Sonetos bíblicos I – Job

«Y vino y puso cerco a mi morada
y abrió por medio della gran carrera»
Fray Luis de León (del Libro de Job)

 

Él fue quien vino en soledad callada,
Y moviendo sus huestes al acecho
Puso lazo a mis pies, fuego a mi techo
Y cerco a mi ciudad amurallada.

Como lluvia en el monte desatada
Sus saetas bajaron a mi pecho;
Él mató los amores en mi lecho
Y cubrió de tinieblas mi morada.

Trocó la blanda risa en triste duelo,
Convirtió los deleites en despojos,
Ensordeció mi voz, ligó mi vuelo,

Hirió la tierra, la ciñó de abrojos,
Y no dejó encendida bajo el cielo
Más que la obscura lumbre de sus ojos.

 

 

19 de julio, 1937

Sonetos bíblicos II – Sulamita

“Pues ya si en el exido
De hoy más no fuere vista ni hallada,
Diréis que me he perdido,
Que andando enamorada…”
San Juan de la Cruz (Cántico espiritual)

 

Atraída al olor de tus aromas
Y embriagada del vino de tus pechos,
Olvidé mi ganado en los barbechos
Y perdí mi canción entre las pomas.

Como buscan volando las palomas
Las corrientes mecidas en sus lechos,
Por el monte de cíngulos estrechos
Buscaré los parajes donde asomas.

Ya por toda la tierra iré perdida,
Dejando la canción abandonada,
Sin guarda la manada desvalida,

Desque olvidé mi amor y mi morada,
Al olor de tus huertos atraída,
Del vino de tus pechos embriagada.

 

 

23 de junio, 1937

Sonetos bíblicos III – Ruth

«Ego dormio el cor meum vigilat»
Cant., V, 2

 

La quieta soledad, el lecho oscuro
De inmortales tinieblas coronado,
El silencio en la noche derramado,
Y el cerco de la paz, ardiente y puro.

Ruth detiene el aliento mal seguro,
Descubre el rostro de dolor turbado,
Y por largos anhelos agitado
Con dura mano oprime el seno duro.

Duerme Booz en tanto; su sentido,
En misterioso sueño sumergido,
La presencia tenaz de Ruth ignora.

Mas su despierto corazón medita…
Y la noche fugaz se precipita
Hacia los claros lechos de la aurora.

 

 

1937

Sonetos bíblicos IV – David

 

¡Oh Betsabé, simbólica y vehemente!
Con doble sed mi corazón heriste
Cuando la llama de tu cuerpo hiciste
Duplicarse en la onda transparente.

Cerca el terrado y el marido ausente,
¿quién a la dicha de tu amor resiste?
No en vano fue la imagen que me diste
Acicate a los flancos y a la mente.

¡Ay de mí, Betsabé, tu brazo tierno,
traspasado de luz como las ondas,
ligó mis carnes a dolor eterno!

¡Qué horrenda sangre salpicó mis frondas!
¡En qué negrura y qué pavor de invierno
se ahogó la luz de tus pupilas blondas!

 

 

25 de agosto, 1944

Sonetos bíblicos V – Jezabel

 

Palidez consumada en el deseo,
Suma de carne transparente y fina,
Ya sellada, en profética rutina,
Para el soldado y para el can hebreo.

¡Oh desahuciada fiebre, oh devaneo
que oscila como péndulo en rüina,
de un viñedo que el sol nimba y fulmina
a cruenta gloria y militar trofeo!

Horror de pausa y de silencio, acaso
Para no conocer turbias carreras
Del corazón, hacia el fatal ocaso,

Ni sentir que en sus válvulas arteras
Se endulza ya la sangre paso a paso
Para halagar las fauces de las fieras.

 

 

24 de agosto, 1944

Sonetos de los Cantares – Aunque tu nombre…

«Acaba de entregarte ya de vero».
San Juan de la Cruz

 

Aunque tu nombre es tierno como un beso
Y trasciende como óleo derramado,
Y tu recuerdo es dulce y deseado,
Rica fiesta al sentido y embeleso;

Y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso
Como un sello en el alma dibujado,
No basta al corazón enamorado
Para alcanzar la vida todo eso.

Ya sólo, Amor, perdido en tus abrazos,
Cabe tu pecho detendr?su empeño:
No aflojar?las redes y los lazos,

Ver?la paz ni gozar?del sueño,
Hasta que tenga paz entre tus brazos
Y duerma en el regazo de su Dueño.

 

 

6 de julio, 1937

Sonetos de los Cantares – La canción de Sulamita

Indica mihi, quem diligit anima mea, ubi
pascas, ubi cubes in meridie, ne vagare
incipiam post greges sodalium tuorum
Cant. 1, 6

 

Hazme saber, Amor, donde apacientas,
Dó guías tus rebaños, dónde vagas,
No huelle tras las ínsulas aciagas
Las rutas de la tarde cenicientas.

Tu grey, oh tierno Amor, dó la sustentas
Y con pastos riquísimos halagas,
Mientras mi torpe corazón amagas
Con sendas largas, y con horas lentas.

No principie a seguir de los pastores
Los dispersos rebaños. Vida mía;
Muestra, lejos, el sol de tus amores;

¡dime dónde apacientas todavía!,
y seguiré tu rastro entre las flores
por los fuegos del áureo mediodía.

 

 

11 de junio, 1937

Sonetos de los Cantares – Ya corre el corazon…

“Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
copiases de repente
los ojos deseados
que tengo en las entrañas dibujados”.
San Juan de la Cruz

 

Ya corre el corazón por este suelo
Como antes del remanso el agua impura:
Aún lleva tierras en la entraña obscura
Y pretende copiar la faz del cielo.

Van creciendo el dolor y el anhelo,
La corriente se turba y se apresura,
Y es fuente el sedimento de amargura
Más que las alas con que intenta el vuelo.

Si tendieras la mano solamente
Y el agua temblorosa se aquietara,
Ya, contemplando el cielo largamente,

¡Oh Deseado!, el corazón dejara
flotar sobre su sueño transparente
la divina belleza de tu cara.

 

 

15 de junio, 1937

Concha Urquiza, México, 1910-1945

Romance de la lluvia

 

Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo;
te cerca el campo mojado,
la lluvia te dice versos,
el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.
La roja tierra del monte
entreabre el húmedo seno;
en el regazo del valle
ríen los pétalos tersos,
y hacen blanco en el río
las flechas de los luceros.

Bajo la lluvia liviana
herido de amor te llevo;
muchas aguas han llovido
sobre tu herida de fuego;
muchas noches te han cegado,
muchas albas te han envuelto,
¡tengámonos a gustar
el dulce llanto del cielo!

Corazón, corazón mío,
descansa bajo mi pecho;
mira cómo se deshojan
las nubes de lento vuelo;
¡cierra la sangrienta boca
y dame un trago de sueño!

Descansa, viajero ardiente,
descansa, ya llegaremos
allá detrás de la lluvia
al claro allá de tu anhelo;
ya abrevarán en tu herida
aquellos labios sedientos,
ya templarán tus ardores
aquellos ojos sin tiempo,
ya bajarás al abismo
deleitoso de su pecho,
y anudarás tus latidos
a sus latidos eternos…

Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo:
por los labios de tu herida
silban rimando los vientos,
y el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.

Aunque tu nombre es tierno como un beso…

 

Aunque tu nombre es tierno como un beso
y trasciende como óleo derramado,
y tu recuerdo es dulce y deseado,
rica fiesta al sentido y embeleso;

y es gloria y luz, Amor, llevarlo impreso
como un sello en el alma dibujado,
no basta al corazón enamorado
para alcanzar la vida todo eso.

Ya sólo, Amor, perdido en tus abrazos,
cabe tu pecho detendrá su empeño:
no aflojará las redes y los lazos,

verá la paz ni gozará del sueño,
hasta que tenga paz entre tus brazos
y duerma en el regazo de su Dueño.

Dicha

 

Mi corazón olvida
y asido de tus pechos se adormece:
eso que fue la vida
se anubla y oscurece
y en un vago horizonte desparece.

De estar tan descuidada
del mal de ayer y de la simple pena,
pienso que tu mirada
-llama pura y serena-
secó del llanto la escondida vena.

En su dicha perdido,
abandonado a tu dulzura ardiente,
de sí mismo en olvido,
el corazón se siente
una cosa feliz y transparente.

La angustia miserable
batió las alas y torció la senda;
¡oh paz incomparable!
un día deleitable
nos espera a la sombra de tu tienda.

La más cruel amargura
con que quieras herirme soberano,
se henchirá de dulzura
como vino temprano
apurado en el hueco de tu mano.

hiere con saña fuerte
si sólo no desciñes este abrazo,
que aun la faz de la muerte
-con ser tan duro lazo-
pienso que ha de reír en tu regazo.

La canción de junio

 

Junio, brazada de soles
por el campo florecido,
¿qué le dirás a mi alma
que quiera prestarte oído?
¿Qué le dirás a mi alma,
Junio, de verde vestido?

El amor de los donceles
se fue por el monte arriba;
el amor de las doncellas
siguiendo sus pasos iba;
ni un brote abierto dejaron,
ni una flor dejaron viva…
Pan ha callado el arrullo
de su flauta primitiva.

Junio, mojado de lluvia,
Junio, dorado de trigo,
rojo de tierra del monte,
rostro de sátiro amigo,
¿si creerás que como otrora
hoy me embriagaré contigo?

Casa de olvido me dieron
-muros altos, blancas tejas-;
mi Amado cercó la entrada
del vellón de sus ovejas;
la paz me besó en el rostro
tras los hierros de las rejas…
Por el bosque sosegado
Eros olvida sus quejas…

Junio, pintado de luna,
Junio, de ardores ceñido,
¿qué le dirás a mi alma
que quiera prestarte oído?
¿Qué le dirás a mi alma
Junio, de lluvia vestido?

Las piedras del camino se llenan de ternura…

 

Las piedras del camino se llenan de ternura
y de musgos; los cielos contemplan con dulzura
los senos azulosos del agua que se estanca.

Clareando entre los charcos de solo todos deshechos,
se hinchan de luz las agrias venas de los helechos
tendidos sobre el fresco terror de la barranca.

Miente mi corazón cuando te ama…

 

Miente mi corazón cuando te ama,
hecho intérprete fiel de mi sentido,
como el eco en abismo percibido
que el viento, no la voz, forma y derrama.

Este imperioso afán que te reclama
no en el centro del alma fue nutrido:
me ha turbado sin mí, como el sonido,
es ajeno a mi ser, como la llama.

Cuando la sangre el corazón satura
de sólo tu sabor -término medio
en loco silogismo de amargura-,

inaccesible al implacable asedio,
como trozo de plomo en agua obscura
húndese el alma en silencioso tedio.

Concha Urquiza, México, 1910-1945