Discurso pronunciado al recoger el Premio Nobel de Literatura de 1905
«Naciones son representadas por sus poetas y escritores en la competencia abierta por el premio Nobel. En consecuencia, la concesión del premio por la academia no glorifica únicamente al autor, también al pueblo del cual es hijo, testifica que esa nación ha participado en el logro universal y que sus esfuerzos son fructíferos, además que tiene el derecho de vivir por el beneficio de la humanidad. Si este honor es prematuro para todos, lo es infinitamente más para Polonia. Se ha dicho que Polonia está muerta, agotada, esclavizada pero aquí está la prueba de su vida y triunfo. Al igual que Galileo, uno se ve forzado a pensar «E pur si muove»1 cuando frente a los ojos del mundo se ha dado homenaje a la importancia de los logros polacos y su genialidad.
Este homenaje no me ha sido dado a mi – porque la tierra de Polonia es fértil y no carece de escritores mejores que yo- sino al logro polaco y la genialidad polaca. Por esto debería expresar mi más ardiente y más sincera gratitud como polaco a ustedes caballeros miembros de la academia sueca, y concluyo tomando prestadas las palabras de Horacio: «Principibus placuisse non ultima laus est»2 3.
Notas:
1. Y sin embargo se mueve.
2. Haber ganado la aprobación de personas importantes no es el último grado de elogio.