paso.
De entrada, dejadme que os diga que la lucha real no comienza hoy. Como siempre, voy a tener que dar muchos rodeos. La carga, lo confieso, será casi insoportable. Debo seguir razonando en aquellos círculos en los que he perdido mi crédito y ya no confían en mí. Sé que en el curso de las últimas semanas, he perdido mi crédito ante un amplio número de amigos, tanto es así, que han empezado a dudar no sólo de mi saber, sino también de mi honestidad.
Si bien no considero que mi saber sea un tesoro tal que no pueda permitirme perderlo, en cambio, mi honestidad sí es un tesoro muy preciado para mí y no puedo permitirme perderlo. Y, sin embargo, me parece que, de momento, lo he perdido.
Ocasiones así surgen en la vida de un hombre que sólo busca la verdad y que trata deservir a la humanidad y a su país según su mejor entender, sin miedo ni hipocresía. Durante los últimos 50 años no he conocido otro modo de hacerlo. He sido un humilde servidor de la humanidad, y en más de una ocasión he prestado tantos servicios como me fue posible al Imperio, pero, y dejadme que aquí, sin temor a que nadie lo ponga en entredicho, diga bien alto que a lo largo de toda mi carrera nunca he pedido ningún favor personal. He disfrutado del honor de la amistad como la que hoy disfruto con lord Linlithgow.
Se trata de una amistad que ha dejado atrás la relación oficial. No sé si lord Linlithgow confirmará mis palabras, pero entre él y yo existe un vínculo personal (…).
Si me tomo la libertad de hacer públicas estas cosas personales y sagradas es sólo para daros una prueba de que el vínculo personal nunca interferirá en la tenaz lucha que si asilo quiere mi suerte tal vez deba entablar contra lord Linlithgow como representante del Imperio.
Tendré que resistirme al poder de ese Imperio con el poder de los millones de seres sin voz, sin tener más límite que la no violencia como línea política para esta lucha. Es una tarea espantosa tener que ofrecer resistencia a un virrey con quien disfruto de una relación así. En más de una ocasión él ha escuchado mis palabras sobre mi pueblo. Me encantaría repetir esa experiencia, dicho sea en su honor. Y lo digo con gran orgullo y placer.
Lo digo como muestra de mi deseo de seguir siendo fiel al Imperio cuando ese Imperio perdió mi confianza y el inglés que era su virrey lo supo.
También me invade el sagrado recuerdo de Charlie Andrews. En este momento, siento el espíritu de Andrews a mi lado. Para mí, él resume las tradiciones más brillantes de la cultura inglesa. Con él disfrutaba de una relación mucho más íntima que con la mayoría de los indios. Disfrutaba de su confianza. Entre nosotros no había secretos. Cada día sincerábamos nuestros corazones.
Lo que hubiera en su corazón, lo decía sin el menor titubeo ni reserva. Es cierto que era amigo de Gurudev, pero Andrews le miraba con un respeto reverencial. Tenía aquella humildad peculiar. Pero conmigo llegó a hacerse un amigo muy íntimo. Hace años, vino a verme con una carta de presentación de Gokhale. Pearson y él eran especímenes ingleses de primera categoría. Sé que su espíritu me escucha. Entonces recibí una cálida carta de felicitación enviada por el metropolitano de Calcuta.
Le considero un hombre de Dios que hoy, no obstante, lucha contra mí.
Con todo estos antecedentes, quiero declarar ante el mundo aunque tal vez haya perdido la consideración de muchos amigos en Occidente y deba llevar muy baja la cabeza, pero ni tan sólo por su amistad o por su amor y aprecio debo acallar la voz de la conciencia hoy quiero hacer pública mi naturaleza interior esencial. Hay algo dentro de mí que me impele a expresar en voz alta mi dolor.
He conocido la humanidad. He estudiado algo de psicología. Aunque sé con exactitud qué es, no sé cómo describirlo. Esa voz dentro de mi me dice, «tienes que oponerte al mundo con firmeza aunque te quedes solo. Debes mirar a la cara a todo el mundo aunque el mundo te mire con ojos inyectados en sangre. No temas».
Confiad en esta vocecita que reside en el interior de vuestro corazón. Y dice. «Renuncia a tus amigos, a tu esposa y a todo, y da testimonio de aquello por lo que has vivido y por lo que has de morir».
Quiero vivir todo lo que me quede de vida. Y si por mí fuese haría que la duración de esa vida fuera 120 años. Por entonces, la India sería ya libre, el mundo sería libre.
Dejad que os diga que no considero a Inglaterra ni, en realidad, tampoco a Estados Unidos, países libres. Son libres a su manera, libres de mantener esclavizadas a las razas de color de la tierra. ¿Inglaterra o Estados Unidos luchan hoy por la libertad de estas razas? Si no es así, no me pidan que espere hasta que la guerra haya terminado. No limiten mi concepto de libertad.
Los maestros ingleses y norteamericanos, su historia, su magnífica poesía, no dijeron nunca que no se debiera ampliar la interpretación de la libertad. Y de acuerdo con aquella interpretación de la libertad, me veo en la obligación de decir que son ajenos a esa misma libertad que sus maestros y poetas describieron.
Si quisieran conocer la libertad real, deberían venir a la India.Tienen que venir, no con orgullo o arrogancia, sino con el espíritu de quienes buscan la verdad con sinceridad y tenacidad. Se trata de una verdad fundamental cuya experiencia ha venido haciendo la India a lo largo de 22 años.
De forma inconsciente desde su misma fundación hace ya mucho tiempo, el Partido del Congreso ha venido basándose en la no violencia, en los métodos que llaman constitucionales.
Dadabhai y Pherozeshah, que tuvieron el Partido del Congreso de la India en la palma de sus manos, acabaron siendo rebeldes. Amaban al Partido del Congreso. Ellos eran quienes mandaban, pero ante todo, eran sus auténticos servidores.
Nunca toleraré el asesinato, ni el secretismo ni cosas similares. Confieso que entre nosotros, hombres del Partido del Congreso, hay muchas ovejas negras. Pero confío en que toda la India emprenda hoy una lucha no violenta.
Y confío porque mi carácter me lleva a confiaren la bondad innata de la naturaleza humana,que percibe la verdad y se impone casi por instinto en los momentos de crisis. Pero aun en el caso de que pueda estar engañado en esto, no cejaré.
No vacilaré. Desde su creación, el Partido del Congreso basó su política en métodos pacíficos, entre ellos la Swaraj, y generaciones posteriores añadieron la no violencia.
Cuando Dadabhai entró en el Parlamento británico, Salisbury le apodó el hombre negro pero el pueblo inglés desbancó a Salisburyy Dadabhai entró en el Parlamento gracias a aquellos votos. La India enloqueció de alegría. Estas cosas, no obstante, a la India ya se ie han quedado pequeñas.
Con todas estas cosas como telón de fondo, quisiera, no obstante, que ingleses, europeos y todas las Naciones Unidas examinaran en sus corazones qué crimen ha cometido la India al exigir la independencia.
Y les pregunto ¿hacen bien en desconfiar de una organización (como el Partido del Congreso), con toda su experiencia, tradición y logros durante más de medio sigloy en tergiversar sus esfuerzos ante todo el mundo con los instrumentos que tienen a su disposición? ¿Está bien que, por las buenas o por las malas, con la ayuda de la prensa extranjera, con la ayuda del presidente de Estados Unidos de América o incluso del generalísimo de China que aún no se ha ganado los laureles, presenten la lucha de la India como una espantosa caricatura?
Me reuní con el generalísimo (Chiang-kai-Shek) al que conocí gracias a la señora Shek que fue mi intérprete. Aunque él me pareció un ser inescrutable, no sucedió así con la señora Shek,y él me permitió adivinar sus pensamientos a través de ella.
Han orquestado un coro de desaprobación y justificada protesta en todo el mundo contra nosotros. Dicen que nos equivocamos, que el paso que estamos dando es inoportuno.Tengo en muy alta consideración a la diplomacia de los británicos que durante tanto tiempo les ha permitido conservar el Imperio. Pero ahora percibo su tufillo en mi nariz, y proviene de otros que la han estudiado a fondo y ahora la están poniendo en práctica.
Puede que consigan, mediante estos métodos, hacer que por un tiempo la opinión internacional se decante a su favor, pero la India hablará contra esa opinión internacional.
Alzará su voz contra toda esa propaganda organizada. Yo la denunciaré, aunque tenga en contra a las Naciones Unidas en pleno, aunque toda la India me abandone, les diré «están equivocados. Con la no violencia, la India arrancará la libertad de las manos de quienes no están dispuestos a dársela».
Seguiré adelante no sólo por la India, sino por el bien de todo el mundo. Aun en el caso de que mis ojos se cierren antes de que haya libertad, la no violencia no terminará. Asestarán un golpe mortal a China o a Rusia si se oponen a la libertad que la India de la no violencia suplica postrada de rodillas para que se salde una deuda que, desde hace ya mucho tiempo, ha vencido.
¿Alguna vez un acreedor se ha presentado de este modo ante su deudor? Y aun así, cuando la India se enfrenta a una oposición tan enconada, dice «no vamos a dar ningún golpe bajo, hemos aprendido nobleza de sobra. Hemos hecho un juramento de no violencia».
He sido el artífice de la política de evitar situaciones violentas seguida por el Partido del Congreso y, sin embargo, hoy os hablo con palabras contundentes. Hacerlo es coherente con nuestro honor. Si un hombre me agarrara del cuello y quisiera ahogarme, ¿acaso no iba a luchar por liberarme de inmediato? En lo que hoy proponemos no hay inconsecuencia alguna.
Aquí se han congregado hoy representantes de la prensa extranjera. A través de ellos quisiera decirle al mundo que las potencias aliadas que, de un modo u otro, afirman necesitara la India, tienen ahora la ocasión de proclamar la libertad de la India y demostrar su buena fe. Si dejan pasar esta ocasión, dejarán escapar la oportunidad de su vida, y la historia levantará acta de que no liberaron a tiempo de sus obligaciones a la India, y que perdieron la batalla.
Necesito la aprobación del mundo entero para que pueda conseguir lo con ellos. No quiero que las potencias aliadas vayan más allá de sus evidentes limitaciones. No quiero que abracen la no violencia y que, hoy mismo, se desarmen. No. Hay una diferencia fundamental entre el fascismo y este imperialismo contra el que lucho.
Aquí se trata de hacer que los británicos se vayan de la India que tienen esclavizada. Imaginemos lo diferente que sería si la India participara [en la guerra] como un aliado libre. La libertad, si ha de llegar, debe hacerlo hoy mismo.
De esto no quedará nada si ustedes, que tienen la capacidad de ayudar, no la ejercen hoy. Pero si la ejercen, el fulgor de una libertad que hoy parece imposible, será posible mañana. Si la India goza de esa libertad, exigirá esa misma libertad para China. Se abrirá el camino para correr en ayuda de Rusia.
En la península Malaya o en las tierras de Birmania no morían los ingleses. ¿Qué nos permitirá salvar la situación? ¿Adonde iré, adonde llevaré los 40 crores de la India? Esta inmensa masa de humanidad no brillará en la causa de la liberación del mundo, a menos que palpe y hasta que haya sentido la libertad.
Hoy no les queda pizca de vida. Les ha sido aplastada. Es preciso devolver el brillo a sus ojos, la libertad debe llegar hoy mismo, no mañana. Hacerlo o morir.
He comprometido al Partido del Congreso y el Partido del Congreso lo hará o morirá».