Cuando me preguntas, con tu voz de mujer
hecha inocencia, ¿por qué aquí, juntos
somos, entretenidos en el retejer
del tiempo de la vida y sus asuntos?
con palabras raras pulo un espejo
donde puedas, desnudada, contemplarte
como brilla el sol en un azulejo,
y, así, recibir el motivo de mi estarte,
pues ni preciso ni contengo vocales
suficientes para descifrar la clave
del perfume que rima con tus vernales,
de tu piel que la mía recibe suave,
de tu risa que cimbrea mis caudales,
del cielo una paz de la que tú eres llave.
del libro Fulgor en la oscuridad