Discurso a los Cadetes de la Academia Militar de Zaragoza pronunciado el 14 de junio de 1931
En España amanece, 1936
Ponéis en mis manos a España. Mi mano será firme, mi pulso no temblará y yo procuraré alzar a España al puesto que le corresponde conforme a su Historia y que ocupó en épocas pretéritas.
Una revolución nacional ha cambiado la fisonomía de nuestro país, y en la España Nacional se ha establecido un régimen nuevo, que se basa en principios tradicionales y patrióticos, que son nervio de nuestra Historia, así como en los puros principios del derecho, y hay una garantía efectiva para la sociedad y para las relaciones internacionales de todo orden, reinando con una autoridad efectiva la tranquilidad y el bienestar. En la España roja nada queda de la legalidad pretendida; los extranjeros mandan los ejércitos, la anarquía reina en sus campos y ciudades, ninguna de las leyes fundamentales de la nación está en vigor: no se respeta ni la religión, ni la familia, ni la propiedad, y las organizaciones anarquistas y marxistas asaltan, roban, matan muchas veces con la complicidad del Gobierno.
Como el caballo de Atila, el bolchevismo seca la hierba, y las ciudades sólo son ruinas, cobardemente calcinadas, y los campos son razzia y abandono. Pero nosotros sabremos reedificarlo todo. Si invocamos las grandezas de la España imperial, es porque nos mueven con sus ideales sus empeños de salvación y fundación.
Juventudes
Sois la más fiel expresión de la hidalguía española. Vosotros que no tenéis taras políticas, que estáis totalmente limpios de los pecados que llevaron a España a la situación caótica que sufrimos, seréis los verdaderos regeneradores de la Patria. Vosotros devolveréis a España su grandeza. Por eso, con toda la fuerza de mis pulmones grito con vosotros: ¡Arriba España!
No queremos una España vieja y maleada. Queremos un Estado donde la pura tradición y substancia de aquel pasado ideal español, se encuadre en las formas nuevas, vigorosas y heroicas que las juventudes de hoy y de mañana aportan en este amanecer imperial de nuestro pueblo.
Se recogerán los anhelos de la juventud española, y asistidos por la organización de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., corresponderemos a los sacrificios de todos, formando la España unida, grande y libre que llevamos en nuestros corazones.
Reconstrucción
Ley de la Historia es que no puede realizarse ninguna empresa de cultura sin que se adelante la proeza de las armas. Pero a esta ley genérica, España ha sabido darle un matiz de característica hermosura, pues nuestros adelantados no han dejado nunca interponer distancia de tiempo entre el triunfo de la guerra y el orden del trabajo en la paz.
Cuando con su Ejército vencedor de la fatiga llega Garay al Río de la Plata, desnuda en el aire la espada y planta luego un árbol en la ganada tierra para que a la sombra de las armas florezcan la primavera y la justicia. Movido por idénticos afanes, al ver que aquí, en el solar de origen, se destruía todo lo que fundaron con esfuerzo nuestros mayores y con la material destrucción de las ciudades la ley civil quedaba hollada por los suelos y todo era desorden y anarquía, el Ejército Español, sacando heroicos arrestos, desnudó su espada, y ya antes de que concluya esta guerra, al apurar las últimas etapas del triunfo, hemos plantado el árbol de la justicia para el pueblo; para un pueblo que, pese a las costosas necesidades bélicas, sin el oro robado y dilapidado por el enemigo, tiene abundancia de pan y exactitud de justicia, porque el Estado en armas vela por él.
Mientras en el frente los soldados luchan y avanzan, en la retaguardia el obrero trabaja, el orden impera, la justicia actúa, la cultura se extiende y la producción, el comercio y la industria se desenvuelven y prosperan. El comercio exterior prosigue, nuestra moneda conserva su crédito, y el índice de la vida no ha sufrido la menor alteración.
España se organiza dentro de un amplio concepto totalitario mediante aquellas instituciones nacionales que aseguren su totalidad, su unidad y continuidad. La implantación de los más severos principios de autoridad que implica este Movimiento no tiene justificación en el carácter militar, sino en la necesidad de un regular funcionamiento de las complejas energías de la Patria.
En la España Nacional vamos a poner en práctica esa política de redención, de justicia, de engrandecimiento que años y años de los más diversos programas vinieron prometiendo, sin cumplir jamás sus promesas; las masas españolas que se rindieron a los fáciles halagos del extremismo izquierdista, del socialismo y del comunismo para acabar explotados y engañados, verán con meridiana luz que es aquí, en la España Nacional, en nuestro régimen, en nuestro sistema, dónde la aplicación de los principios y de las normas auténticamente justos van a tener amplia realización. Yo quiero que mi política tenga el profundo carácter popular que ha tenido siempre en la Historia de la política de la Gran España. Nuestra obra –la mía y la de mi Gobierno- estará orientada hacia una constante preocupación por las clases populares, por esas que se han llamado “clases bajas”, así como por la tristeza de la clase media. La victoria tiene que abrir a todos los españoles una posibilidad de bienestar mayor y de satisfacción más verdadera. Estamos batiéndonos por el pueblo de España; esto no es solamente una frase, sino un propósito que llevo desde el primer día de lucha en el corazón.
A los Flechas de Sevilla, 25 de agosto de 1936
Perdido el carácter de nuestro pueblo, con vergüenza de nuestro presente y olvido de nuestro pasado, faltos de confianza en nuestro porvenir, recelosos de no tener un concepto de las cosas, no es extraño que llegase un momento en que tuviera repercusión todo cuanto fuera elemento de odio, propósito de disgregación, entre los diversos factores que integran las fuerzas productoras de riqueza.
Después, logrado el asesinato moral de un pueblo sumido en el abismo, no es difícil entregarlo, venderlo al mejor postor, pretextando una misma tendencia ideológica para someterlo como colonia o como vanguardia en la lucha contra la civilización y la sociedad.
Tal era nuestra situación. Entre tanto, nuestra balanza comercial favorable se trocaba en adversa. Los frutos de nuestro suelo se depreciaban; se nos imponían limitaciones. Se creaban obstáculos a cuanto significaba destellos de nuestra personalidad, a la que se pretendía rectificar. Se trataba de reducir a la nada y desconectar el brazo salvador que podía liberar a la víctima. Falsos apóstoles enrarecían el ambiente nacional por medio de predicaciones de un comunismo que ofrecía la tierra al campesino, la soberanía al obrero y la autonomía política a las regiones, sembrando el odio y el exterminio. Tristes ofrecimientos de un régimen, que llegado al Poder arrebata la tierra al campesino, la libertad al obrero y se opone a toda flexibilidad autonómica.
Ni libertad, aherrojada por el libertinaje de los partidarios de los gobernantes; ni igualdad, destruida por quienes en el Gobierno se declaraban beligerantes; ni fraternidad, desmentida con el asesinato diario de hombres de oposición, con la complacencia y complicidad de las Autoridades y el Gobierno.
Pactos ocultos con el comunismo ruso, acuerdos secretos con naciones extranjeras a espaldas de la Constitución y de las Leyes; persecución sin tregua de cuanto representase un valor espiritual y moral o no se uniese al carro de la revolución moscovita.
Esta era la España de ayer: la de los obreros criminales explotados por sus directivos, la de los tuberculosos sin sanatorios, la de los hogares sin lumbre, la de los clásicos caciques, la de las injusticias sociales, la de los montes sin árboles, la de los niños sin escuelas, la de los españoles sin patria, la de los hombres sin Dios.
Proclamación del Alzamiento (Manifiesto de las Palmas), 18 de julio de 1936
Comandante General de Canarias.
Santa Cruz de Tenerife, a las cinco y cuarto horas del día 18 de julio de 1936.
¡Españoles!
A cuantos sentís el santo amor a España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la Patria, a cuantos jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la Nación os llama a su defensa. La Situación de España es cada día más crítica; la anarquía reina en la mayoría de los campos y pueblos; autoridades de nombramiento gubernativo presiden, cuando no fomentan, las revueltas; a tiro de pistola y ametralladora se dirimen las diferencias entre los ciudadanos que alevosa y traidoramente se asesinan, sin que los poderes públicos impongan la paz y la justicia. Huelgas revolucionarias de todo orden paralizan la vida de la población, arruinando y destruyendo sus fuentes de riqueza y creando una situación de hambre que lanzará a la desesperación a los hombres trabajadores. Los monumentos y tesoros artísticos son objeto de los más enconados ataques de las hordas revolucionarias, obedeciendo a la consigna que reciben de las directivas extranjeras y con la complicidad y negligencia de los gobernadores de monterilla. Los más graves delitos se cometen en las ciudades y en los campos, mientras las fuerzas de Orden Pública permanecen acuarteladas, corroídas por la desesperación que provoca una obediencia ciega a gobernantes que intentan deshonrarlas. El Ejército, la Marina y demás instituciones armadas, son blanco de los más soeces y calumniosos ataques, precisamente por parte de aquellos que debían velar por su prestigio, y, entre tanto, los estados de excepción, de alarma, sólo sirven para amordazar al pueblo y que España ignore lo que sucede fuera de las puertas de sus villas y ciudades, así como para encarcelar a los pretendidos adversarios políticos.
La Constitución, por todos suspendida y vulnerada, sufre un eclipse total: ni la igualdad ante la Ley, ni libertad, aherrojada por la tiranía; ni fraternidad, cuando el odio y el crimen han sustituído al mutuo respeto; ni unidad de la Patria, amenazada por el desgarramiento territorial más que por regionalismo, que los propios poderes fomentan; ni integridad y defensa de nuestras fronteras, cuando en el corazón de España se escuchan las emisoras extranjeras que predican la destrucción y reparto de nuestro suelo.
La Magistratura, cuya independencia garantiza la Constitución, sufre igualmente persecuciones que la enervan o mediatizan y recibe los más duros ataques a su independencia. Pactos electorales hechos a costa de la integridad de la propia Patria, unidos a asaltos a Gobiernos civiles y cajas fuertes para falsear las actas, formaron la cáscara de legalidad que nos preside. Nada contuvo la apetencia de poder, destitución ilegal del moderador, glorificación de las revoluciones de Asturias y Cataluña, una y otra quebrantadoras de la Constitución, que en nombre del pueblo era el Código fundamental de nuestras Instituciones.
Al espíritu revolucionario e inconsciente de las masas engañadas y explotadas por los agentes soviéticos se ocultan las sangrientas realidades de aquel régimen que sacrificó para su existencia veinticinco millones de personas, se unen la molicie y negligencia de autoridades de todas clases, que, amparadas en un Poder claudicante, carecen de autoridad y prestigio para imponer el orden en el Imperio de la libertad y de la justicia.
¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo? ¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia?
¡Eso no! Que lo hagan los traidores; pero no lo haremos quienes juramos defenderla.
Justicia, igualdad ante las leyes, ofrecemos.
Paz y amor entre los españoles; libertad y fraternidad exentas de libertinajes y tiranía.
Trabajo para todos, justicia social llevada a cabo sin encono ni violencia, y una equitativa y progresiva distribución de la riqueza, sin destruir ni poner en peligro la economía española.
Pero, frente a esto, una guerra sin cuartel a los explotadores de la política, a los engañadores del obrero honrado, a los extranjeros y a los extranjerizantes, que directa y solapadamente intentan destruir a España.
En estos momentos es España entera la que se levanta pidiendo paz, fraternidad y justicia; en todas las regiones, el Ejército, la Marina y fuerzas de Orden Público se lanzan a defender la Patria.
La energía en el sostenimiento del orden estará en proporción a la magnitud de la resistencia que se ofrezca.
Nuestro impulso no se determina por la defensa de unos intereses bastardos ni por el deseo de retroceder en el camino de la Historia, porque las instituciones, sean cuales fuesen, deben garantizar un mínimo de convivencia entre los ciudadanos, que, no obstante las ilusiones puestas por tantos españoles, se han visto defraudadas, pese a la transigencia y comprensión de todos los organismos nacionales, con una respuesta anárquica, cuya realidad es imponderable.
Como la pureza de nuestras intenciones nos impide el yugular aquellas conquistas que representen un avance en el mejoramiento político-social, el espíritu de odio y venganza no tiene albergue en nuestro pecho; del forzoso naufragio que sufrirán algunos ensayos legislativos, sabremos salvar cuanto sea compatible con la paz interior de España y su anhelada grandeza, haciendo reales por primera vez y en este orden, la trilogía: fraternidad, libertad e igualdad.
Españoles:
¡¡Viva España!! ¡¡Viva el honrado pueblo español!!
A los componentes de la Junta de Defensa, el día de asumir la Jefatura del Estado, 1 de octubre de 1936
Nuestra ejecutoria.
El amor a la Patria, la honradez, el amor al pueblo, un sentimiento católico profundo y una fe ciega en los destinos de España.
Ni un hogar sin lumbre. Ni un Español sin pan
Nosotros venimos para ser el pueblo, venimos para los humildes, para la clase media; no para los capitalistas. Nuestra obra exige el sacrificio de todos, principalmente el de los que tienen más, en beneficio de los que no tienen nada. Tendremos vivo empeño en que no haya un hogar sin lumbre, en el que no haya un español sin pan; llevaremos a buen término la santa obra de una reforma social impuesta con cariño, exigiendo a todos el cumplimiento de sus deberes.
Nuestra lucha
Por la paz y el bienestar del campo; por la mejora, racional y justa, de las clases obrera y media; por la libertad de conciencia y el respeto a la religión y a las tradiciones; por la tranquilidad y el bienestar de los hogares; por nuestra civilización amenazada, y por el prestigio de nuestra Bandera; por la independencia de nuestra Patria, por una España Nueva, por una España Libre y por una España Grande, luchan hoy nuestros soldados.
La nueva España representará a la gran familia nacional, sin amor ni vasallos; sin pobres y sin potentados. La Justicia social será la base de nuestro nuevo Imperio, sin lucha de clases destructora y suicida, sin extranjerismos ni mediatizaciones, incompatibles con nuestra dignidad nacional.
¿Fascistas?
La composición de las fuerzas que figuran en el campo nacional prueban bien claramente que no se trata de un movimiento al que se le pueda llamar fascista exclusivamente. Si nos fijamos en los principios programáticos y en las declaraciones que figuran al lado del Ejército, se puede afirmar que se trata de masas de ideología nacional. Falange Española, por ejemplo, tan numerosa y compacta, tiene a gala declarar que se inspira en una ideología esencialmente española y nunca se ha denominado de otra manera.
Respecto del Requeté, puede también afirmarse que responde a una tradición genuinamente española, sin sello exótico. Las demás milicias se inspiran en valores históricos, pero no puede afirmarse tampoco que su ideología esté calcada en modelos extranjeros.
Nuestros enemigos los bolcheviques nos llaman fascistas en sentido acusatorio, para despertar la animosidad o el apartamiento de aquellos países en donde perdura la tradición liberal; pero bien saben ellos que faltan a la verdad por completo.
No es el Ejército el que lucha solo, teniendo el apartamiento y la hostilidad del resto de la población civil. Toda nuestra Nación está en armas; espontáneamente se ha movilizado toda la población civil, sin distinción de clases, sexos ni edades. En el frente de guerra se encuentran unidos el aristócrata de la estirpe más linajuda española junto al campesino y proletario de la ciudad, y los intelectuales universitarios en fraternal compañía con los modestos menestrales, burgueses, empleados y asalariados. Los sacerdotes, por su sagrado ministerio, no pueden ser combatientes activos, pero demuestran su valor dando los auxilios espirituales a los que los necesitan, en las primeras líneas de fuego.
Salutación al pueblo de Burgos, al asumir la Jefatura del Estado, 1 de octubre de 1936
Amigos del Pueblo
Los que hemos vivido en contacto con las masas trabajadoras; los que hemos dormido largos años en el santo suelo como nuestros soldados, con esos hombres de bronce, con los hijos del pueblo, sabemos y sentimos más al pueblo que los que llamándose protectores se acercan a él para engañarle y explotarle.
Vencer y convencer
Yo no aspiro solamente a vencer, sino a convencer. Es más: nada o casi nada me interesaría vencer si en ello no va el convencer. ¿Para qué serviría una victoria vacía, una victoria sin finalidades auténticas, una victoria que se consumiera a sí misma por falta de horizontes nacionales? Los españoles, todos los españoles, los que me ayuden hoy y los que hoy me combaten, se convencerán.
Nación en Armas.
Nunca estuvo un pueblo más unido a su Ejército ni jamás ha sido éste más cabal representación del pueblo en armas; en los frentes, fraternalmente luchan y mueren, sin distinción de clases y procedencias, los soldados españoles; muchachos de ilustre cuna se acuestan al lado del hijo de humildes labradores; abogados, médicos e ingenieros alternan en las trincheras con sus obreros y empleados. La guerra une y da cohesión a los que un sistema político había artificialmente separado. Esta es la España futura, la que construye por medio de esta juventud, que aprende en la trinchera y en los frentes la hermandad de los hombres en la hora de la verdad, del valor y de la disciplina.
Ésta es la solidaridad nacional que la guerra crea, ésta es la garantía de la Nueva España; patronos generosos y comprensivos han de producir la juventud futura; obreros patriotas y leales han de salir de esta lección guerrera; hermanos en la fe y hermanos en la Patria, qué garantía mayor para la convivencia, qué mejor heraldo para nuestro porvenir.
Discurso Nueva política, 1937
El trabajo
Todos los españoles estarán obligados a trabajar sin exclusión: el nuevo Estado no puede sostener ciudadanos parásitos.
En su aspecto social, el trabajo tendrá una garantía absoluta, evitando que sea servidumbre del capitalismo y que se organice como clase adoptando actitudes combativas que le inhabiliten para colaboraciones conscientes.
Se implantará la seguridad del jornal y, en tanto no se dicten fórmulas relativas a salarios y a la participación de los obreros en los beneficios de la producción, serán respetadas cuantas conquistas impliquen mejoramiento de trabajo para la sociedad y para la economía nacional.
Al lado de estos derechos que se reconocen a los obreros, estarán sus deberes y obligaciones, especialmente cuanto signifique leal colaboración para la producción de la riqueza.
Se edifican las bases sociales
Auxilio Social, con millares de comedores y guarderías infantiles en toda la España liberada; el Servicio Social de la Mujer, que estimula y premia el amor a los necesitados; el Subsidio a las familias de los combatientes pobres, que les asegura la normalidad de sus ingresos; la Ley de exención de pagos de alquileres a los obreros sin trabajo; la fiscalía de la vivienda, que corrige las deficiencias de los hogares humildes; la Ley de préstamos bancarios para las carreras de los hijos de los funcionarios; el Patronato Nacional Antituberculoso, que, en plena guerra, ha creado 8.000 camas más para los tuberculosos pobres; la Ley que obliga al establecimiento de comedores en las fábricas para comodidad de los trabajadores; la mejora de la Ley de Seguros por accidente; la Ley del Trigo, que, revalorizándolo, convierte en realidad nuestro lema de «¡ARRIBA ESPAÑA!»; la Ley de préstamos a los cultivadores, facilitándoles simientes seleccionadas; la revalorización y tasa mínima del pescado, en beneficio de los trabajadores del mar; la Ley de concesión del derecho al trabajo remunerado a los penados, en beneficio de sus familiares; la Ley de redención de las penas por el trabajo; el Patronato Nacional de Ciegos; la nueva Ley de la Enseñanza, con numerosas becas para los estudiantes pobres, y la gran Ley que establece en toda España el Salario familiar.
Jamás Nación alguna creó y llevó a la práctica en menos tiempo y más difíciles circunstancias, Instituciones y Leyes de un fondo social tan humano y tan justo.
Esta es nuestra ejecutoria y nuestro proceder.
Así concebimos y así forjamos España.
El Fuero del Trabajo
Renovando la Tradición Católica de Justicia Social y alto sentido humano que informó nuestra legislación del Imperio, el Estado, nacional en cuanto es instrumento totalitario al servicio de la integridad patria, y sindicalista, en cuanto representa una reacción contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista, emprende la tarea de realizar -con aire militar, constructivo y gravemente religioso- la revolución que España tiene pendiente y que ha de devolver a los españoles, de una vez y para siempre, la Patria, el Pan y la Justicia.
Para conseguirlo -atendiendo, por otra parte, a cumplir las consignas unidad, libertad y grandeza de España- acude al plano de lo social con la voluntad de poner la riqueza al servicio del pueblo español, subordinando la economía a la política.
Y partiendo de una concepción de España como unidad de destino manifiesta, mediante las presentes declaraciones, expresa su designio de que también la producción española -en la hermandad de todos sus elementos- sea una unidad que sirva a la fortaleza de la Patria y sostenga los instrumentos de su poder. El Estado español, recién establecido, formula fielmente, con estas declaraciones que inspirarán su política social y económica, el deseo y la exigencia de cuantos combaten en las trincheras y forman, por el honor, el valor y el trabajo, la más adelantada aristocracia de esta era Nacional.
La vivienda
Es una verdadera vergüenza que millares de familias españolas habiten en sitios sin condiciones, y ni siquiera elementales de salubridad. Hay que acabar con eso, y lo aseguro que acabaremos. Ya se está estudiando el tipo o los tipos de casas que deben construirse, sobre todo en lo que se refiere a la vivienda rural. Van levantados ya unos cuantos millares de edificios destinados a las clases más necesitadas. Mediante el pago de un alquiler extraordinariamente barato, podrán las familias humildes habitar en viviendas nuevas, risueñas, bien ventiladas, en vez de seguir habitando en las actuales zahurdas.
La tierra
En el aspecto agrario, sin aplicar fórmulas que sólo pueden concebirse en hipótesis, la actuación del Estado será de constante ayuda a la independencia del campesino, preocupándose especialmente por su bienestar.
El Gobierno nacional se propone la intensificación del cultivo y un nuevo régimen jurídico de la tierra. Al mismo tiempo se está estudiando un proyecto denominado patrimonio familiar, que consiste en la transmisión del patrimonio al hijo que tenga más condiciones para administrarle, impidiendo así el fraccionamiento de la propiedad.
Ganamos día a día la guerra, con paso firme y seguro, como ganamos y ganaremos la paz para España. Ahí tenéis el Consejo de Ordenación del Servicio Nacional del Trigo, primera gran batalla de la retaguardia, digna de las que se riñen en vanguardia, que estoy dispuesto a ganar, que ganaré sobre todo y por encima de todo. Solemnemente os lo digo, labriegos de tierras españolas, cimiento permanente de la riqueza nacional. Hoy son los trigueros objeto de esta atención política del Estado. Muy pronto lo serán los ganaderos y los pescadores, que nuestra España a nadie olvida, y a todos dará la justicia prometida.
Se tenderá a dotar a cada familia campesina de una pequeña parcela, el huerto familiar, que le sirva para atender a sus necesidades elementales y ocupar su actividad en los días de paro.
Se conseguirá el embellecimiento de la vida rural, perfeccionando la vivienda campesina y mejorando las condiciones higiénicas de los pueblos y caseríos de España.
Es aspiración del Estado arbitrar los medios conducentes para que la tierra, en condiciones justas, pase a ser de quién directamente la explota.
El Estado reconoce a la familia como célula primaria natural y fundamento de la sociedad, y al mismo tiempo como institución moral dotada de derecho inalienable y superior a toda ley positiva. Para mayor garantía de su conservación y continuidad se reconocerá el patrimonio familiar inembargable.
Justicia, Educación y Tráficos
Los agitadores y todos los culpables de asesinatos serán castigados; pero seguiremos dando prueba de clemencia con la masa de los que hoy son nuestros adversarios.
Crearemos una Justicia y un Derecho Público, sin los que la dignidad humana no sería posible. Formaremos un Ejército poderoso de mar, tierra y aire, a la altura de las virtudes heroicas tan probadas por los españoles, y reivindicaremos la Universidad clásica, que, continuadora de su gloriosa tradición, con su espíritu, su doctrina y su moral, vuelva a ser luz y faro de los pueblos hispanos.
En el orden comercial viviremos en armonía con los demás pueblos, constituyendo preferencia la comunidad de raza, de lenguaje y de ideario: pero sin que por ello se olviden aquellas relaciones tradicionales dentro de una leal correspondencia, que no sean incompatibles con nuestro sentido ideológico, excluyéndose, desde luego, todo contacto soviético, que tan perjudicialmente afectaría a nuestra civilización y a nuestra sociedad.
En su aspecto tributario, el Estado organizará los impuestos de forma que recaigan especialmente sobre quienes, por su capacidad económica, deben soportarlos.
Política Religiosa
A la persecución enconada de los marxistas y comunistas a cuanto representase la existencia de una espiritualidad, de una fe o de un culto, oponemos nosotros el sentimiento de una España católica, con sus Santos y con sus Mártires, con sus instituciones seculares, con su justicia social y con su caridad cristiana; y aquel gran espíritu comprensivo que hizo que en los siglos de oro de nuestra Historia, cuando un catolicismo vigoroso y sentido era el arma de la reconstrucción de nuestra unidad histórica, veíanse bajo la tutela tolerante del Estado Católico las mezquitas y las sinagogas acogidas al espíritu comprensivo de la España católica.
El Estado, sin ser confesional, concordará con la Iglesia Católica, respetando la tradición nacional y el sentimiento religioso de la inmensa mayoría de los españoles, sin que ello signifique intromisión ni reste libertad para la dirección de las funciones específicas del Estado.
Política Militar
Puedo anunciar que España se bastará a sí misma completamente en orden a las industrias de guerra; y que eso que podríamos llamar un «milagro» se producirá en un plazo de años muy corto. Tendremos fabricada por nosotros la artillería necesaria, todas las armas automáticas, toda la fusilería; resolveremos ampliamente -como lo resolveremos hoy- el enorme problema del municionamiento; saldrán de nuestras fábricas los aviones, los motores, los elementos de transporte.
Nos bastaremos ampliamente a nosotros mismos -lo repito-, y con ello, con una Marina pujante y una Aviación fuerte, nos hallaremos en condiciones de servir los ideales de la grandeza nacional.
Fruto de la guerra
A esa juventud heroica que en las trincheras lucha, a esos beneméritos soldados que en los frentes resisten alegres las inclemencias del invierno y dan con admirable desprendimiento su vida por España, les afirmo que sus sacrificios serán fecundos, y que la España, les afirmo que sus sacrificios serán fecundos, y que la España que se forja en los duros golpes de los campos de batalla tendrá unidad y fortaleza, que nada dividirá a la España Nacional, que la estrecha unión de la juventud española, generosa, noble, sin reservas, no ha de ser por nada ni por nadie desvirtuada.
El Estado abordará los grandes problemas que el sacrificio realizado en la guerra exige, la consolidación de nuestro potente Ejército de tierra, mar y aire, y de las industrias indispensables para la guerra.
La realización de la gran obra social, proporcionando a nuestras clases medias y trabajadoras condiciones de vida más humanas y justas.
La solución de los múltiples problemas que nuestra industria tiene planteados para su resurgimiento.
Ordenación de la obra de cultura, con el mejoramiento intelectual, moral y físico de nuestras juventudes.
Realización de la reforma económica y social de la tierra.
Restauración de nuestra Marina mercante y de nuestra Flota pesquera.
Ejecución de los grandes planos de obras hidráulicas.
Mejora de la vivienda y realización de la gran obra sanitaria nacional.
Atracción del turismo, ordenamiento de la Prensa, y con todo ello la reconquista de nuestro prestigio en el mundo.
Para acometer esta gran tarea a que todos hará dignos del esfuerzo de los Caídos, el trabajo, el talento, el sacrificio y la virtud son instrumentos precisos. La grandeza y la unidad de España no se forjaron en la frivolidad y en el regalo.
La vida cómoda, frívola, vacía, de años anteriores ya no es posible.
Discurso de Unificación, Salamanca, 19 de abril de 1937
En el nombre sagrado de España y en el nombre de cuantos han muerto, desde siglos, por una España grande; única, libre y universal, me dirijo a nuestro pueblo para decirle:
Estamos ante una guerra que reviste, cada día más, el carácter de Cruzada, de grandiosidad histórica y de lucha transcendental de pueblos y civilizaciones. Una guerra que ha elegido a España, otra vez en la Historia, como campo de tragedia y de honor, para resolverse y traer la paz al mundo enloquecido hoy.
Lo que empezó el 17 de julio como una contienda nuestra y civil, es ahora una llamarada que iluminará el porvenir por centenios.
Con la conciencia clara y el sentimiento firme de mi misión ante España, en estos momentos, de acuerdo con la voluntad de los combatientes españoles, pido a todos una sola cosa: Unificación.
Unificación para terminar en seguida la guerra. Para acometer la gran tarea de la paz, cristalizando en el Estado nuevo el pensamiento y el estilo de nuestra Revolución Nacional.
Esta unificación que yo exijo en nombre de España, y en el sagrado nombre de los caídos por ella, no quiere decir conglomerado de fuerzas, ni concentraciones gubernamentales, ni uniones más o menos patrióticas y sagradas. Nada de inorgánico, fugaz, ni pasajero es lo que yo pido.
Pido unificación en la marcha hacia un objetivo común. Tanto en lo interno como en lo externo. Tanto en la fe y en la doctrina como en sus formas de manifestarlas ante el mundo y ante nosotros mismos.
Para esta unificación sacra e imprescindible -ineludible- que está en el corazón de todos y que ahoga esas minúsculas diferencias personales que el enemigo alienta con su habitual perfidia, me bastaría con invocar la urgencia de aquellas dos grandes tareas, como acabo de hacerlo.
Pero es que también existen razones profundas e históricas, para ello, en la marcha de nuestro Movimiento Nacional.
En este instante -en que Dios ha confiado la vida de nuestra Patria a nuestras manos para regirla- nosotros recogemos una larga cadena de esfuerzos, de sangre derramada y de sacrificios, que necesitamos incorporar para que sean fecundos y para que no puedan perderse en esterilidades cantonales o en rebeldías egoístas y soberbias, que nos llevarían a un terrible desastre digno sólo de malditos traidores. y que cubriría de infamia a quienes lo provocasen.
El Movimiento que hoy nosotros conducimos es justamente esto: un movimiento más que un programa. Y como tal está en proceso de elaboración y sujeto a constante revisión y mejora, a medida que la realidad lo aconseje. No es cosa rígida ni estática, sino flexible y que -como movimiento- ha tenido por tanto diferentes etapas.
La primera de estas etapas, a la que podríamos llamar ideal o normativa, es la que se refiere a todos los esfuerzos seculares de la Reconquista española para cuajarse en la España unificada e imperial de los Reyes Católicos, de Carlos V y de Felipe II; aquella España unida para defender y extender por el mundo una idea universal y católica, un Imperio cristiano, fué la España que dió la norma ideal a cuantas otras etapas posteriores se hicieron para recobrar momento tan sublime y perfecto de nuestra Historia.
La segunda etapa la llamaríamos histórica o tradicionalista. O sea: cuantos sacrificios se intentaron a lo largo de los siglos XVIII, XIX Y xx para recuperar el bien perdido sobre las vías que nos señalaba la tradición imperial y católica de los siglos XV al XVII. La mayor fatiga para restaurar aquel momento genial de España, se dió en el siglo pasado, con las guerras civiles, cuya mejor explicación la vemos hoy en la lucha de la España ideal -representada entonces por los carlistas- contra la España bastarda, afrancesada y europeizante de los liberales. Esa etapa, quedó localizada y latente en las breñas de Navarra, como embalsando en un dique todo el tesoro espiritual de la España del XVI.
La tercera etapa es aquella que denominaremos presente o contemporánea, y que tiene a su vez diferentes esfuerzos sagrados y heroicos, al final de los cuales está el nuestro, integrador.
Primer momento de esta tercera etapa, fué el régimen de D. Miguel Primo de Rivera. Momento puente entre el pronunciamiento a lo siglo XIX y la concepción orgánica de esos movimientos que en el mundo actual se han llamado «fascistas» o nacionalistas.
El segundo momento -fecundísimo, porque arrancaba de una juventud que abría puramente los ojos a nuestro mejor pasado apoyándose en la atmósfera. espiritual del tiempo presente- fué la formación del grupo llamado J. O. N. S. (Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas), el cual fué pronto ampliado e integrado con la aportación de Falange Española, y todo él asumido por la gran figura nacional de José Antonio Primo de Rivera, que continuaba así, dándole vigor y dimensión contemporánea, el noble esfuerzo de su padre, e influyendo en otros grupos más o menos afines de católicos y de monárquicos que permanecieron hasta el 17 de julio, y aun hasta hoy, en agrupaciones también movidas por un noble propósito patriótico.
Esta era la situación de nuestro Movimiento, en la tradición sagrada de España, al estallar el 17 de julio, instante ya histórico y fundamental, en que todas esas etapas, momentos y personas influyeron para la lucha común.
Ante todo: Falange Española de las J. O. N. S., con un martirologio no por reciente menos santo y potente que el de los mártires antiguos históricos, aportaba masas juveniles y propagandas recientes que traían un estilo nuevo, una forma política y heroica del tiempo presente, y una promesa de plenitud española.
Navarra desbordó el embalse, acumulado tenazmente durante dos siglos, de aquella tradición española que no representaba carácter alguno local ni regional, sino al contrario: universalista, hispánico e imperial, que se había conservado entre aquellas peñas inexpugnables, esperando el momento oportuno para intervenir y derramarse; portando una fe inquebrantable en Dios y un gran amor a nuestra Patria.
Otras fuerzas y elementos encuadrados en diferentes organizaciones y milicias, también acudieron a la lucha.
Todas estas aportaciones al 17 de julio -vértice decisivo para el combate final que aguardaba nuestra Historia- han luchado hasta ahora encuadradas en lo militar por los cuadros de mando de nuestro Ejército glorioso, y en lo político y civil por sus respectivos grupos, jefes y consignas.
Por tanto, en vista de las supremas razones ya expuestas, esto es, el enemigo enfrente y la coyuntura histórica de una etapa integradora de todas las anteriores a nosotros, decidimos, ante Dios y ante la nación española, dar cima a esta obra unificadora. Obra unificadora que nos exige nuestro pueblo y la misión por Dios a nosotros confiada.
Para llevarla a cabo nosotros ofrecemos dos cosas: la primera, que mantendremos el espíritu y el estilo que la hora del mundo nos pide y que el genio dé nuestra Patria nos ofrece, luchando lealmente contra toda bastardía y todo arrivismo. Queremos milites, soldados de la fe y no politicastros ni discutidores; y la segunda, que nuestro corazón y nuestra voluntad quedarán fijos en los combatientes del frente y en la juventud de España.
No queremos una España vieja y maleada. Queremos un Estado donde la pura tradición y substancia de aquel pasado ideal español se encuadre en las formas nuevas, vigorosas y heroicas, que las juventudes de hoy y de mañana aportan en este amanecer imperial de nuestro pueblo.
Y ahora yo les diría a las naciones que, carente s de sensibilidad e invadidas de un materialismo destructor, venden su prensa al oro de los rojos, entregan sus radio- difusoras a las propagandas criminales, comercian con los productos del robo y estrechan las manos de los salteadores y asesinos, que el enemigo mayor de los Imperios, que el más fuerte peligro para los países, no son los vecinos que un día lucharon noblemente en las fronteras, o los que resurgiendo a la vida internacional, con pujanza no igualada, reclaman un puesto en el disfrute del mundo; ha nacido un peligro mayor que es el bolchevismo destructor, la revolución en marcha del comunismo ruso; enemigo que, una vez arraigado, es difícil vencer; el que derrumba Imperios, destruye civilizaciones, y crea esas grandes tragedias humanas que, como la española, el mundo contempla indiferente y no acierta o no quiere comprender.
Se invoca en las propagandas rojas la democracia, la libertad del pueblo, la fraternidad humana, tachando a la España Nacional de enemiga de tales principios. A esta democracia verbalista y formal del Estado liberal, en todas partes fracasada, con sus ficciones de partidos, leyes electorales y votaciones, plenos de fórmulas y convencionalismos, que, confundiendo los medios con el fin, olvida la verdadera sustancia democrática, nosotros, abandonando aquella preocupación doctrinaria oponemos una democracia efectiva, llevando al pueblo lo que le interesa de verdad: verse y sentirse gobernado, en una aspiración! de justicia integral, tanto en orden a los factores morales cuanto a los económico-sociales; libertad moral al servicio de un credo patriótico y de un ideal eterno y libertad económica .sin la cual la libertad política resulta una burla.
Y a la explotación liberal de los españoles, sucederá la racional participación de todos en la marcha del Estado al través de la función familiar, municipal y sindical.
Crearemos una Justicia y un Derecho Público sin los que la dignidad humana no sería posible. Formaremos un Ejército poderoso de mar, tierra y aire, a la altura de las virtudes heroicas tan probadas por los españoles, y reivindicaremos la Universidad clásica que, continuadora de su gloriosa tradición, con su espíritu, su doctrina y su moral, vuelva a ser luz y faro de los pueblos hispanos.
Esto es el perfil del nuevo Estado; el que se señaló en octubre del pasado año y -que vamos cumpliendo con paso firme y sin vacilaciones. El que es común a la mayoría de los españoles no envenenados por el materialismo o el marxismo. El que figura en el credo de Falange Española. El que encierra el espíritu de nuestros tradicionalistas. El que es factor común de los pueblos que, enterrando, un liberalismo engañoso, han orientado su política en camino de autoridad, de enaltecimiento patrio y de justicia social. El que contiene nuestra Historia española, tan pródiga en libertades efectivas con sus cartas pueblas, fueros y comunidades. El que atesora la doctrina católica que la totalidad de la nación profesa.
Cuando en un pueblo que se, creía vencido surge un movimiento grandioso como el nuestro; cuando de los triturados restos de un Ejército, se levanta el hoy potente y glorioso de nuestra Causa; cuando se hace el milagro de cruzar, por vez primera, un Ejército los aires; cuando de la carencia absoluta de Marina se pasa con constancia, laboriosidad y valentía a dominar en el mar; cuando se suceden las victorias y cada día aumenta la zona dominada; cuando carentes de oro se sostiene y eleva nuestra economía en plena guerra, se mantiene el prestigio de nuestra moneda, el crédito de nuestra zona, y la abundancia y baratura es norma de la vida interior de nuestros pueblos; cuando se dan los casos de heroísmo individual y colectivo que el mundo admira, y en cada combatiente hay un héroe y en cada prisionero un mártir, el optimismo más grande invade nuestro ánimo para gritar con orgullo: ¡ESTA ES ESPAÑA!
Y, por último, a esa juventud heroica que en las trincheras lucha, a esos beneméritos soldados que en los frentes resisten alegres las inclemencias del invierno y dan con admirable desprendimiento su vida por España, les afirmo que sus sacrificios serán fecundos y que la España que se forja en los duros golpes de los campos de batalla, tendrá unidad y fortaleza, que nada dividirá a la España Nacional, que la estrecha unión de la juventud española, generosa, noble, sin reservas, no ha de ser por nada ni por nadie desvirtuada, porque quien pretendiera romper este ordenado Movimiento Nacional haciendo destacar una inquietud bastarda o queriendo beneficiarse de lo que tanta sangre cuesta, habría de tropezar con el patriotismo viril de nuestra juventud y con el empuje de nuestros combatientes que impondrían un severo castigo a toda tibieza o desunión en el camino de la Patria.
Yo os anuncio el patriotismo y la unión de todos los ,españoles, la unión más intima en el servicio de la Patria y proclamo que muy pronto, terminada la guerra y organizada España, estaréis orgullosos de llamaros españoles.
Cuando el prestigio de nuestra nación la haga digna del respeto de las demás naciones; cuando nuestros barcos, potentes y majestuosos, paseen de nuevo la enseña de la Patria por los mares; cuando nuestros aviones crucen los aires y al mundo lleven el resurgir de España; cuando los españoles todos alcéis los brazos y elevéis los corazones en homenaje a la Patria; cuando en los hogares españoles no falte el fuego, el pan y la alegría de la vida, entonces podremos decir a nuestro Caídos y a nuestros mártires: Vuestra sangre ha sido fecunda, pues de una España en trance de muerte hemos creado la España que soñasteis, cumpliendo vuestro mandato y haciendo honor a vuestros heroicos sacrificios.
Y en los lugares de la lucha donde brilló el fuego de las armas y corrió la sangre de los héroes, elevaremos estelas y monumentos en que grabaremos los nombres de los que con su muerte, un día tras otro, van forjando el templo de la Nueva España, para que los caminantes y viajeros se detengan un día ante las piedras gloriosas y rememoren a los heroicos artífices de esta gran Patria española.
Españoles todos, con el corazón en alto:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Alocución a los manifestantes después del discurso de Unificación, Salamanca, 19 de abril de 1937
Lo que tengo que deciros os lo he dicho por la radio: los hombres más heroicos del mundo, los más grandes de Europa, son los hijos de España.
Cuando se lucha en las trincheras, como se lucha cuando se muere en el frente, como se muere, cuando se defiende a España como la defienden Falangistas, requetés y soldados, hay una razón y hay un pueblo.
A esta lucha, a esta sangre generosa, a este heroísmo, tiene que corresponder la retaguardia vibrando, animando a los centinelas, animando a los c9mhatientes, llevándoles ánimos de España para acabar pronto.
Con la paz y con el triunfo de la justicia en nuestro pueblo, con los ideales que están grabados en el corazón de todos los españoles de justicia, fraternidad, de amor a España, de grandeza de la Patria; qué este Movimiento es todo grandeza y por ello la unión ha de ser sagrada, un abrazo de todos, porque hemos de recorrer juntos un glorioso camino, llevando sobre hombros españoles el Imperio legendario y tradicional que la juventud española forjará porque lo está fraguando con su sangre pródiga que está vertiendo en los campos de España y porque está en el corazón de todos los españoles que gritan:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Alocución del 2 de mayo de 1937, Salamanca
PUEBLO salmantino, españoles todos:
Hoy celebra de nuevo España el Dos de Mayo, fiesta dé la Independencia, fiesta de la entraña de España, del pueblo español, que representado en el pueblo madrileño, como vosotros se alzó en armas un día para combatir lo que no era español. y sí extranjero.
Lo mismo que en aquella fecha que hoy se conmemora se unieron los hijos de Madrid, así se unen hoy todos los españoles para salvar a nuestra querida Patria.
El Dos de Mayo de España nos lo habían arrebatado, y aquella fiesta nacional tan española había desaparecido, y tuvo que surgir un 17 de julio glorioso y un nuevo y santo Alzamiento nacional, para que volviéramos a ser españoles, para que surgiese nuestra fiesta, la fiesta de la Independencia de España, del buen pueblo español, del que se alzó en contra de los invasores, del que atesora aquellas mujeres que morían en las calles, animaban a sus hombres o curaban a sus heridos, y hasta esgrimían las armas cuando aquéllos sucumbían; mujeres como las de hoy, las animosas que dan sus hijos a España, las que les empujan a alistarse en nuestras banderas, las que mueren martirizadas por las turbas rojas proclamando su fe en Dios; para mantener y afirmar nuestra fiesta nacional, para perseverar en el engrandecimiento de la Patria, fiel expresión de la unión de todos los españoles, con el corazón en alto, con el pensamiento en el pueblo, con el norte de la justicia social, de la fraternidad cristiana y de la fe católica, de toda esa grandeza que intentaban arrebatarnos y que está en el pensamiento, de los que luchan en los frentes por España, por España y por España:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Proclama dirigida a la Vizcaya roja, Mayo de 1937
VIZCAÍNOS:
La suerte de las armas os ha sido adversa desde Irún hasta Durango; el Ejercito nacional ha vencido en cuantos combates se han librado.
Ni una sola victoria puede apuntarse vuestro ejército. Os han arrastrado a una guerra contra vuestra voluntad; os han engañado un día tras otro, mintiéndoos triunfos; os han aliado con los enemigos de nuestra Religión y de vuestras tradiciones.
La realidad se os ofrece hoy con caracteres trágicos; estamos a las puertas de Bilbao; media provincia ha caído ya en nuestro poder. Entablada la batalla, nada podrá detenerla, y a las destrucciones inevitables que la guerra apareja, se unirán las provocadas por elementos rojos enemigos de vuestra riqueza.
Os engañan quienes quieren prolongar vuestra resistencia amenazándoos con falsas leyendas de prisioneros sacrificados; nada tienen que temer de la España Nacional los que voluntariamente se entregan: Os ofrecemos la paz, una paz justa y generosa, sin rencores ni pasiones; una paz católica.
Respeto de la vida para cuantos se entreguen de buen grado, la libertad para los com. batientes que no tengan responsabilidad de crímenes o desmanes que someter a los Tribunales de Justicia, y el castigo sólo a los que aparezcan responsables de aquellos delitos; y en el orden político y social, disfrutar de .la propiedad del nuevo Estado, con una labor descentralizadora y de respeto a las peculiaridades y tradiciones comarcales, con su justicia-social efectiva y rápida, con un sentido católico y tradicional y con ese espíritu dinámico de nuestras juventudes, ansiosas de crear una España unida, grande y libre, que es característico del nuevo Estado.
Aun es tiempo de evitar mayores mayores; deponed las armas antes de que, conquistada Vizcaya por la fuerza, tengáis que someteros a los severos dictados de los vencedores.
Mensaje a Falange Española de la Argentina, Junio de 1937
Al cumplirse el 357 aniversario de la segunda fundación de Buenos Aires, quiero, en nombre de la eterna España fundadora, asociarme a la emoción de cuantos en la fecunda y generosa tierra argentina rememoran hoy las hispánicas hazañas y reciben el beneficio de sus creaciones, de esas obras que han sido siempre, y serán, esforzado cortejo del genio español. Ley de la Historia es que no puede realizarse ninguna gran empresa de cultura sin que se adelante la proeza de las armas. Pero a esta ley genérica, España ha sabido darle un matiz de característica hermosura, pues nuestros Adelantados no han dejado nunca de interponer distancia o tiempo entre ‘el triunfo .de la guerra y el orden del trabajo en la paz.
Cuando con su ejército vencedor de la fatiga, llega Garay al río de la Plata, desnuda en el aire la espada y planta luego un. árbol en la ganada tierra, para que, a la sombra de las armas, florezca la primavera y la justicia. Movido por idénticos afanes, al ver que aquí, en el solar de origen, se destruía todo lo que fundaron con esfuerzo nuestros mayores y con la material destrucción de las ciudades la Ley civil quedaba hollada por los suelos, y todo era desorden y anarquía, el Ejército español, sacando heroicos arrestos, desnudó su espada, y ya antes de que concluya esta guerra, al apurar las últimas etapas del triunfo, hemos plantado el árbol de la justicia para el pueblo; para un pueblo que, pese a las costosas necesidades bélicas, sin el oro robado y dilapidado por el enemigo, tiene abundancia de pan y exactitud de justicia, porque el Estado en armas vela por él.
Nuestra zona no es tan sólo rica en héroes por la organización, la previsión y el estímulo, resulta también copiosa en cosechas, no falta en ella nada. A todos llega el honor y el pan de cada día.
El honor ganado caballerosamente en los combates, y el pan cristianamente distribuido. En cambio, los rojos, con la zona más rica, carecen de glorias que contar y de pan que comer. Y es lógico que así sea, pues si falta el espíritu y la creencia, se arruinan por igual los valores morales y los materiales.
Como el caballo de Atila, el bolchevismo seca la hierba, y las ciudades son sólo ruinas, cobardemente calcinadas, y los campos son razzia y abandono. Pero nosotros sabremos reedificarlo todo. Si invocamos las grandezas de la España Imperial es porque nos mueven, con sus ideales, sus empeños de salvación y de fundación.
Contentos de salvar con nuestra sangre al mundo, cumpliendo la misión providencial que le ha sido impuesta siempre a España, no hemos esperado el término absoluto de la lucha para ir fundando ya el orden nuevo que ha de permitirles a los españoles conseguir la grandeza del futuro.
Heraldo de ese orden es la Falange Española Tradicionalista y, de las J. O. N. S., milicia e inspiración del nuevo Estado, nacida del afán de recuperar la Patria y de la ardiente hermandad de las trincheras. A Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S. le corresponde, en apretada disciplina con el Ejército, suscitar las virtudes creadoras de la hispanidad y dar de ellas vivo ejemplo de sacrificio. Con sus primeras iniciales se forma esta palabra divina: FE. Es el nombre -Santa Fe- de la ciudad de donde partió Garay para sus empresas que habían de llevarle a la fundación que hoy festejáis, la de la capital Argentina, orgullo de la raza. También de ahí, de la Santa Fe, partimos nosotros el 17 de julio para esta gran empresa que ha de ser asimismo de las más altas glorias. De una raza que asombra a la Historia dejó el fundador de Buenos Aires, por toda herencia, un yugo y sus armas. Esa es la herencia de nuestra Falange: un yugo para ayuntar, arando la tierra española, y unas armas viriles para defenderla.
Proclama dirigida al pueblo de Bilbao, 13 de junio de 1937
El que llamabais cinturón de hierro. ha sido roto por nuestras tropas. Nada puede contener el victorioso y arrollador avance del Ejército nacional. De un momento a otro estará Bilbao bajo el fuego de nuestros fusiles y es inútil cualquier resistencia.
Si queréis evitar la destrucción del resto de Vizcaya y que la guerra se adueñe de la capital y de la zona que aun os queda, entregad las armas. Nada tenéis que temer, si no habéis cometido nada grave. Si os entregáis, aprovechad los momentos que aun os quedan.
Si persistís en la rebeldía, sólo la muerte y la destrucción os esperan. Habéis sido continua ,y vilmente traicionados por vuestros jefes que os han sacrificado a sus ambiciones bastardas.
No vaciléis en entregarlos a la justicia de los nacionales y que ellos solos paguen su contumacia y sus traiciones. No perdáis un momento, que la batalla, una vez desencadenada, es difícil contenerla. Imponed vuestra voluntad y entregaos a la generosidad de la España Nacional.
Discurso pronunciado el día de la toma de Bilbao, Burgos, 21 de junio de 1937
ESPAÑOLES, castellanos viejos, hombres de Burgos, hijos de la España Nacional, corazón y latido del sentir de España. Hijos de esta tierra. de Castilla, hijos de la católica y tradicional Navarra, que con el nombre de Navarra han ido los que, peña tras peña, lugar tras lugar, valle tras valle, han ido regando con sangre las tierras de Vizcaya: El oro de vuestras mieses simbólicas y el resplandor de vuestra gloria, forma, entre las bandas de sangre de los hijos héroes y mártires de España, la bandera nacional, la bandera que ondea hoy en los caseríos vizcaínos, en las torres de las casas señoriales de Vizcaya y que es el símbolo de la grandeza geográfica, es el símbolo de la unidad, que ha seguido su ruta, y es la afirmación y garantía de millares de mártires y de héroes, que dice que el separatismo se ha acabado y que aquí no hay más que España, que es lo eterno, lo inmortal; pero no significa sólo esto, significa la hermandad, la liberación de centenares, de millares de hermanos nuestros, significa el resurgir de la Patria a la vida de una región próspera, el arrancar del engaño a todos esos modestos campesinos sencillos, a esa caravana de hombres que veíamos cubrir las carreteras y que habían sido arrancados de sus hogares y enviados a cavar trincheras, a empuñar las armas, cavando su propia sepultura y la del separatismo vasco; significa la liberación de más de mil prisioneros que la esperaban ansiosos mientras los soldados de España llevaban la bandera roja y gualda por entre los montes y los bosques, ondeando una enseña que era la enseña de España; significa ello el triunfo rotundo que se debe al espíritu del soldado español, sufrido, ejemplar y heroico, que asombra al mundo con su gesta; es el resurgir de un pueblo que quiere ser libre, de una nación que pide un puesto, de una raza que dice: Esto fuimos y esto seremos.
Ya lucen en Vizcaya las banderas de España; ya marchan por las calles y se escuchan en ellas los himnos nacionales; ya suena nueva música, y el nuevo programa de la España Nacional, programa de justicia social. que nunca les cumplieron; y aquellos bravos campesinos, aquellos sencillos aldeanos vascos, aquellos obreros envenenados, abren sus ojos y elevan su corazón y lloran porque dicen que estos soldados que cumplen su palabra, estos hombres que conquistan lo que dicen, éstos, no tienen más que una fortaleza y una voluntad, y cuando nos hablan de justicia social, de hermandad entre los españoles, de las grandezas de la Patria, es porque van a cumplir cuanto manifiestan, porque lo juran ante la sangre de sus hijos, que es la de los mártires de la Religión y de la Causa, y por eso os pido que todos vuestros corazones vayan a los caídos en la lucha, a los verdaderos mártires de la Causa de España.
Españoles, castellanos viejos:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Palabras pronunciadas con motivo de la Clausura de la Asamblea de Maestros, Salamanca, 6 de julio de 1937
Maestros españoles:
Después de la maravillosa creación de Pemán, ensalzando la Patria y la Religión, sólo cabe una palabra: Amén, así será.
En los frentes de batalla se combate con las armas, mas poco importaría que allí alcanzáramos la victoria, si no cumpliéramos nuestra obligación de desarmar moralmente al enemigo, formando su conciencia hasta elevar su corazón en esta otra batalla de la que vosotros, los maestros, tenéis que ser los oficiales y los generales. Sois vosotros quienes tenéis que desarmar a la España roja.
Asistimos al resurgir de la raza y a la lucha heroica de nuestros soldados que realizan una misión sublime, porque tienen fe en Dios y en España. El adversario carece de ideales y lo que le asiste es el detritus de Europa.
Vosotros, maestros, tenéis por misión crear, y desde el primer plano que habréis de ocupar, deberéis consagraros con toda vuestra alma a educar a las nuevas generaciones, para crear el Imperio que el pueblo quiere.
Sois vosotros los que tenéis que cultivar los ideales nacionales y a los que os corresponde la misión extraordinaria y sagrada de forjar la grandeza de España.
¡ARRIBA ESPAÑA!
Palabras dirigidas a la multitud al entrar el II Año Triunfal, Salamanca, 17 de julio de 1937
Salmantinos españoles todos:
Cantos de triunfo, gritos de victoria del primer año triunfal, Victoria en la tierra, victoria en el aire, victoria en los mares; tropas rojas derrotadas, aviones que se incendian, barcos que se hunden, presas que nos trae nuestra Marina, ¡nuevas glorias de España!
Triunfo de la juventud de vuestros hijos, de vuestros hermanos, de todos aquellos que con la bandera de España en la mano y con la alegría en el corazón no vacilaron en los Altos de León, en los de Somosierra, en las ciudades y en las villas, en los mares del Estrecho y en las costas del Norte.
Glorias alcanzadas en lucha con la escoria de Europa, demostrando al mundo el resurgir de una raza y el valor de un pueblo.
Primer año triunfal, obra de la juventud española a la que rendimos homenaje. Fe en el triunfo, fe en la juventud española, fe en la justicia, todo eso dicen vuestros cantos. Es la grandeza de España.
¡ARRIBA ESPAÑA!
Palabras dirigidas a la multitud al entrar el II Año Triunfal, Salamanca, 17 de julio de 1937
Salmantinos españoles todos:
Cantos de triunfo, gritos de victoria del primer año triunfal, Victoria en la tierra, victoria en el aire, victoria en los mares; tropas rojas derrotadas, aviones que se incendian, barcos que se hunden, presas que nos trae nuestra Marina, ¡nuevas glorias de España! Triunfo de la juventud de vuestros hijos, de vuestros hermanos, de todos aquellos que con la bandera de España en la mano y con la alegría en el corazón no vacilaron en los Altos de León, en los de Somosierra, en las ciudades y en las villas, en los mares del Estrecho y en las costas del Norte. Glorias alcanzadas en lucha con la escoria de Europa, demostrando al mundo el resurgir de una raza y el valor de un pueblo. Primer año triunfal, obra de la juventud española a la que rendimos homenaje. Fe en el triunfo, fe en la juventud española, fe en la justicia, todo eso dicen vuestros cantos. Es la grandeza de España.
¡ARRIBA ESPAÑA!
Discurso pronunciado al entrar en el II Año Triunfal, 18 de julio de 1937
EL CUADRO SOCIAL y POLÍTICO QUE OFRECÍA, ESPAÑA
La España Imperial, la que engendró naciones y dió leyes al mundo, parecía sucumbir en el alborear de julio de 1936, cuando adueñados los resortes del Poder por las fuerzas ocultas de la revolución, no se presentaba otro horizonte que el inmensamente trágico de asistir a la destrucción del más incalculable de los tesoros: el de los valores espirituales de un pueblo. Leyes constantemente mancilladas; negación del honor; insultos a la Patria; apología de todos los delitos; desmembración del territorio; injurias al Ejército en solemnidades y desfiles; quema de conventos y de templos; asesinatos de personas honradas; partidas rojas que cobraban impuestos en carreteras y caminos; poderes extranjeros presidiendo los destinos de España; explotación ruin de las clases obreras, instigándolas a la desesperación y al crimen; carencia absoluta de honradez y sensibilidad; entronizamiento del «straperlo» en las Diputaciones y Alcaldías como reflejo de una administración escandalosa; organización de milicias para la ejecución de la revolución roja; repartos clandestinos de armas dirigidos por el Gobierno; lenta supresión en el Ejército de cuanto representaba prestigio u honor; entrega de los mandos militares a los insurgentes de la revolución del 34.
Tal era, en síntesis, el cuadro social y político que España ofrecía desgarradoramente, ya que el pueblo miraba a su Ejército culpable de pasividad, pareciéndole que no tenían eco, en él aquellas exclamaciones tan llenas de dolor como reveladoras del orgullo de un pueblo que no se resignaba a sucumbir.
HABÍA QUE SALVAR A ESPAÑA
¡Hay que salvar a España!, se decía. ¡Es preferible morir con honor que contemplar la destrucción de nuestra Patria! y la oficialidad, muda por disciplina, pero heroica por vocación, se conservaba unida Y vigilante, sin que nadie pudiera contenerla, pronta para un obrar inmediato, temerosa de que se perdiese en chispazos esporádicos lo que era un común anhelo, impaciente por llegar demasiado tarde, aspirando por una fecha, que al fin se marcó entre los días 11 al 20, y que cualquier hecho podría precipitarla, como el comienzo de las más grandes epopeyas.
En la madrugada del 13 de julio sale del ministerio de la Gobernación una camioneta que ocupan agentes de la autoridad, los que, llegando a la calle de Velásquez arrancan de su hogar: a un señalado patriota, al que dan muerte, y cuyo cadáver abandonan en un cementerio.
Este crimen de Estado conmovió a España. No cabían más sumisiones, acatamientos ni esperanzas. La revolución comunista, fomentada desde las alturas del Poder, había estallado, y el Ejército, haciéndose intérprete del sentir de todos los españoles honrados, en cumplimiento de un sagrado deber para con Dios y para con España, decidió lanzarse a su salvación; unas semanas, unos días más tarde, y todo hubiera sido inútil ante el avasallador ímpetu de un comunismo triunfante.
Por la tarde del 17 de julio, cuando se encontraban próximos a su encarcelamiento, los oficiales de Melilla se resuelven y, como un solo hombre, anuncian a las guarniciones restantes la salvación de España. El Ejército, secundado por el pueblo y las milicias, se alzó contra un Gobierno anticonstitucional, tiránico y fraudulento, y, cumpliendo lo que preceptúa nuestra ley constitutiva castrense, se erigió en defensa de la Patria, defendiendo la de sus enemigos exteriores e interiores. ¡Sublime precepto que compendia la más augusta y trascendental misión!
El Movimiento triunfa en la casi totalidad de las provincias: sólo se pierde en aquellas, como Barcelona y Valencia, en que sus jefes orgánicos traicionaron a sus oficiales, y en las que, dominantes ya, vacilaron los mandos ante el empuje de las hordas.
LOS PRIMEROS MÁRTIRES
Mártires sin cuento dió a luz España en esta tan señalada. fecha; por millares se cuentan los jefes, oficiales y paisanos que, contentos y orgullosos, vitorean a España ante el pelotón de asesinos, que siegan las vidas de lo más florido de nuestra juventud. Alentadas las logias, entonces pujantes, llaman a sus afiliados, y es Martínez Barrio, el Gran Oriente, el que consuma la traición. Se apela a los jefes militares masones, a los tibios, a los vacilantes; se da la razón al Ejército y a su conducta patriótica, se les promete un Gobierno de orden, se les instiga a retirar las tropas a los cuarteles, y cuando algunos jefes, con candidez punible, se dejan convencer, son también víctimas, asesinados por las turbas de criminales que el Gobierno había armado.
Donde el Ejército permanece ausente, las órdenes para el desencadenamiento de la revolución comunista se ponen en práctica; los cohetes convenidos se lanzan como señal de guerra, y el asalto de los edificios públicos y de los hogares, el desbordamiento de las pasiones más bajas e impuras, son estampas que acreditan la implantación del Comunismo. El Gobierno del Frente Popular abre las cárceles, entrega las armas de los parques militares a asesinos y ladrones, excita sus bajos instintos e impulsa al crimen y al saqueo; que en tal forma, un Gobierno, llamándose legal, entregó a España a la más terrible de las revoluciones que registra la Historia.
BOINAS ROJAS Y CAMISAS AZULES
Por contraste, afluyen al Ejército los hombres patrióticos. Las boinas rojas de Navarra y camisas azules de Castilla salen a la luz, llenan las calles y las plazas, y los himnos guerreros y vibrantes, ponen su nota lírica en el dramatismo heroico de Ideas y ciudades. Pronto surgieron los avances victoriosos, en que el espíritu de la masa superaba a la calidad de las armas; los cruentos bombardeos de la aviación roja sobre nuestros heroicos soldados de Somosierra y Guadarrama, son estériles para la muralla de hierro que se formó en los dos puertos que amenazaban a Madrid.
Las dotaciones asesinan a sus oficiales a la voz de su ministro, que pretende paralizar el tránsito en el Estrecho, medida baldía para con un Ejército que, con frágiles barcos, burla su vigilancia y alcanza las costas españolas, deseoso de cumplir su misión casi sobrenatural. ¡Epopeya gloriosa la del paso de las fuerzas por los aires!
La reconquista de Andalucía, el asalto de Badajoz, la conquista de la heroica e imperial Toledo, la liberación de Oviedo, la mártir, la victoria de, Mallorca, la invencible, la toma de Málaga y, más tarde, la de Bilbao, son etapas de gloria.
Al levantamiento de las instituciones armadas sucede la superioridad en el aire, en la tierra y en el mar.
LABOR DE RETAGUARDIA
He aquí el balance de un año. Y mientras las armas así hablaron y la juventud enardecida combate, en la retaguardia se labora por una Nueva España; previsoras leyes atienden a las necesidades de la nación; el nivel de la vida se mantiene intacto, a pesar de la guerra; todo se moviliza y se prepara para ella, y leyes sociales justas y generosas son adelanto de la obra social a realizar. El auxilio al obrero parado, en forma de socorro; la exención de los alquileres y del pago de agua y luz a los que se hallan sin trabajo; el mantenimiento de todas las conquistas de las clases trabajadoras; la organización de Cajas de Compensación para llegar a implantar el salario familiar; el auxilio a las familias de los combatientes pobres; la implantación del Día del Plato Único, en solidaridad con los combatientes y en provecho de los familiares y huérfanos de guerra; la organización de los Comedores de Invierno y la de orfelinatos y obras de beneficencia; la creación de la Fiscalía de la Vivienda, para la sanitaria vigilancia y mejora de la casa de las clases medias y humildes; el Patronato Antituberculoso, como medio de hacer desaparecer la población enferma y desamparada; la reserva para los combatientes de gran parte de los destinos civiles; la atención a los mutilados de guerra, con auxilios generosos para el que sufre mutilaciones por la Patria; el concurso a los funcionarios pobres, en el noble afán de dar carrera á sus hijos; el estudio y preparación de un Fuero del Trabajo, en que vean todos un ordenamiento jurídico que asegure la producción y garantice las condiciones de vida de las clases obreras, al par de la normalidad en el desenvolvimiento de los establecimientos industriales… Esa es nuestra obra en medio de los azares de la lucha.
POLÍTICA EXTERIOR
En el orden exterior, desde el primer momento tuvo la Cruzada Nacional el rango que le correspondía, y si nuestra voluntad de mantener relaciones cordiales, relaciones con los demás países, tropezó con intereses bastardos y serias dificultades, fué poco a poco abriéndose camino en Europa, y lo que la fuerza de la razón no pudo alcanzar, quedó logrado con el triunfo de las armas.
Pueden los traficantes de armas del mundo negociar con nuestros enemigos; pueden los capitalistas burgueses aumentar los derramamientos de sangre, haciendo fabulosos negocios con las vidas de España; pueden las logias extranjeras y los comités internacionales combatir el sentimiento de la España Nacional; nada conseguirán ante la fortaleza de nuestros ideales, la justicia de nuestra causa y los bríos de nuestras, juventudes, que, ganando batallas para Europa en los campos de España, redimen al mundo del más terrible de los azotes. Pero, en tanto, abrigamos la serena confianza de que un día las naciones que aun nos discuten, rendirán tributo de admiración a la juventud española, que salva la civilización cristiana. Y en esta fecha solemne no podía faltar el recuerdo sentido y amoroso para cuantos han comprendido la grandeza de nuestra gesta, y muy especialmente para aquellos pueblos que, como Alemania, Italia y Portugal, estrecharon con calor nuestra mano en los momentos difíciles del I Año Triunfal.
EL ESTADO RECOGERÁ LOS ANHELOS DE LA JUVENTUD
Durante este lapso de tiempo se sucedieron en la gobernación del Estado la Junta de Defensa Nacional de Burgos, que asumiera las responsabilidades del Poder en los primeros tiempos, y dió paso al Mando único, encarnado en la Jefatura del Estado que, asistido por una Junta Técnica, da solución a los difíciles problemas que la vida de la nación, en período tan excepcional, presentara, facilitando así la vida de la Nueva España.
Hoy, la conquista ,de nuevas zonas industriales y mineras y la prolongación de la guerra exigen ya una atención mayor y es hora de anunciar la próxima sustitución de tan modesta y austera organización administrativa por otra de más amplitud y fortaleza, que, encarándose con los problemas nacionales, les dé armónica solución, dentro de los principios de Derecho público por medio del ordenamiento jurídico de nuevos organismos, que sustituyan a los antiguos de pasados regímenes, caídos por viejos y caducos. Se recogerán los anhelos de la juventud española, y asistidos por la organización nacional de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., corresponderemos a los sacrificios de todos, forjando la unida, grande y libre que llevamos en nuestros corazones.
¡Juventud española, heroica y ejemplar, enardecida y disciplinada en la trinchera y en los frentes de batalla, España te saluda con entusiasmo y con fe al término del I Año Triunfal!
LA SANTA HERMANDAD
Nunca estuvo un pueblo más unido a su Ejército, ni jamás ha sido éste más cabal representación del pueblo en armas; en los frentes, fraternalmente luchan y mueren, sin distinción de clases y procedencias, los soldados españoles; muchachos de ilustre cuna se acuestan al lado del hijo de humildes labradores; abogados, médicos e ingenieros; alternan en las trincheras con sus obreros y empleados. La guerra une y da cohesión a los que un sistema político había artificialmente separado. Esta es la España futura, la que construye esta juventud, que aprende en la trinchera y en los frentes la hermandad de los hombres en la hora de la verdad, del valor y de la disciplina.
Obrero herido, que eres recogido a hombros del señor del que ayer recelabas; español acomodado que no te parabas a pensar en la grandeza del obrero humilde que hoy es tu hermano en la pelea; banquero frío y calculador que te deshumanizabas al crecer tus tesoros que hoy cederías gustoso ante el hijo muerto en las trincheras; madres ejemplares, hermanas en el dolor y en el orgullo de dar vuestros hijos para defender a vuestra fe y a vuestra Patria, ¿no os sentís todos más estrechamente unidos?
Esta es la solidaridad nacional que la guerra crea, esta es la garantía de la Nueva España; patronos generosos Y comprensivos ha de producir la juventud heroica; obreros patriotas y leales han de salir de esta lección guerrera; hermanos en la fe y hermanos en la Patria, ¡qué garantía mayor para la convivencia humana, qué mejor heraldo para nuestro porvenir!
¡Españoles todos, elevad en este día los corazones con nuestra juventud y ofrendarlos por la grandeza de la madre España!
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Comunicación dirigida al Secretariado político de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. al cumplirse el primer Aniversario de la muerte de Onésimo Redondo, 23 de julio de 1937
Al cumplirse el primer aniversario de la muerte gloriosa de Onésimo Redondo, Caudillo de Castilla, caído en acto de servicio por España y por la Falange, a la que en primera línea y desde primera hora consagró su vida, su talento y su palabra, quiero significar el Secretariado político, para que a su vez lo haga llegar a todas las masas juveniles de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. , aliento y fe de nuestro Estado Nacional-Sindicalista, mi recuerdo emocionado a quien supo cumplir en todo momento, tan ejemplarmente, sus deberes para con la Patria.
Al frente de la legión de nuestros caídos, Sangre bendita de héroes y mártires, Promesa del futuro.
ONÉSIMO REDONDO,
¡PRESENTE!
¡ARRIBA ESPAÑA!
Discurso pronunciado en Salamanca para la presentación de cartas credenciales del Embajador de Italia el 2 de agosto de 1937
Señor Embajador:
Con profunda emoción he oído las nobles y levantadas palabras de Vuestra Excelencia al entregarme las cartas que os acreditan como embajador extraordinario y Plenipotenciaria de Su Majestad el Rey de Italia y Emperador de Etiopía. Llega V. E. a este viejo solar español en los momentos duros, pero magníficos, en que la nación, consciente de su destino histórico, se ha levantado para defender también las esencias de su vida y, cumpliendo otra vez misteriosos designios, para defender también las esencias de una civilización que nos es común. Por eso, señor Embajador, la nación española estima cabalmente esa ofrenda de fraternal e inmutable solidaridad de que V. E. es portador.
En nombre del pueblo español agradezco la íntima comprensión del pueblo italiano y de su ilustre Duce por nuestra Causa, así como los fervientes votos que formuláis por el seguro triunfo de nuestros Ejércitos. Ese aliento moral que Italia nos presta cuando están en carne viva, como llagas, las fronteras de España, y se clavan victoriosas las banderas de Cristo y de Occidente en los bordes de una tierra cautiva, de templos sin campana y agonías sin oraciones, y donde Oriente y las estepas de Asia alzaron ya sus campamentos, se recibe como el más cordial y amable de los lenitivos.
España, en la coyuntura histórica porque atraviesa, pacto del porvenir con el pasado, en el que el suave y necesario yugo de una tradición gloriosa se aligera con, el vuelo en potencia, futuro y jubiloso, de las flechas, España lucha para ser un país donde no ha de haber hostilidad de la campana de la Iglesia con el ruido trabajador de los talleres, para ser una nación unida, grande y libre,: cuya luz ilumine a los hermanos ciegos y a las masas ofuscadas, y que en la vida internacional sea instrumento para el mantenimiento, a través de continentes y de Océanos, de esa cultura mediterránea que amamantaron las ubres de la Loba Romana.
Podéis decir, señor Embajador, a vuestro Augusto Soberano y al esclarecido Jefe de vuestro Gobierno, que la Italia Imperial y Fascista tiene fundados motivos para prever con la España Nacional vínculos cada vez más estrechos de colaboración, con el propósito noble de ser la salvaguardia de nuestra común civilización y de la paz universal.
Estad seguro, señor: Embajador, de que vuestras personales condiciones de claro talento y exquisito tacto, encontrarán en todos los organismos de la España Nacional cuantas facilidades habréis menester para el desempeño de vuestra altísima misión.
Alocución del 1º de Octubre de 1937 en Burgos
Españoles:
En esta fecha solemne, hace un año, recibí de la antigua Junta de Defensa y del pueblo español los poderes para gobernar a España y para dar unidad y mando a su Ejército.
Entonces os prometí, cuando los frentes de batalla se encontraban a escasos kilómetros de Vitoria y de Madrid, os prometí que la gloria de España iría en las bayonetas de nuestros soldados, que, llevaría a buen término la guerra.
De cómo se ha llevado son pruebas las jornadas gloriosas, los hechos heroicos de la toma de Bilbao y de Santander, el camino de Asturias en el que en este día, en estos momentos, nuestros heroicos soldados escalan la cima de Covadonga y la reconquistan para España.
Pero este esfuerzo gigantesco en que la guerra iba de arrumbada, fué detenido por las huestes internacionales, por la lucha más grave que las naciones hayan tenido, por la lucha en defensa de Europa. Y no son soldados españoles, no son hijos de España los que manejan y rigen la vida roja; es Rusia, es Moscú, son los internacionales, es la escoria de todos los países. Por eso, estas victorias de nuestros soldados, por eso estas victorias de vuestros hijos, tienen un signo y un. mérito mayor; se baten por Europa, contra los rojos y contra el aniquilamiento y la destrucción que deseaba Moscú.
Es la lucha en defensa de Europa y, una vez más, cabe a los españoles la gloria de llevar en la punta de sus bayonetas la defensa de la civilización, de mantener una cultura cristiana, de mantener una fe católica y de mantenerlas al estilo de don Quijote, marchando con su coraje, con su entusiasmo y con sus mejores valores que son hoy el corazón y la entraña de España.
Por eso, mi recuerdo en este día tiene que ser para los que se baten, tiene que ser para el soldado, tiene que ser para el oficial, tiene que ser para la juventud española, para esa juventud escolar, para esos bachilleres de los frentes, para esos hombres de bronce que cuando les colgamos en el pecho una estrella, sabemos que formamos una generación de oficiales, sabemos que va el honor de España en ellos. Y lo mismo que ayer la juventud profesional, los oficiales profesionales levantaron el honor de España y se lanzaron a defenderla, hoy son esos hijos del pueblo, hoy son esos alféreces provisionales, los caudillos, los cabecillas de nuestras tropas, los que las arrastran a la victoria, los que mueren en racimos y mueren como nosotros hacemos, gritando:
¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA! ¡¡ARRIBA ESPAÑA!!
Mensaje radiado a todos los Españoles el 1 de Octubre de 1937
En este día, aniversario de mi exaltación a la Jefatura del Estado y al Mando supremo de todos los Ejércitos de tierra, mar y aire, quiero dirigir un mensaje a todo el pueblo español, a los Generales, Jefes, Oficiales, Clases y Soldados, a los voluntarios de nuestros heroicos tercios y banderas, a nuestras juventudes de Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N. S., a los servidores de la Administración pública, a todos los españoles, en fin, hermanados en, el vínculo eterno de la unidad de la Patria, a la nación entera, hecha hoy y para siempre milicia, servicio y sacrificio. No voy a repetir el halagüeño balance del año transcurrido desde que recibiera mis investiduras aquí. Precisamente están los hechos en el recuerdo de .todos y consignados quedan en mi discurso del 18 de julio. Con posteriori- dad a los que allí se fijaron acrecientan nuestro haber de hoy las victorias de Santander y Asturias. Hoy el frente del Norte está en trance de supresión inmediata y total.
En el día de hoy ha sido clavada nuestra bandera junto a la Cruz de Covadonga, como nueva afirmación del poder y del triunfo del Ejército. La guerra terminará victoriosamente en el Norte. Ganamos día a día la guerra, con paso firme y seguro, como ganamos y ganaremos la paz para España. La doctrina, oportunamente señalada en nuestro Movimiento Nacional. no será ya más artificio verbalista, sino categórica realidad. Empieza a serlo ya y ahí tenéis el Consejo de Ordenación del Servicio Nacional del Trigo, primera gran batalla de la retaguardia, digna de las que se riñen en la vanguardia, que estoy dispuesto a ganar, que ganaré sobre todo y por encima de todo. Solemnemente os lo digo, labriegos de tierras españolas, cimiento permanente de la riqueza nacional. Hoy son los triguero s objeto de esta atención política del Estado. Muy pronto lo serán los ganaderos y los pescadores, que nuestra España a nadie olvida, y a todos dará la justicia prometida.
En esta hora en que España me expresa su adhesión unánime estoy seguro de poder rendiros su plenitud histórica, caminando por el cauce anchuroso que abre a su mañana imperial y católico esta juventud que alza los brazos y la mirada al cielo, desde donde nuestros mejores nos vigilan.
En los primeros días de la guerra, cuando carecíamos de todo y nuestra empresa parecía imposible al mundo, a un mundo que no ponderaba con debido rigor las riquezas heroicas de una raza inmortal, yo, desde el otro lado del mar, dirigiendo la mirada hacia esta tierra bendita de España, dije a todos: Fe ciega en el triunfo. La tuvimos. Removimos con ella montañas de dificultades y obstáculos, y hoy la victoria ya es nuestra. Con harta más seguridad digo ahora a la juventud, y con ella a toda la España del alma limpia, capaz de vivir al compás de la fecundidad de tantos sacrificios, de tanto dolor y de tanta gloria: Seguridad firmísima en que su fruto cierto y espléndido que nadie osará dañar, hará de nuestra España Una, Grande y Libre, Patria de trabajo y de justicia para todos sus hijos que la merezcan. Digo que la merezcan porque quiero en esta hora advertir que nadie dé oídos a las voces de mediación que los capitostes de la España roja otra vez lanzan y las fuerzas secretas internacionales estimulan.
Sólo la victoria, la gran victoria final, es nuestra meta y a ella vamos constantemente sin menospreciar la generosa sangre derramada, que es la mejor prenda de nuestro triunfo. Vengan enhorabuena a nuestro campo cuantos españoles sean capaces de sentir de buena fe el nuevo Estado, que se ha cansado de ser pequeño y ha de volver de nuevo a su grandeza. Porque cuenta con una despierta juventud que cerrará inexorablemente el paso a todo intento intrigante, falaz o mezquino de los que un día la sumieron en el oprobio y en el infortunio.
En el decreto de hoy aludo al mérito nacional de las flechas de nuestros Reyes Católicos y quiero que ellas sirvan de homenaje a nuestros héroes y de ejemplo a nuestros cruzados que las llevan prendidas sobre su corazón.
Juventudes de España:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA!
Discurso a las Juventudes del S.E.U. el día de la raza pronunciado en Burgos el 12 de octubre de 1937
JUVENTUDES de España:
Os habéis congregado en esta fiesta de unidad, fiesta clásica española, que rememora la fecha gloriosa de la Unidad Nacional. En este momento solemne, en que dais ejemplo a España con la unidad de las juventudes universitarias y escolares, os dirijo la felicitación, más grande, la más entusiasta, la más pura, salida del fondo del corazón de quien, por amar mucho a España, quiere a sus juventudes unificadas, y ve en ellas el presagio dé que la obra nacional ha de ser duradera, porque tiene de guardianes, con los fieles soldados de las trincheras, con los heroicos requetés, con los bravos falangistas, estas juventudes universitarias, escolares que, lleno el corazón de alegría, se unen todas para España.
Hoy, Día de la Raza, fiesta de la Hispanidad, podemos ofrecer al mundo y a nuestros hermanos de América, el fruto de un año de trabajo, el resurgir de un pueblo, las gestas de una juventud, el espíritu de una raza, ejemplo glorioso de sacrificio y hondo espiritualismo. Vitalidad en el campo blanco, menos vitalidad por el vicio, pero vitalidad, también, en el campo rojo; ansias de ser nación, ansias de ser grandes; juventud apretada, juventud sufrida: boinas rojas y camisas azules, símbolo de la unión en el trabajo que ha de hacer grande a España.
Pureza de Ideales ha de ser .lema de la juventud. Pureza de pensamiento. Un afán de ejemplo, de sacrificio; queja bastardía no anida en corazones españoles y pertenecemos a una raza de hidalgos que, pobres y remendados, supieron imponer a un mundo sus leyes y su fe y llevaron sus banderas a través del Atlántico. Bosque de árboles corpulentos y robustos ha de ser la juventud española, con los troncos altos y esbeltos, que eleven sus copas al cielo, pero apretados, unidos, para ser más fuertes, y no como aquellos intentos anárquicos que, con sus troncos deformados, se mostraban incapaces de dar madera para la construcción de la Patria, ni de prestar servicio alguno a la madre España.
Ayer fueron nuestras Universidades, nuestros Colegios Mayores, nuestros Seminarios, los que cuidaron de .la juventud, los que guiaron su camino, los que instruyeron a la infancia, los que le imprimieron esa espiritualidad, esa fe, ese entusiasmo de aquellas otras juventudes que hicieron renacer la edad dorada en que se suceden los triunfos, en que se suceden las glorias; aquélla edad, dorada, fruto de una espiritualidad, espiritualidad que incrementamos mucho, y espiritualidad que fué decayendo, que fué perdiéndose al tiempo que entraban en el solar español los extranjerismos, al tiempo que el materialismo invadía todas las actividades. Y conforme se iban perdiendo la pureza de costumbres, la pureza de pensamientos, la idea de sacrificio, surgían las épocas de generadas, surgieron esas juventudes que vieron perder un Imperio y no alzaron los brazos como vosotros ni se movieron como vosotros. Por eso hemos de cuidar la educación de la juventud, de esta juventud gloriosa, de esta juventud ejemplar, que haciendo un lema de la disciplina y de la jerarquía, no bastarda al servicio de la Nueva España.
Sacrificio, Servicio, Hermandad, trilogía hermosa, lema para nuestras juventudes; juventudes que a través de la Historia fueron jalonando los grandes acontecimientos de la vida de España.
En nuestras grandes afiliaciones, en nuestro grande despertar del pueblo, han sido siempre las juventudes universitarias y escolares las que formaron la base y dieron la pauta en el camino de la gloria. En 1808, fué la juventud española universitaria la que, .incorporándose a nuestros guerrilleros, dió a la Patria aquellas jornadas de gloria. En el Año Triunfal, que terminamos, fueron también los estudiantes, escolares, con sus títulos de Bachiller, los que se encuadraron en nuestro glorioso Ejército nacional. Nunca fué un Ejército más fiel reflejo de un patriotismo tan exaltado como el de nuestro pueblo. Nunca pudo un pueblo considerarse mejor representado por sus institutos armados, llenos del mismo patriotismo. Patriotismo exaltado en las gentes, en sus actos, y en sus palabras. Y con este patriotismo grande, este patriotismo de que sois fe, siendo la encarnación del mañana, damos un mentís rotundo a los manipuladores extranjeros, a las Cancillerías que especulan con el territorio español, ventas de España, cesiones de España, cesiones de algo que sea español: Nada de eso cabe en el espíritu de la España Nacional, no cabe en el resurgir de nuestra juventud. Las cesiones y las traiciones son hijas de la Masonería y de las Internacionales.
La Masonería y las Internacionales no son hijas de la Patria. Quienes las secunden, no son hijos legítimos de España. La cesión de Baleares y la venta de Marruecos, no son sino un medio para destruir a España. No se preocupen las Cancillerías del mundo. España se basta a sí misma para defender su territorio. España reivindica hasta la última pulgada de la tierra que le pertenece. España no admite especulaciones con su soberanía. Un año largo de guerra y buen gobierno, es un ejemplo que brindamos al mundo. ¡Vengan los periodistas extranjeros, vengan las comisiones internacionales, visiten nuestras ciudades y dejen afuera equívocos, que la España grande, la España fuerte resurge de las bayonetas de la juventud, resurge de las aulas de nuestras Universidades, resurge en la vida toda de España!
Y así, en un ambiente espiritual, vigilante, con conciencia del momento y de la misión de cada día, hemos de marchar alegres por nuestros campos, con nuestros himnos, dando al mundo ejemplo de nuestro Movimiento y con este ánimo, con este grito que es grito ya de España, porque está bautizado por la sangre de nuestra juventud, ese ¡ARRIBA ESPAÑA!, que es movimiento y que es acción, ese ¡ARRIBA ESPAÑA!, que es el resurgir de un pueblo, ese ¡ARRIBA ESPAÑA!, que es nuestra no conformidad con el pasado, ese ¡ARRIBA ESPAÑA!, que no se opone al ¡VIVA!, contemplativo anterior, al contrario, lo levanta, lo hace marchar porque es grito de guerra, es el grito del resurgir, el grito de nuestra juventud española. Juventudes escolares:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Discurso pronunciado con motivo de la conquista de Gijón el 22 de octubre de 1937
ESPAÑOLES:
No hace muchos días os reuníais aquí con motivo de la conquista de Santander. El frente Norte iba cayendo trozo a trozo y sólo quedaba Asturias que si a los españoles blancos nos rememora la fe de un pueblo, para los españoles rojos significaba el baluarte de la revolución rusa, el baluarte del Comunismo, el baluarte de los hombres más afamados del campo rojo.
Pero el empuje de nuestras armas, el arranque de nuestros soldados, fueron bordando de boinas coloradas los riscos y las peñas, los montes enormes de la Sierra de Cuera, los desfiladeros inaccesibles de El Pontón y de Pajares, y al. lado de esas boinas rojas que florecían en lo alto de montañas inaccesibles, se bordaban de camisas azules las peñas de los puertos de Tarna y Vergarada y era también la sangre de los falangistas la que brillaba en aquellas montañas.
Así se alumbraba el resurgir de España. Era el resurgir de la juventud de un pueblo que marcha, de un pueblo que se pone en pie, de un pueblo que lucha por lo que es su aspiración, contra todos cuantos a ello se oponen, un pueblo que dice a Europa: ¡Aquí está España, aquí está España, aquí está España !
y al recibir hoy vuestro calor, estas muestras de entusiasmo por el fin de la guerra en el Norte, yo las dirijo a las madres de esos soldados que en los inviernos resistieron en las peñas del Norte, a los que cayeron en Belchite, a los que aguantan el empuje en la Ciudad Universitaria, a los que en tierras de Andalucía defienden un día y otro el territorio liberado.
Para todos ellos ,es vuestro homenaje, porque si a unos les cabe la gloria de llegar a los confines de España y liberar a los españoles oprimidos por el yugo soviético, a otros les cabe la honra, entre las lluvias o las nieves del invierno, o bajo el sol abrasador del verano, de defender unas trincheras poniendo en el empeño el corazón, dirigiendo la mirada al cielo, brazo en alto, mientras con entusiasmo indescriptible, con profundo amor a la Patria, gritan como nosotros:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Alocución a los «Llamas Negras». en Miranda el 29 de octubre de 1937
Yo rindo homenaje, en nombre de España, a vosotros, valientes camisas negras, porque habéis derramado vuestra sangre generosa en las tierras españolas, identificados con vuestro pueblo, y habéis derramado la sangre en España por un ideal de grandeza y de libertad que es lo que movió a vuestro jefe para hacer una Italia fuerte.
Soldados legionarios que os cubristeis de gloria en Abisinia y que ahora estáis luchando en España: Hemos vencido en lo más duro de la guerra. Venceremos en lo que nos falta. Dios no puede abandonarnos, porque conoce nuestras intenciones. No luchamos nada más, sino porque España sea en el mundo digna de su Historia, y sea firme en su lucha en defensa de su tesoro; no por consideraciones ajenas, sino por nuestra propia naturaleza.
Heridos y mutilados legionarios: nuestra gratitud y nuestro abrazo .fraterno. España no entrega fácilmente su corazón a nadie; pero cuando una vez lo hace es para siempre, y vosotros podéis contar con el corazón español para siempre.
Alocución con motivo de la visita a la Academia de Infantería de Pamplona pronunciada en noviembre de 1937
Alumnos de la Academia de Alféreces soldados de España:
Habéis venido a este viejo caserón para recibir la enseñanza precisa para mandar debidamente, conforme a las Ordenanzas, a nuestros bravos soldados. Estáis aquí llevando vida de humildes franciscanos, a tenor de lo que imponen las circunstancias a la Patria, que ha de ser austera en todo, en todo humilde, menos en el alto ideal de cuya grandeza lleváis vosotros el eco dentro del corazón, ese corazón que habéis sabido templar en el rudo combatir contra los enemigos de nuestra España y de nuestra civilización. Sois como aquellos otros bravos que un día salieron humildemente, calladamente, de España y todos regresaron trayendo a la Patria la gloria de mundos nuevos. Así vosotros habéis de dar a España un mundo nuevo, mejor. La consecuencia: de la paz para el imperio de la justicia y el logro del respeto unánime para la Patria Madre, esta Patria grande que moría avergonzada de tanta y tanta cobardía, de tanta y tanta ruindad, de tanto y tanto desorden infame, que vivía sin fe, sin anhelo de grandeza, empequeñecida, yerto el corazón. Vosotros tenéis la inmensa suerte, por vuestra edad, de no haber contribuido ni un ápice; a aquellos oprobios pasados, vosotros tenéis, con la juventud de vuestros corazones, la gran dicha de saberos paladines de la Causa santa, de la dignificación y grandeza de España. La sangre que se está derramando, la que podáis haber derramado ya vosotros y la que derraméis cuando, por llevar una estrella en la bocamanga, os pongáis al frente de los hijos de esta tierra santa, no será estéril, yo os lo prometo, porque germinará en flores de gloria, que a vosotros serán debidas y que, una vez acabada esta guerra, podréis ofrecer, en medio de la mayor emoción, como un relato que hará revivir su gloria, a vuestros hijos, esos hijos afortunados que van a heredar el caudal de vuestro esfuerzo de hoy, en la fortaleza de la España grande, heroica y fuerte.
Alumnos Alféreces del Ejército:
¡ARRIBA ESPAÑA!
Discurso en el Homenaje a Navarra pronunciado en Pamplona el 9 de noviembre de 1937
Alféreces de España, Brigadas victoriosas de Navarra, navarros que me escucháis y demás españoles que os congregáis en esta tierra bendita de Navarra:
Gloria a Navarra, provincia que se entrega entera a España; gloria a estos alféreces, nuevos oficiales de la España inmortal, espejo también de caballeros que marchan a la muerte con la sonrisa en los labios y que recogen de Navarra estas esencias puras de vuestra sociedad, y el ejemplo glorioso de los soldados que van a ser dignos sucesores de esa pléyade de alféreces de nuestras Academias y escuelas provisionales; de estas es cuelas fruto de la improvisación, escuelas que son una muestra más del genio de España. Vosotros sois la flor de la juventud española, de esa juventud pura, de esa juventud sin mácula, de esa juventud que no sabe de dobleces ni de intrigas; de esa juventud que en el duro yunque de la guerra ha aprendido la hermandad ante la Patria, la estrecha solidaridad humana que reflejan estos espíritus juveniles y alegres que se entregan a la muerte por una España grande y por una España inmortal.
Si vosotros la redimís con vuestra sangre, si vosotros la conquistáis con vuestro esfuerzo, si vosotros la salváis con vuestro heroísmo, vuestra es: derecho tenéis a formarla; en vuestras manos está entregada y en vuestras manos está firme porque la juventud española con estos alféreces, guión y conducta del triunfo de España, será el celoso guardián de las esencias del Movimiento, será el paladín de la Causa. Vosotros que la alzáis, vosotros que la engrandecéis, en vuestras manos marchará triunfante, sin que puedan mancillarla antiguas ideas que la dejaron caer en el fondo del abismo. España marcha, y marcha por vuestro esfuerzo. Y España ante el mundo luce porque en vuestras bayonetas alienta el espíritu de los viejos capitanes; porque en España se abre el sepulcro del Cid, cuyas cenizas son aventadas y recogidas por esta juventud grandiosa.
En este concurso de provincias, en este rivalizar por engrandecer a España, le cabe a Navarra el honor y la flor. Por eso en estos momentos voy a leeros un decreto que refleja el homenaje a Navarra de la España inmortal.
En el resurgir de España, se destaca Navarra de modo señalado por su heroísmo y sacrificio.
Fué Navarra la provincia en que se fijaba la mirada de los españoles en los días tristes del derrumbamiento de la Patria; fué el crédito de sus virtudes el que la convirtió en la sólida base de partida de nuestro Alzamiento, y fué su juventud en armas la que en los primeros momentos formó el nervio del Ejército del Norte.
Durante toda la campaña, los navarros, con su bravura legendaria, encuadrados en los tercios de requetés o en banderas de Falange y batallones, rivalizan en valor con las más distinguidas fuerzas del Ejército.
España, entera rinde homenaje de simpatía a las virtudes y alto espíritu de, un pueblo en el que no se sabe qué admirar más, si el valor de los que brillantemente mueren en los frentes o la generosidad y patriotismo de quienes alegres entregan a la Patria lo más querido. de sus hogares.
Es la Cruz Laureada de San Fernando el más alto galardón de nuestra Milicia, el símbolo más destacado del valor y del sacrificio heroicos; por ello nunca puede estar más justificada la ejecutoria que une la Cruz Laureada de San Fernando a las cadenas gloriosas y simbólicas de su escudo.
Por todo ello, dispongo:
ARTICULO ÚNICO: Como recuerdo a la gesta heroica de Navarra en el Movimiento Nacional y homenaje a quien tan reciamente atesora las virtudes de la raza, concedo a la provincia de Navarra la Cruz Laureada de San Fernando, que, desde hoy, deberá grabar en sus escudos.
Españoles:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Alocución pronunciada por la tarde, el día del Homenaje a Navarra en Pamplona el 9 de noviembre de 1937
Pueblo de Navarra, espíritu de España, eres la flor de nuestras costumbres, fuiste el hálito de España en los primeros momentos del Movimiento Nacional. La sangre de vuestros héroes, el espíritu de vuestra raza, la generosidad de vuestras madres, quedarán grabados en mi corazón y en el de todos los españoles. Hoy España os rinde el homenaje debido a vuestro entusiasmo, a vuestro espíritu, a vuestra fe de buenos españoles y a vuestra grandeza de católicos. Me llevo prendido en el corazón este calor, este entusiasmo, que es movimiento; que es vida, que es el resurgir de un pueblo que, con las boinas rojas y con los tercios de requetés, con los heroicos falangistas y con los bravos soldados, sabe llegar hasta el final, que es la victoria.
Hace muy poco, decía en una capital castellana: En breve no habrá frente del Norte. Y fué el esfuerzo de vuestros hermanos, fue el sacrificio de vuestros hijos, fue la grandeza de las madres navarras, lo que nos dio la victoria del Norte.
Yo alzo mi brazo por las madres navarras; yo alzo mi brazo por España y por esta ciudad de Pamplona y por Navarra, cuna del Movimiento Nacional.
¡ARRIBA NAVARRA! ¡VIVA NAVARRA! ¡VIVA ESPAÑA! ¡ARRIBA ESPAÑA!
Mensaje al Partido Social Francés del 25 de noviembre de 1937
He observado, con el más vivo placer, la organización por el partido republicano y social de Francia que usted preside tan brillantemente, de varias reuniones para procurar contribuir a la paz del mundo, salvaguardando la amistad entre los nacionales franceses y los de España. Hace un año tuve la enorme satisfacción de felicitaros por el éxito de la manifestación que tuvo lugar, bajo vuestra dirección, en la Sala Pleyel. Yo os aseguro que las reuniones que preparáis ahora tendrán el mismo éxito dado el renombre de los oradores y la justicia de la Causa que defendéis.
Vuestras intervenciones en la Cámara han mostrado a los españoles que Francia no ha olvidado sus mejores tradiciones y que las conserva todavía vivas. Yo querría que vuestros oradores dijesen en plena sala que la verdadera Francia y los verdaderos franceses no tienen ninguna razón para desconfiar de la España Nacional, pues tienen los mismos ideales y defienden las dos los principios sagrados de la civilización europea, tan seriamente amenazados en estos días.
Discurso en el primer Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. pronunciado en Burgos el 2 de Diciembre de 1937
Mis consejeros nacionales:
Por el juramento que acabáis de prestar ante Dios, hacéis entrega generosa de vuestras vidas para emplearlas en levantar la España eterna y auténtica con vuestro trabajo y sacrificio.
La grandeza tradicional de nuestra Historia, alta en su destino, ambiciosa de misiones, universal gobernadora de tierras, de almas y de culturas, talló estas piedras para el recogimiento de la oración, para tensas vigilias del espíritu y para guiar con sabiduría el señorío de nuestro Imperio. Nos reunimos precisamente aquí, al iniciar nuestras tareas, bajo la invocación del Divino Espíritu, para que él presida toda nuestra actividad y en consecuencia toda nuestra labor venga informada de austeridad y exactitud, rigor y lealtad. En servicio de esta España que renace noblemente ansiosa de aquellas virtudes ejemplares que nos dieron nombre fuerte y sin par en la Historia, os debéis por enteró a esta labor con la virtud de las palabras estrictas y con el lenguaje claro y eficaz de las obras perfectas. La Patria lo espera de vosotros. A vosotros y a vuestra lealtad fío yo los destinos sagrados de España. En su nombre y en nombre de los caídos por ella y en el de nuestros heroicos combatientes levanto yo mi brazo y mi voz:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Saludo dirigido en la Nochebuena de 1937 a todos los Españoles
COMBATIENTES de España:
A los que estáis en las trincheras bajo la lluvia y el frío y las balas, yo os envío mi fe ardiente que se une con la vuestra de una próxima y definitiva victoria. A los que en la segunda línea padecéis dolor y sufrimiento -viudas, madres; hijos hermanos- os mando mi piedad y mi gratitud por vuestro esfuerzo que es el combate silencioso de todos los días para que la victoria se alcance en la primera línea, para que sea fecundo y duradero el afán de vuestros combatientes por la instauración de un orden nuevo. A vosotros, trabajadores de España, que dais vuestras fatigas por una España mejor y más justa, yo así os lo prometo. A todos os mando mi aliento y mi cariño.
¡Combatientes de España!, por la victoria de nuestra Causa, que es la Causa del mundo cristiano en la tierra:
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA!
Palabras dirigidas al pueblo de Burgos con motivo del levantamiento del cerco de Teruel pronunciadas el 31 de diciembre de 1937
Españoles, los hechos son más elocuentes que las palabras. La cadena de victorias del año que termina, ha tenido un broche. Este broche es Teruel.
Tierra aragonesa, española. Tierra de sacrificio. Es aquélla tierra pelada y soleada que ha dado los héroes de Belchite y hoy produce los héroes de Teruel. Grandeza de la raza española, que va por esas tierras descarnadas y frías poniendo el rojo de su sangre sobre el oro de los rastrojos; que clava nuestra bandera en la torre de Teruel. Esa es España, esos son los hijos de España, esa es la raza que forjamos, la que nos envidian en el extranjero; ese es el eco al mentido triunfo rojo de Teruel, la respuesta que dan los españoles a la mentira internacional y masónica, a la unión de los enemigos de la Patria, de esta España grandiosa que ha conquistado el Norte y que va a conquistar Levante, de la que son muestra destacada los que ayer, bajo los escombros de Teruel, decían: “Nos defendemos y nos defenderemos, aguantaremos firmes como una roca”. Y esos otros soldados, de esos hijos de estas abnegadas y ejemplares madres españolas, que les respondían: “Iremos a libraros y pronto estaremos con vosotros”, y hoy proclaman ante el mundo: Teruel por España, para la España Nacional, para la España Una, Grande y Libre.
¡ARRIBA ESPAÑA! ¡VIVA ESPAÑA!
Caballeros cadetes:
Quisiera celebrar este acto de despedida con la solemnidad de los años anteriores, en que, a los acordes del Himno Nacional, sacásemos por última vez nuestra bandera y, como ayer, besarais sus ricos tafetanes, recorriendo vuestros cuerpos el escalofrío de la emoción y nublándose vuestros ojos al conjuro de las glorias por ella encarnadas; pero la falta de bandera oficial limita nuestra fiesta a estos sentidos momentos en que, al haceros objeto de nuestra despedida, recibáis en lección de moral militar mis últimos consejos.
Tres años lleva de vida la Academia General Militar, y su esplendoroso sol se acerca ya al ocaso. Años que vivimos a vuestro lado educándoos e instruyéndoos y pretendiendo forjar para España el más competente y virtuoso plantel de oficiales que nación alguna lograra poseer.
Intimas satisfacciones recogimos en nuestro espinoso camino cuando los más capacitados técnicos extranjeros prodigaron calurosos elogios a nuestra obra, estudiando y aplaudiendo nuestros sistemas y señalándolos como modelo entre las instituciones modernas de la enseñanza militar. Satisfacciones íntimas que a España ofrecemos, orgullosos de nuestra obra y convencidos de sus más óptimos frutos.
Estudiamos nuestro Ejército, sus vicios y sus virtudes, y corrigiendo aquellos, hemos de acrecentado éstas al compás que marcábamos una verdadera evolución en procedimientos y sistemas. Así vimos sucumbir los libros de texto, rígidos y arcaicos, ante el empuje de un profesorado moderno, consciente de su misión y reñido con tan bastardos intereses.
Las novatadas, antiguo vicio de Academias y cuarteles, se desconocieron ante vuestra comprensión y noble hidalguía.
Las enfermedades venéreas, que un día aprisionaron, rebajándolas, a nuestras juventudes, no hicieron su aparición en este cuerpo, por la acción vigilante y adecuada profilaxis.
La instrucción física y los diarios ejercicios en el campo os prepararon militarmente, dando a vuestros cuerpos aspecto de atletas y desterrando de los cuadros militares al oficial sietemesino y enteco. Los exámenes de ingreso, automáticos y anónimos, antes campo abonado de intrigas e influencias, no fueron bastardeados por la recomendación y el favor, y hoy podéis enorgulleceros de vuestro progreso, sin que os sonrojen los viejos y caducos procedimientos anteriores.
Revolución profunda en la enseñanza militar, que había de llevar como forzado corolario la intriga y la pasión de quienes encontraban granjería en el mantenimiento de tan perniciosos sistemas.
Nuestro Decálogo del Cadete recogió de nuestras sabias Ordenanzas lo más puro y florido, para ofrecéroslo como credo indispensable que prendiese vuestra vida, y en estos tiempos en que la caballerosidad y la hidalguía sufren constantes eclipses, hemos procurado afianzar nuestra fe de caballeros manteniendo entre vosotros una elevada espiritualidad.
Por ello, en estos momentos, cuando las reformas y nuevas orientaciones militares cierran las puertas de este centro, hemos de elevarnos y sobreponernos, acallando el interno dolor por la desaparición de nuestra obra, pensando con altruismo: se deshace la máquina, pero la obra queda; nuestra obra sois vosotros, los 720 oficiales que mañana vais a estar en contacto con el soldado, los que los vais a cuidar y a dirigir, los que, constituyendo un gran núcleo del Ejército profesional, habéis de ser, sin duda, paladines de la lealtad, la caballerosidad, la disciplina, el cumplimiento del deber y el espíritu de sacrificio por la Patria, cualidades todas inherentes al verdadero soldado, entre las que destaca como puesto principal la disciplina, esa excelsa virtud indispensable a la vida de los ejércitos y que estáis obligados a cuidar como la más preciada de vuestras prendas.
¡Disciplina!…, nunca buen definida y comprendida. ¡Disciplina!…, que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!…, que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos.
Elevar siempre los pensamientos hacia la Patria y a ella sacrificarle todo, que si cabe opción y libre albedrío al sencillo ciudadano, no la tienen quienes reciben el sagrado depósito de las armas de la nación, y a su servicio han de sacrificar todos sus actos.
Yo deseo que este compañerismo nacido en estos primeros tiempos de la vida militar, pasados juntos, perdure al correr de los años, y que nuestro amor a las armas de adopción tenga siempre por norte el bien de la Patria y la consideración y el mutuo afecto entre los compañeros del Ejército. Que si en la guerra habéis de necesitaros, es indispensable que en la paz hayáis aprendido a comprenderos y estimaros. Compañerismo que lleva en sí el socorro al camarada en desgracia, la alegría por su progreso, el aplauso al que destaca y la energía también con el descarriado o el perdido, pues vuestros generosos sentimientos han de tener como valladar el alto concepto del honor, y de este modo evitaréis que los que un día y otro delinquieron abusando de la benevolencia, que es complicidad de sus compañeros, mañana, encumbrados por un azar, puedan ser en el Ejército ejemplo pernicioso de inmoralidad e injusticia.
Concepto del honor que no es exclusivo de un Regimiento, Arma o Cuerpo; que es patrimonio del Ejército y se sujeta a las reglas tradicionales de la caballerosidad y la hidalguía, pecando gravemente quien crea velar por el buen nombre de su Cuerpo arrojando a otro lo que en el suyo no sirvió.
Achaque este que, por lo frecuente, no debo silenciar, ya que no nos queda el mañana para aconsejaros.
No puedo deciros, como antes, que aquí dejáis vuestro solar, pues hoy desaparece; pero sí puedo aseguraros que, repartidos por España, lo lleváis en vuestros corazones, y que en vuestra acción futura ponemos nuestras esperanzas e ilusiones; que cuando al correr de los años blanqueen vuestras sienes y vuestra competencia profesional os haga maestros, habréis de apreciar lo grande y elevado de nuestra situación: entonces, vuestro recuerdo y sereno juicio ha de ser nuestra más preciada recompensa.
Sintamos hoy al despediros la satisfacción del deber cumplido y unamos nuestros sentimientos y anhelos por la grandeza de la Patria gritando juntos:
“¡Viva España!”