En el nadir histórico de España

 

En el nadir histórico de España,
Entre la humillación y el desaliento,
Como un profeta alzó la voz al viento,
Voz salida del fondo de su entraña.
Combate secular en tierra extraña
Malgastó la energía y el talento
Que hubieran impulsado el movimiento
Fecundo y creador de otra campaña.
Replegados detrás de la frontera,
Dibujemos la nueva perspectiva
Con espíritu firme y poderoso.
Un nuevo Siglo de Oro está a la espera,
Mas sólo ha de llegar si el alma activa
Su potencial castizo y luminoso.

El escultor de su alma (fragmento de la obra de teatro)

 

Ya sólo quiero crear
la estatua que estoy creando
y ahora la estoy comenzando
y no la podré acabar
hasta que pueda expirar …
(levantándose imperioso)
¡Porque esta estatua soy yo!
Mi obra está dentro de mí. ..
¡Que sólo el que crea en sí
puede afirmar que creó
y que algo al morir dejó!
Pierde el trabajo que diere
todo artista que quisiere
dar vida a algo inmortal
en papel, lienzo o metal. ..
¡Todo eso es materia y muere!
[ … ]De mis obras que nacieron
sólo mi «Alma» me cautiva!

Aun, si me fueras fiel

 

Aun, si me fueras fiel,
me quedas tú en el mundo, sombra amada.
Muere el amor, mas queda su perfume.
Voló el amor mentido,
más tú me lo recuerdas sin cesar…
La veo día y noche.
En mi espíritu alumbra
el encanto inefable
de su mirada de secretos llena.
Arde en mis secos labios
el beso de unos labios que me inflaman,
que me toca invisible,
y cerca de mi cuerpo hay otro cuerpo.
mis manos, amoroso,
extiendo para asirla
y matarla de amor entre mis brazos,
y el cuerpo veloz huye,
¡Y sólo te hallo a ti, mujer de aire!

La mancha de carmín

 

Por ser tu boca tanta, tan segura,
y abril tan loco y poco recatado,
yo llegué hasta tu labio desbocado
en busca de tu boca y su aventura.

Y te probé la miel, y su dulzura
dejó mi labio rojo tan manchado,
que mi pañuelo luce hoy un bordado
envidia de la aguja y la costura.

Por ser tu boca tanta y tan esquiva,
se bordó tu inicial en mi pañuelo
con «B» de beso y letras en cursiva.

Y ahora es como un pájaro. Su vuelo
lleva una mancha roja en carne viva
subiendo hacia los aires, hacia el cielo.

Su fino rostro

 

Su fino rostro en luz azul bañado
de sus grandes pupilas luminosas,
se recata en las ondas caprichosas
del mar de sus cabellos encrespados.

Su mirar dulce, suave, está velado
por plácidas visiones amorosas,
y un rumor leve de ansias misteriosas
en su boca entreabierta ha aleteado.

Su talle esbelto, airoso se cimbrea:
ora se yergue altivo, dominante,
ora se mece en lánguido vaivén,

cuando le arrulla la feliz idea
de abrir su pecho a un corazón amante
y decirle: estoy sola y triste, ven.

La Venus de nieve

 

Los albos copos que al caer se mecen
en el aire, por fuerzas agitados
de misterioso amor, arrebatados
giran y en torbellino desparecen.

Los ámbitos se cierran y oscurecen
y escuchan los oídos angustiados
en las tinieblas gritos apagados
que, llegando hasta el alma, la estremecen.

La voz de la creación por el caos vuela
y algo divino nace: blanca forma,
fantástico ideal va contorneándose,

que en mujer sobrehumana se transforma…
y mientras yo la invoco, ella, alejándose,
con su mirada el corazón me hiela.

Vivir

 

Lleva el placer al dolor
y el dolor lleva al placer;
¡vivir no es más que correr
eternamente alrededor
de la esfinge del amor!

Esfinge de forma rara
que no deja ver la cara…;
más yo la he visto en secreto,
y es la esfinge un esqueleto
y el amor en muerte para.

Ángel Ganivet García, Granada, 1865-1898

​Conocí a una mujer de bondad tan cruel
a la que le gustaba liberar los pájaros,
pero que, con precisos recortes de tijera,
antes de liberarlos les cortaba las alas.

​Mis caricias son fuertes y tan frágil
es tu cuerpo, que vivo con el miedo
de que hacerte feliz completamente
será hacerte morir entre mis brazos.

​El Rey de la Alhambra

 

— Padre, ¿quién es ese viejo
que está hincado de rodillas,
a la sombra de los arcos
de la Puerta de Justicia?

— Hijo, es un pobre que pide
una limosna bendita.

— ¿Cómo pide si no habla,
si a nadie sus ojos miran?

— No puede hablar porque es mudo;
habla su mano extendida;

ni puede ver porque es ciego,
mas su mano tiene vista.

— Entonces, ¿cómo no llora
lamentando sus desdichas?

~ ¿Cómo, hijo, quieres que llore
si están secas sus pupilas?

Pide el niño una moneda,
con la que al viejo socorre.
Besa el mendigo la dádiva
y en sus andrajos la esconde,
y otra vez la mano extiende,
que im.plora con mudas voces.
Esfinge de los deseos
inacabables del hombre,
estatua del infortunio
deshecha en tristes jirones,
imagen de la injusticia
de este mundo es ese pobre
que, arrodillado, en la Puerta
de la Justicia se pone…
El mendigo se levanta,
que siente venir la noche,
y hacia su retiro emprende
la marcha con paso torpe.
Dejando a un lado el Alcázar,
cerca de una vieja torre,
llegó a una muralla en ruinas
oculta entre zarzalones,
y por estrecha abertura
que hay en ella, entró y perdióse.

Sigue el padre con su niño
hasta la Puerta de Hierro.
Cuatro enterradores suben
por la Cuesta de los Muertos;
llevan al hombro un ataúd,
y, aunque les fatiga el peso,
como se acerca la noche,
caminan con pie ligero…

— Padre, si el pobre que antes
dejamos en su agujero

se muere y nadie lo sabe,
¿quién enterrará su cuerpo?

— Hijo, si el pobre se muere
y nadie sabe que ha muerto,
quedará allí hasta que en polvo
se desmenucen sus huesos.

Un Alcázar será tumba
de su mísero esqueleto;
y el que fué rey del dolor
tendrá, al fin, un panteón regio.

Ángel Ganivet García, Granada, 1865-1898